Seth entró corriendo a la habitación del príncipe que tenía el ceño fruncido sentado delante de su escritorio lleno de papeles.-Alteza, el alfa lo mandó a buscar. Tal parece que no es algo bueno- jadeó deteniéndose delante de él.Ilayen gruñó. Acaso aquella esclava lo había delatado. Además. Ver a su padre ahora, en su estado actual no era nada bueno. Decir que estaba molesto era quedarse corto. Seguramente él tendría aún encima el olor de su mate y tendría que usar toda su fuerza de voluntad para no saltarle directo al cuello a su padre.-Seth, pase lo que pase quédate aquí en esta habitación- le dijo con los dientes apretados.El esclavo se estremeció al notar el brillo en los ojos del otro lobo.-Alteza, por favor, controle sus emociones. No es bueno en este momento.-Sé muy bien controlar mis emociones, pero no es lo mismo cuando se trata de mis instintos- dijo sinceramente. Estos podrían traicionarlo en cualquier momento.Seth tenía más información que darle, sobre todo relacion
Tensión era lo que se sentía en aquella oficina. El olor a sangre joven que goteaba de la sien de Ilayen, era opacada por las gruesas feromonas del alfa delante de este que apretaba su cuello a más no poder. Los dedos se enterraban en su piel y la punta de sus garras abrían huecos en esta.-Alfa- Susen estaba pálida, con los ojos llorosos, pero no se atrevía a acercarse sobre todo por el miedo que la atacaba.Ilayen se mantuvo firme, y podía ver como las venas del rostro de su padre se iban marcando aún más. Hasta estuvo tentado a provocarlo, hacerlo enojar mucho más. Tenía muchas cosas que decirle, que reclamarle, pero apretó sus labios.Primero porque necesita quedarse en la manada al menos hasta la reunión, o al menos que pudiera volver, algo que lograría no sabía cómo, pero lo haría. Y segundo, si su padre se molestaba aún más era muy probable que soltara toda su molestia en alguna de sus reinas, siempre era así. Susen era la más cercana en ese momento. No era que tuviera alguna c
Los ojos de Ilayen recorrieron el rostro de Asya. Él se prometió nunca hacerla llorar, nunca hacerla sentir de aquella miserable manera, nunca hacerla pasar por dolor y humillación. No se merecía nada de aquello. Las mates estaba para traer felicidad y armonía a sus vidas, no para destruir las de ella.Su pulgar recorrió la zona de su rostro magullado con cuidado. Se ceño se fruncía tanto que era doloroso. Ella simplemente lo miraba en silencio. Como si cuando lo hiciera lloraría a mares.Con su mano libre Ilayen agarró la de ella y la llevó a sus labios besando sus nudillos enrojecidos. Fue dejando pequeños besos en la zona, uno al lado del otro dejando que sus labios recorrieran la cálida piel.Asya no lo estaba rechazando, la estaba dejando tocar y más de aquella forma. La podía sentir debajo de sus palmas. Y al alzar la mirada notó como sus mejillas se tornaban ligeramente rojas y sus ojos brillaban. Se imaginó que lo que estaba sintiendo era muy de lejos el miedo que sentía cuand
-¿Fue tu príncipe o el alfa el que golpeó su frente?- fue la pregunta de la reina varios minutos más tarde. Tras calmar la ansiedad en ambos solo dejándose llevar en medio de un abrazo, sin nada más allá, Ilayen se había sentado con la espalda contra el tronco y atrapado a la loba entre sus brazos y piernas.Esta vez ella no opuso resistencia y recostó su cabeza hacia atrás soltando un bostezo. Ilayen acarició las muñecas de ella entre sus dedos a modo de masaje. Así de feas habían tenido que ser antes para que aún estuvieran en su cuerpo.-Fue un accidente, nada sin importancia, ya se está curando- respondió él quitándole importancia para no preocuparla.Asya no protestó y volvió a bostezar. Ilayen sonrió recostando su cabeza contra la sien de ella. La sentía relajada. Era increíble. Imaginar poder pasar así todos los días con ella entre sus brazos, sintiendo su calor y olor, envolviéndola en sus feromonas cuando estas despertasen. La sola idea de que ella fuera de él lo hacía sentir
La cena de recibimiento a los cachorros del alfa White, y el cumpleaños 18 del príncipe de la manada. Eran los dos eventos que se esperaban próximamente. Y aunque Asya era una de las cuatro reinas apenas le dieron responsabilidades. Entendía que como la última apenas tenía importancia, pero prácticamente la habían dejado de lado, sino fuera por el hecho que le había encargado el baile conmemorativo de la espada al príncipe. Más nada.-No tienes que preocuparte- Mirty, la tercera reina caminaba a su lado. Su rostro tenía una agradable sonrisa, aunque se ponía notar el reflejo de una cicatriz en su barbilla. Asya no tenía que pensar mucho para saber cómo podía haber ocurrido- A mi apenas me indicó que me encargara de los arreglos florales. Kate le gusta tener mucho control porque sabe que si el alfa se molesta las consecuencias las pagará ella.-No estoy molesta por ella, conozco mi posición.Mirty le sonrió para después apretar los labios ligeramente.-A veces me pregunto si en algún m
Ilayen raspó la tierra por no sabía que ves. El collar de su madre apenas si daba pista de su existencia, aunque tampoco era que le pusiera tanto empeño en ello. Y en caso que lo encontrase, pudiera mentir, después de todo… ya llevaba tiempo mintiéndole a su mate.No significase que se sintiese cómodo con ese hecho, más bien se recriminaba, pero era la forma que había encontrado de estar a su lado.Frunció el ceño de pronto y miró por encima del hombro.-¿Disculpe… desea que lo ayude?- la voz que escuchó no era la de su mate, pero la había escuchado antesIlayen sintió decepción y al parecer fue notable en su rostro.-¿Lo molesto?- Lena se acercó un poco más a él.-¿Dónde está Asya?- se preocupó dado que era su esclava la que estaba allí en ese momento. Debía haberla enviando.-Mi reina no se sentía bien- Lena bajó su cabeza- Esta mañana enviaron un té que se lo preparé y aunque no probé primero al parecer a ella la indispuso un poco y se encuentra durmiendo. Me comentó que le avisara
Su cuerpo estaba empapado en sudor. Sentía que su vientre se estaba comprimido, quemando, doliendo al punto que la hacía perder el conocimiento por momentos. Asya se refugió en su cama, recostada de lado apretando sus piernas hacia su pecho, con tal de aminorar un poco el dolor. Se cubrió por completo con la colcha mientras temblaba.Sus mandíbulas dolían de tanto apretar los dientes y en algún momento pudo jurar sentir algo caliente por sus muslos, pero para ese momento estaba sin fuerza en la cama. Le habían avisado que dolería, pero no tanto. No había durado mucho, solo unos minutos, pero suficiente para dejarla agotada.Pensar que las demás reinas pasaban por esto tras tener relación con el alfa… era sumarle más sufrimiento al que ya tenían.En algún momento cerró los ojos y todo se quedó negro a su alrededor. Su cuerpo ya no dolía como antes, este se fue desvaneciendo lentamente dejando sus músculos entumecidos. Sentía algo húmedo alrededor de sus muslos, mas no le prestó atenció
La primera vez que la vio se quedó fascinado.Que bien olíaFue el pensamiento que tuvo Ilayen al ver a la loba que se convertiría en una de las tantas esposas de su padre, el actual alfa de la manada. Era la primera vez que alguien como él, todavía considerado un cachorro a sus 16 años había sentido algo tan delicioso que hacía que su cuerpo temblara y su boca salivara.La loba caminaba por el medio del pasillo, cubierta por un manto blanco que cubría gran parte de su cuerpo, pero que para él… no ocultaba nada. Aun cuando era joven era mayor que él. Con la edad suficiente para entrar en el harem de su padre donde su principal función era satisfacer el gran alfa.Pero a diferencia de otras veces esa idea no le gustaba nada. Cada fibra de su cuerpo dictaba que corriera y arrebatada la loba del lado de su padre y la hiciera suya. Más él no podía.Ella ahora tenía un dueño.Sin embargo, el destino siempre jugaba las cartas como quería y sus caminos se volvieron a encontrar un año más tar