Vomitó, una y otra vez, dejando salir hasta la bilis de su estómago y aun así las náuseas no disminuyeron en absoluto.Asya se sentía terrible. Estaba hecha un desastre. Marcas por doquier y no importaba cuánta agua se echara sobre su piel no podía quitarse el desagradable olor del alfa sobre ella. Estaba impregnado desde el interior. Y eso la hacía estremecer.Se secó bruscamente las lágrimas que amenazaban con correr de sus ojos tras a última arcada donde ya no quedaba nada. Sus labios estaban hinchados y rotos. La marca en la zona derecha tras un golpe recibido tras casi morderle su miembro palpitaba tanto que mareaba.Byron no contenía su fuerza aun si era en la cama. Su reputación estaba bien respaldada. Antes de ingresar al harén había escuchado a muchos esclavos comentar de las variadas bajas entre ellos debido al trato del alfa, de cómo los trataba como simples objetos, de cómo los follaba sin compasión, no importaba si era una hembra joven, o un macho donde terminaba en peor
Seth entró corriendo a la habitación del príncipe que tenía el ceño fruncido sentado delante de su escritorio lleno de papeles.-Alteza, el alfa lo mandó a buscar. Tal parece que no es algo bueno- jadeó deteniéndose delante de él.Ilayen gruñó. Acaso aquella esclava lo había delatado. Además. Ver a su padre ahora, en su estado actual no era nada bueno. Decir que estaba molesto era quedarse corto. Seguramente él tendría aún encima el olor de su mate y tendría que usar toda su fuerza de voluntad para no saltarle directo al cuello a su padre.-Seth, pase lo que pase quédate aquí en esta habitación- le dijo con los dientes apretados.El esclavo se estremeció al notar el brillo en los ojos del otro lobo.-Alteza, por favor, controle sus emociones. No es bueno en este momento.-Sé muy bien controlar mis emociones, pero no es lo mismo cuando se trata de mis instintos- dijo sinceramente. Estos podrían traicionarlo en cualquier momento.Seth tenía más información que darle, sobre todo relacion
Tensión era lo que se sentía en aquella oficina. El olor a sangre joven que goteaba de la sien de Ilayen, era opacada por las gruesas feromonas del alfa delante de este que apretaba su cuello a más no poder. Los dedos se enterraban en su piel y la punta de sus garras abrían huecos en esta.-Alfa- Susen estaba pálida, con los ojos llorosos, pero no se atrevía a acercarse sobre todo por el miedo que la atacaba.Ilayen se mantuvo firme, y podía ver como las venas del rostro de su padre se iban marcando aún más. Hasta estuvo tentado a provocarlo, hacerlo enojar mucho más. Tenía muchas cosas que decirle, que reclamarle, pero apretó sus labios.Primero porque necesita quedarse en la manada al menos hasta la reunión, o al menos que pudiera volver, algo que lograría no sabía cómo, pero lo haría. Y segundo, si su padre se molestaba aún más era muy probable que soltara toda su molestia en alguna de sus reinas, siempre era así. Susen era la más cercana en ese momento. No era que tuviera alguna c
La primera vez que la vio se quedó fascinado.Que bien olíaFue el pensamiento que tuvo Ilayen al ver a la loba que se convertiría en una de las tantas esposas de su padre, el actual alfa de la manada. Era la primera vez que alguien como él, todavía considerado un cachorro a sus 16 años había sentido algo tan delicioso que hacía que su cuerpo temblara y su boca salivara.La loba caminaba por el medio del pasillo, cubierta por un manto blanco que cubría gran parte de su cuerpo, pero que para él… no ocultaba nada. Aun cuando era joven era mayor que él. Con la edad suficiente para entrar en el harem de su padre donde su principal función era satisfacer el gran alfa.Pero a diferencia de otras veces esa idea no le gustaba nada. Cada fibra de su cuerpo dictaba que corriera y arrebatada la loba del lado de su padre y la hiciera suya. Más él no podía.Ella ahora tenía un dueño.Sin embargo, el destino siempre jugaba las cartas como quería y sus caminos se volvieron a encontrar un año más tar
Ilayen atravesaba el pasillo donde los cuerpos estaba desparramos de un lado a otro. Los cuerpos de lobos desgarrando y otros abriendo el camino para él. Los bordes de su túnica abierta estaban manchados de sangre de aquellos que se le habían opuesto, al igual que sus manos con sus garras desenfundadas.Él era más fuerte que todos ellos. Los genes alfas palpitaban en su interior y tras haberse manifestado los había desarrollados con un solo objetivo. Volver y tomar el lugar que le correspondía en la manada. Como el alfa absoluto de esta.Solo faltaba una cosa. Ya tenía el control de la manada, los demás lobos lo habían reconocido como el hijo del alfa actual y no habían puesto resistencia, años de sufrimiento y sumisión los había marcado al punto de desesperarlos por otra alternativa, por un nuevo camino. Sin embargo… él no tenía tan buen corazón como parecía tener. En su mente solo giraban dos cosas.Matar y vengarse. Y no a la misma persona.Con solo pensarlo apretó sus dientes y su
Él, su mate, la estaba… rechazando. Asya sintió como un balde de agua helada sobre ella.¿Por qué? ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿No entendía? ¿Por qué la odiaba si ella… si ella…?Sin embargo, su conciencia en medio del rechazo y del rompimiento del enlace en su cuello nubló toda su mente ni siquiera permitiéndole patearle el trasero a aquel lobo que le hacía aquello después de todo el sacrificio que ella había hecho por él.Ilayen notó que ella se quedó tiesa y se fue girado para dejarla allí, no tenía nada más que hablar con ella cuando el brillo de algo filoso apareció en su rango de visión. El cuchillo en su mano. Acaso ella iba a hacerle lo mismo que a su padre. Realmente ella no amaba a na…No… no iba en dirección a él sino a…Su cuerpo se movió rápido, su mano atrapó la hoja de la daga que iba directo al cuello de la loba donde la punta se enterró a milímetros de la vena palpitante. La sangre tanto de él como de ella se mezcló cayendo al suelo.-¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE ESTÁS H
Muchos años antes.Ilayen apretaba sus manos en su regazo delante de la tumba de su madre. Ella, una loba más del harem de su padre había muerto sola y olvidada. Aun cuando él le había pedido tantas veces a su padre que la fuera a ver, él nunca le había mostrado más interés del necesario y tras tenerlo a él, su único cachorro macho ni siquiera la había atendido más.Varios años habían pasado desde su nacimiento y su madre, sola y dolida, había muerto de tristeza, con la marca en la nuca irritada y anhelando, aunque fuera una última vez una visita. Que tontas podían ser las hembras marcadas, siempre esperando por el lobo que las había unido a ellas, o, aunque fuera un poco de su atención.Si el tuviera una pareja no le podría hacer eso. Como lobo macho sería detestable si la hacía sufrir así.Y era una de las razones por las que odiaba a su padre, no solo por haberle hecho eso a su madre, sino la facilidad con la que la reemplazaba, como ese día que entraría al harem la loba que borrar
Ver a la loba que sería estaba destinada a él convertirse en la compañera de su padre, había sido realmente desgarrador para él. Repugnante. Incluso, no tenía muchos recuerdos de aquello, solo un dolor atormentador mientras ella creaba un lazo al lado de alguien que no era él. Lo peor, ella… no había hecho nada para impedirle.Tampoco era que ella supiera que él era su mate.Era una hembra, las lobas no podían detectarlo a menos que su compañero cumpliera la mayoría de edad y exudaran las feromonas que lo identificaran y la llamaran. Y él en ese momento tenía solo 16 años, ahora 17. Así que incluso si sus caminos se cruzaban ella ni siquiera lo notaría. Todo lo contrario, a él que con solo una mirada supo que ella era su destinada.Y no es como que se hubieran encontrado. A pesar de vivir en la residencia principal a las reinas no se les dejaba salir de sus pabellones a menos que fuera estrictamente necesario por lo que después de todo ese tiempo él no la había visto. No sabía cómo er