Capitulo 4

Madre luna dame paz…

Saque de mi bolsillo aquella cápsulas que me dio Gaspar y cuando intente meterme una a la boca, Paul tomo mi mano y la lanzo con fuerza, le mire incrédula y sin decir nada también me arrebato las demás pastillas.

—¿qué diablos crees que haces? Te… te has vuelto loco.

—¿Por qué tomas esas pastillas?

—¡Que te importa! —zanje arrebatándoselas.

—¿sabes lo que son siquiera? Desde lejos puedo oler su desagradable olor.

—Pues no lo sé, no tengo tu sentido del olfato. De todas maneras, Las he tomado toda mi vida, cuál es el problema ahora. —Río sin gracia, negando para acercarse a mí, y de un golpe seco hacerlas caer de mi mano para luego pisarlas con fuerza.

—Preguntante porque no te has podido trasformar, y todos tus sentidos están adormecidos —abrí mis ojos inertes, viéndolo alejarse por el pasillo. Mire una última vez las pastillas y siguiéndolo pregunte.

—Tal vez sea lo mejor, no se convivir con esta parte de mí.

—Son inhibidoras para suprimir nuestros instintos, por eso te encuentras tan mal, y si llevas tomándolas desde niña el daño debe ser grave. Por eso jamás pudiste sentir a tu loba hasta el año pasado.

—Mi madre siempre me hacía tomarlas, decía que era por mis migrañas. —Soltó una carcajada y murmuro.

—No me extraña que lo hiciera, no quería esa parte de ti despierta. —Avergonzada agazapé la mirada, de nuevo este pasado me recordaba quién era. De repente le vi subirse en el balcon para luego saltar.

—¡Paul! —grite inclinada hacia al balcón para mira hacia abajo y verlo intacto, suspire con alivio y sote.

—¿Qué diablos te pasa? Pudiste hacerte daño.

—¿Daño…? Creo que aún no te has dado cuenta de lo que somos, vamos… salta. —Negué aferrada al barandal de piedra mientras la brisa movía levemente mi cabello, negué asustada para decir.

—Yo no puedo hacer esto, me… me haré daño.

—No te pasara nada, yo te recibiré —alzo sus manos hacia arriba, provocando que mi respiración se acelerara, como si un chute de adrenalina se me hubiera sido inyectado. Me subí en el borde del balcón temblorosa cerré mis ojos y me lancé pegando chillido, al abrir mis ojos Paul me sostenía con tanta ligereza como si me peso fuera el de un pequeño niño.

—¿Ahora lo entiendes? Somos mucho más que seres humanos comunes y corrientes. —Me bajo al suelo y camino hacia el bosque trasero que tenía la mansión.

—Vamos…

—¿A dónde?

—A encontrar a tu loba. —asentí temerosa, pero con la intensa fuerza de mis latidos que me pedían seguir.

—¿Y cómo se supone que vamos a… encontrar a mi loba? ¿Y Qué se supone que hacemos aquí? —inquirí intentando seguirle el paso, pero se me dificultaba con esta ropa, el terreno irregular, y la sofocante humedad del aire.

—Preguntas mucho y no te detienes en aprender.

—¿Aprender qué? No me dices nada… me traes aquí sin más. Sabía que esto era una idea terrible, tengo tantas cosas en que pensar. —Dije respirando, cansada, me senté en una piedra sintiendo que me volvería loca. Tenía tantas cosas que hacer, y yo aquí en un bosque con este… no sabía ni como nombrarlo. Oí que detuvo sus pasos me miro y dijo.

—El bosque es lo que tienes que aprender, acaso no lo sientes… la brisa, los sonidos del agua, el olor de la tierra mojada. Tienes que abrir tus sentidos —estiro su mano hacia mí y si mucha motivación la tome, al levantarme nos miramos frente a frente y dijo.

—Cierra los ojos —hice lo que me pidió y soltó. —Escucha atentamente, el agua caer con fuerza.

—¿Agua…? Pero si no vimos ninguno rio cercano, como se supone que…  —sin dejarme terminar propino.

—¡cállate y escucha! Deja de guiarte por tu vista y la razón, y muévete por tus otros sentidos. —Intente concentrarme y sin darme cuenta empecé a escuchar las hojas de los árboles, moverse, tanto que los podía ver claramente en mi mente como si estuviera en la ventanilla de un auto a toda velocidad, era… ¿Yo? Y de repente se detuvo escuchando el fuerte ruido de agua, corre con fuerza y una cascada se formó ante mis ojos. Abrí mis ojos sorprendida para ver el rostro de satisfacción de Paul.

—Lo vi… mejor dicho lo escuché. ¿Cómo… hice eso?

—Se llama ultra instinto, y hace parte de nuestro ser, tu loba no está perdida… es solo que no te tomas la tarea de unirte a ella, de escucharla… de darle libertad. ¿Me pediste que te ayudara con las negaciones? Pues bien, esta es la manera de llegar a ellos… conociendo nuestra raza, en vez de verlos diferente a ti, verlos como un igual, cuando te entiendas los entenderás a ellos.

—Entiendo… ahora lo entiendo, Paul —respire hondo el aire fresco y después de dos semanas con jaquecas, hoy era el primer día que no me sentía asfixiada.

Paul

Abrí mis ojos y la vi frente, tan débil… tan ilesa, frunció el ceño con dificultad, casi como si le costara dar cada paso. Entonces lo pensé de nuevo cada vez que la veía, cada vez que su apellido salía de mi boca, “ella debería estar muerta…” murmuraba Eros. Solté su mano y de mi gabardina saqué una daga. Le apunte firme con la respiración rápida, cada pensamiento paso por mi mente, era tan fácil, ni siquiera se lo esperaría, solo acaba con ella… mátala… tantas veces tuve la oportunidad, y este era mi momento. Entonces la oí murmurar.

—Tengo miedo… —fue casi imperceptible, tanto así que ni ella se habría dado cuenta de lo que había soltado, recuerdos me vinieron a mi mente… esas mismas palabras —Sol… —murmure. Apreté mi puño bajando la navaja, miré el cielo y dije.

—Madre luna, dame paz…

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