Capitulo 3

Algo se está gestando.

—¿Como va la vida de alcaldesa?

—¿cómo crees? —esbozo una sonrisa, encendiendo un cigarrillo apoyado en la barandilla, mientras la brisa refrescaba aquella noche.

—De seguro debe ser divertidísimo, además… de alguna manera te pega, tienes ese aire.

—Prefiero no saber de qué aire hablas. —Sonrió levemente mirando hacia el horizonte. Sin poder evitarlo le mire y pregunte.

—Siempre hablamos de mí, pero realmente no sé nada de ti… ¿adónde te fuiste por tanto tiempo?

—Solo fueron dos meses… tan pronto y ya me extrañaste —indico inclinando su cuello hacia mí con esa petulante expresión y ceja sobresaliente.

—Bien, no me digas… solo quería saber más cosas de mi supuesto salvador, eso era todo.

—¿Salvador? Yo no te salve ese día Angela, simplemente me aleje de algo que no quería para mí, solo vele por mí, y tu estabas ahí como mi oportunidad para saltar al vacío…. —pensativa, tome el cigarro de su mano y le pegue una calada.

—Egoísmo o no, me sacaste de ahí cuando ni siquiera podía moverme del miedo, todos me despreciaron y tu no… pudiste haberme dejado —al recordar, mis manos empezaron a temblar, mi respiración se aceleró. Aun me perseguían las pesadillas de ese día, mis manos estaban manchadas de inocentes y si algo me reconfortaba volverme alcaldesa es que no volvería a dejar morir a ningún inocente por esta guerra absurda.

—Oye… —llamo mi atención tomando mi mano. —Ya no eres la misma débil mujer que no sabía nada, no debes temerle a tu pasado… ya paso, no hay vuelta atrás, debes seguir. —Miré a sus ojos y dije atemorizada.

—Dime la verdad, Paul… los... los… has visto, ¿cómo están? ¿Dónde enterraron a sky? Yo solo… quisiera despedirme.

—Oye… oye… oye. Para tu auto ahí, te estas oyendo lo que quieres hacer.

—¿Los viste en tu viaje? De seguro debiste haberlos visto… todos esos bosques son su zona.

—Primero cálmate, segundo… como tal no me encontré con ello, no quise toparme con la manada después de volverme un desertor, pero de seguro ya se abra realizado la ceremonia fúnebre de sky, siempre preparan el cuerpo un buen tiempo antes de quemarlo.

—¿Los queman?

—Si, es la tradición para un miembro de la manada, es para separar el cuerpo del alma —triste aparte mi mirada sintiendo de nuevo ese enorme peso.

—¿Y… Galaxy? —pregunte sin mirarlo a los ojos.

—Oí que ahora es la comandante de la manada, la conocen por ser dura… su nombre se ha hecho eco entre los nuestros… realiza los tratos con los comerciantes y la caza para proveer al pueblo, y si no estoy mal pronto se acercara la ceremonia de sucesión de Matt. —aquel nombre oprimió mi pecho con más fuerza de la que me quise imaginar, mi siguiente pregunta iba ser por él… pero ahora me he dado cuenta de que no estoy lista para que resurja de nuevo en mi mente, aun me persogué la última mirada que compartimos, tan frían… tan distante, digna de un cierre, de un punto y aparte.

—Y tu… siendo ahora la alcaldesa, ¿qué harás con los nuestros? —inquirió muy seriamente Paul mirándome con contundencia. Esta vez no dude… esta vez lo tenía más claro que cualquier sentimiento confuso.

—Quiero firmar un tratado de paz con la familia Wood, como debió ser hace mucho tiempo, coexistir con todos sin más guerra ni muerte…

—Si, si, muy bonito tu discurso político hippie, pero te recuerdo que eres la hija de la familia que masacro a la mayoría de nuestra especie.

—Negociando las personas llegan a un punto, podrías darme ánimos en vez de ser tan negativo. Se supone que nosotros debemos ser el cambio, no era de esto de lo que siempre hablaban en el gimnasio, de ser por fin libres de tanto odio y daño que nos hicieron nuestros progenitores —sin mirarme soltó un suspiro mirando al horizonte.

—Y de hecho…. tu será mi pieza clave para empezar las negociaciones. —dije cantarina lanzando el dardo que lo desestabilizo.

—¿que? —tosió el humo del cigarro —¡Te has vuelto loca! Yo ya no tengo nada que ver con esa gente, pudieron haber escapado, pudieron haber cambiado las cosas, y permanecer juntos como la familia que éramos… pero ellos solo quieren seguir el camino del alfa anterior, tomaron su decisión… y yo tome la mía —dijo con decepción… parecía que no era la única lastimada por sus decisiones.

—No quiero verlo perdido, Paul… si de algo he aprendido de todo esto es que nada es blanco ni negro, es una paleta de coleres inmensa… y estoy segura que las circunstancias los han empujado. Yo no desee ser alcaldesa después de la muerte de mi madre, pero hay personas que me ven como su única salvación, y también quiero que lo sea para la manada, después de todo soy una de ellos. Así que por favor te pido que me ayudes… me miro y después de un largo rato en el que solo el silencio era respuesta soltó.

—Bien… será como un trabajo, quiero que me paguen y mucho. No soporto estar mucho tiempo en este lugar, y que sepas que no lo hago por la familia Hackett ni la gente de este pueblo, lo hago para rendirle paz a todos los inocentes que murieron a manos de esta guerra…—dijo con tanta contundencia y dolor en aquellas últimas palabras, que pude sentir como su lobo se erizaba.

—Estoy cansado, ha sido un día largo, me iré a dormir.

—¿Cuándo me contaras tu historia? —me gire con rapidez viéndolo detener sus pasos, me miro y dijo.

—No tengo prisa, buenas noches alcaldesa —Y sin más me dejo una colilla aun encendida y miles de dudas en la mente.

—Buen día, alcaldesa.

—Gaspar, me conoces desde que era una niña, has sido la mano derecha de mi madre por mucho tiempo, al menos tu podrías decirme por mi nombre.

—No, señorita alcaldesa, necesito que se acostumbre que muchas personas la llamaran así de ahora en adelante. El día de hoy le traigo los temas más importantes que necesitan su atención antes de que haga sea la sucesión de la alcaldía. —De repente me paso un folder que se hacía llamar temas de importancia, era realmente gordo. Solté un suspiro y pregunté.

—¿Todo esto? Pero como tratare el tema que sea más importante, si todo los son.

—Para eso me tiene a mí, le comentare el tema que necesita su presencia y luego los otros puede solucionarlos en la marcha.

—Gracias, Gaspar, no sé qué haría sin ti.

—Tenemos problemas con los camiones que proveen al pueblo de algunos alimentos, como carne, sal, pescado y otros productos de primera necesidad, que no podemos obtener porque el territorio del bosque le pertenece… usted ya sabe a quiénes —Alce mi mirada del informe para mirarle.

—Entiendo… supongo que les pertenece.

—En realidad, no, no les pertenece. Han tomado los bosques como suyos desde hace muchos años para esconderse por esa naturaleza monstruosa. De hecho, perdemos el turismo, el segunda aporté monetario del pueblo, una de los atractivos de nuestro pueblo son nuestros bosques, eso significa que perdemos dinero cada día —sorprendida de esa noticia, solté un fuerte suspiro, no sabía nada de esto.

—¿Desde cuándo llevamos perdiendo tanto dinero?

—Yo no llevo las cuentas, eso tendría que hablarlo con el consejo municipal señorita alcaldesa, pero lo que, si le puedo decir, es que después del incidente del festival de la caza hace muchos años nuestros bosques tuvieron que cerrar para el resto de nuestros pueblos vecinos, y después de los últimos meses nuestra fama a terminado sepultándonos. —Mi mirada se perdió pensativa en todo lo que acaba de decirme, esto era terrible… jamás pensé que las cosas estuvieran tan mal, y esta guerra solo ha provocado que inocentes paguen.

—¿Que se supone que hacia mi madre para solucionar este problema? —el rostro de Gaspar se ilumino cuando la nombre y dijo.

—La señora Clara, quería expulsar a toda esta gente para que el pueblo.

—Expulsar no es sinónimo de matar, así nunca llegaría a ningún lado. En fin… este no es un tema a debatir ahora mismo, ¿dime el tema urgente? —indique pasando mis dedos por mis cienes, sentía una terrible molestia que provenía de Sefire como si algo deseara salir fuera de mí.

—Iré directo al grano, los proveedores están siendo robados por los salvajes, y por ende lo productos no llegan completos al pueblo, y la gente está empezado a molestarse… sobre todo los tenderos. La señora clara escoltaba los camiones y vigilaba las carreteras para que no hubiera robos —alce mi mirada y refute.

—Eso… no tiene sentido, ¿porque harían algo así? —rio e indico.

—Porque son unos delincuentes, y unos salvajes —aquellas palabras provocaron que apretara mis puños, parecía como si cada vez que salía algún insulto de su boca jalaba lo pelos de mi nuca cabreándome.

—La gente no hace las cosas porque si, ¿tiene que haber una razón?

—Y qué razón cree que es suficiente, tienen nuestros bosques, asustan a nuestra gente, y por últimos matan a su madre … ¡que más se supone que debemos darles! —propinó Gaspar intentado mantener la calma, pero su impasible forma de ser se había alterado, negué y un intenso dolor de cabeza me asolo. Se acerco hasta mí y me entrego unas pastillas.

—Tómelas, calmaran esos instintos… —alce mi mirada hacia él y dijo.

—Su madre siempre se las daba, debe seguir tomándolas o perderá el control —Las arrebate de sus manos, y satisfecho soltó.

—¿Quiere que me encargue del tema? Mientras soluciona… su problemita, la sucesión está cerca, debe encontrarse bien para cuando eso empiece —negué intentando calmar mis ánimos.

—Necesito hacerme con este tema, y enterarme de cuál es la verdadera situación con ellos.

—Déjeme ayudarla con esto, además… como puedo comprobar no está bien de salud, primero debe aprender a controlarse… no puede hacerlo todo usted sola, para eso me tiene como su consejero. —Pensativa le miré, y no pude negar que no me sentía bien.

—No quiero que los ataquen, quiero saber la razón de porque están robándonos, dales la oportunidad de hablar ¿Entendiste, Gaspar?

—No se preocupe, la informare, me retiro entonces alcaldesa —Gaspar salió de la oficina mientras mi respiración era rápida y sudaba frio. No estaba en celo… ¿entonces que me pasaba? Sefire no me respondía… pero podía sentirla enojada, desesperada. Todos esos sentimientos me asolaban, de repente la puerta se abrió, era Paul con su seria estampa.

—No te esperaba a esta hora, ¿qué haces aquí tan temprano?

—Te ves como la m****a.

—Siempre tan cariñoso, pero no me siento con mucho ánimo para soportar tu temperamento, tengo mucho en que pensar

—Vamos, salgamos de aquí. —Sin esperar mi respuesta salió de la oficina, me levanté temblorosa y le seguí.

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