Capitulo 5

Golpe bajo

Vi las luces del camión, iluminar los árboles en una de las curvas de la carretera, la velocidad disminuyo en el mismo punto de encuentro, puse mi capucha y les hice la señal a los demás, con agilidad nos acercamos al camión y tocamos dos veces provocando que el hombre bajara, les hice una señal a mis hombres para que se dispersaran mientras negociaba con él. Cuando me acerque a la parte de atrás del camión, el hombre abrió las puertas subiéndose a la bodega.

—Lo mismo de siempre.

—Bien —empezó a sacar las cajas mientras la noche nos amparaba con su oscuridad.

—¿ha habido algún problema?

—Todo bastante tranquilo —indico sacando la segunda caja que uno de mis hombres tomo, pero me fije que temblaba como una hoja, entonces pregunte.

—Tardaste esta vez, ¿pasa algo en el camino?

—No pasa nada… terminemos esto cuanto antes. —sin poder creerle una palabra, todo encendió mis alarmas, esto no me gustaba. Tome su mano con fuerza provocando que saltara del miedo, ya no era unos simples nervios como había notado, este hombre estaba aterrado.

—¡Habla! Sé que escondes algo…

—Por favor, ya no fue suficiente con lo que estaba haciendo por ustedes. Malditas ratas traicioneras, ¡¿qué más quieren?! Solo quiero vivir, quiero volver con mi familia… déjenme en paz. —Increpo el hombre arrodillado, llorando mientras suplicaba, sin entender que pasaba, solté su mano y de repente sentí un fuerte olor a gasolina mientras los fuertes lloros del hombre se volvían, un ruido leve de fondo, el ruido de algo metálica caer al suelo en el pavimento llamo mi alarmar abrí los ojos y grité.

—¡Corran! —de repente la camioneta exploto en miles de pedazos, mandándonos lejos, sin darme tiempo a sacar al pobre hombre.

—¡Capitana Galaxy, se encuentra bien! —intentaron levantarme del suelo mientras la camioneta ardía en llamas y mi corazón latía con fuerza.

—Estén alertas… —de repente vi el panorama, la mitad de mis hombres se encontraban en el suelo herido, maldición… un grupo de soldados armados llegaron a la zona, mis hombres sacaron sus arcos y apuntando.

—Malditos delincuentes, viene a robarnos y si no lo consiguen, asesinas a civiles.

—Nosotros no tenemos nada que ver con esto, la camioneta exploto… —escupí apretando mi quijada con rabia.

—Lo vimos todo, amenazo al hombre y cuando no le dio lo que querían activaron el explosivo, son unas ratas sin honor… unos salvajes sin escrúpulos. —rugí con fuerza tomando a uno de los hombres por el cuello para alzarlo como un muñeco.

—No me calientes o te juro que te arranco la cabeza de un bocado. —Propine mientras mis ojos se volvía carmesí.

—Mata a uno de mis hombres, mujer salvaje, y os veréis en más problemas con el pueblo —dijo caminando hacia adelante un hombre en traje.

—Me presento, soy Gaspar, la mano derecha de la alcaldesa Ángela y esta noche su representante. Le pido que le diga a su gente, que baje las armas y se entreguen para ser debidamente encarcelados. —Mire tras de mí y luego a ellos eran más que nosotros. A punto de pedirles que bajaran sus armas a mis hombres, Makena negó y grito.

—¡Nosotros no agachamos la cabeza ante estos asesinos comandante! ¡No huiremos! —grito transformándose y saltando al cuello de uno de ellos.

—¡Por nuestros hermanos caídos! —todos se trasformaron y las balas no se hicieron de esperar, los gruñidos y la fuerza de las mandíbulas perforando la carne y los gritos de sus voces soltando el último aliento, mi loba se relamió recordándome a sky, recordándome que no quería dejarme pisotear más por estos asesinos… Arranque la cabeza de aquel hombre y de un rugido me trasforme saltando encima de ellos mientras disparaban sus metralletas, nos escondimos en los bosques huyendo al ver como caían en el suelo la mitad de los míos.

—¡Malditos monstruos!

—¡A los bosques! — grité entrando corriendo con velocidad en mi forma lobuna. Esto no se los perdonaría, había sido una emboscada por orden de la alcaldesa, nos estaban casando… esto era la guerra.

*Al fondo, aquel lago infinito de aguas tranquilas, había una figura… era un hombre, pero no alcanzaba a ver su rostro. Me acerqué lentamente hasta él cuando de repente empezó a alejarse

—¡Ey, espera! —apure el paso al no oír su respuesta.

—¡Detente! ¿Quién eres…? Solo quiero saber quién eres —grité, pero cada paso que daba me alejaba más y más, de repente escuché.

—¡Señorita alcaldesa, señorita alcaldesa, tenemos una emergencia! —abrí mis ojos en la oscuridad de mi habitación, escuchando los fuertes toques en mi puerta, entonces supe que algo malo había ocurrido, me levante de la cama, encendí la lámpara y mire la hora, eran as tres de la mañana. Tomé mi vida y al salir me encontré de frente con la empleada.

—¿qué está pasando?

—Ha habido un ataque, el señor Gaspar pidió llamarla. —Salí de la habitación caminando al salón, Gaspar se encontraba al lado de otro hombre que estaba cubierto de sangre.

—¿Gaspar que ha pasado?

—Han detonado una bomba matando a un civil, cuando intentamos capturarlos, se trasformaron en esas bestias infernales y mataron a todos nuestros militares a cargo.

—¿qué? ¿Eso… cómo es eso posible? ¿Por qué detonarían una bomba? Tiene que haber una explicación.

—Señorita alcaldesa, lo vimos con nuestros ojos… amenazaron al pobre conductor y al ver que no quiso trabajar más con ellos, detonaron una bomba que asesino al hombre. —pase saliva con dificultad intentando pensar-

—¿reconocieron quiénes eran?

—¿No está preguntando si había algún líder con ellos? —dijo el comandante militar.

—Si…

—Tenemos expedientes de todos los cabecillas que han estado contrabandeando con las mercancías del pueblo, y creo que reconocí a una importante cabecilla de la banda, una mujer que parece que tiene bastante influencia en la llamada manada, se hace llamar capitana Galaxy —mis ojos se abrieron levemente al escuchar ese nombre.

—Tal vez podamos entablar un diálogo con ella, si ella es la líder de los robos… podríamos entender que sucedió, y solucionarlo de una manera más pacífica, necesitaba comunicarme con ellos y esta es una buena manera. —Indique caminando de un lado a otro, intentando entender como Galaxy había llegado a tanto. Alce mi mirada y el horror surco el semblante del comandante.

—Murieron todos mis compañeros, más de treinta hombres cayeron a manos de esos adefesios… conocía a sus familias, llevábamos más de diez años trabajando algunos, y mañana seguramente tendré que decirles a todas esas personas que jamás verán a sus padres y esposos. Y me dice que quiere hablar con ellos, sentarse a tomar el café… ¿Qué clase de alcaldesa es usted? ¡Qué clase de monstruo es! —temblorosa, me mantuve firme sin saber qué responder.

—No solo murieron soldados, señora alcaldesa… también murió un civil, un simple conductor. Tenía una hija y viví sencillamente con su esposa, trabaja al día para traerle algo de comer a su familia. —dijo Gaspar con una seria expresión.

—Yo… solo quería.

—¿Que se supone que les dirá a esas familias? Los pondrá mirar a la cara... porque yo no —se puso su sombrero y salió del salón dejándome con un remordimiento de culpa que ya conocía muy bien. Era de nuevo mi culpa…

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