Leyna
Miro al pequeño Karan como come del pecho de su madre, es un niño muy alegre y vivaz para los diez meses que tiene, el tiempo pasa rápido, más sin él, borro esos pensamientos idiotas de mi mente.
—¿En qué piensas? —pregunta mi amiga, niego.
—Nada importante. —siempre es la misma respuesta, sé que Marlene no me cree sus gestos lo dicen.
—Leyna soy tu hermana del alma sé cuando mientes. —se levanta con el mini clon del griego en brazos.
—Si sabes, no preguntes. —respondo mordaz, para que deje el tema de lado.
—Me preocupas Leyna, —pone a mi sobrino en el piso con sus juguetes. —¿Cuánto tiempo a pasado?
—Más de un año, —respondo en un susurro. —Para ser exactos diecinueve meses. —se forma un nudo en mi garganta por las ganas de llorar.
—Es hora de que hagas tu vida Leyna. —niego porque prometió que volvería, por lo menos eso dijo el día de la boda.
—Lo intento, pero es difícil. —se acerca a mí, me rodea con sus brazos.
—Juro que lo mataré, no entiendo por qué no ha vuelto, ya paso el año que dijo. —asiento ante su reclamo.
—¿No has hablado con él? —niega. —Gavrel tampoco sabe nada. —una idea cruza por mi cabeza. —¿Estará bien? —hierva mala nunca muera.
—Sabemos como es Leyna, mi hermano es un idiota. —tiene razón, pero mi corazón no asimila que él no vaya a volver. —Hablaré con mis padres, ellos deben saber algo.
—No. No quiero un sermón de Blaz ya tengo suficiente con Vivenka que me presenta a todos los hijos de sus amigas. —las dos soltamos una carcajada, su madre puede ser algo intensa cuando se lo propone.
—Mi madre no cambia más. —escuchamos la puerta ser abierta es el griego que viene de entrenar con Cecilio. —¡Llegaron! —Marlene se acerca a su esposo.
—Si agapí (amor). —Leandro responde el beso de mi amiga.
Me acerco a donde esta Karan para jugar con él, tomo un auto de plástico haciéndolo mover por el piso, el pequeño ríe divertido, ama este tipo de juguetes creo que tenemos un futuro piloto en la familia.
—¿Cómo estás bellissima (hermosa)? —Cecilio deja un beso en mi mejilla, parpadeo un par de veces, porque este italiano sexy me abruma demasiado, es la mejor forma de olvidarte de cierto idiota.
—Hola boser bub (chico malo), —le doy una sonrisa corta. —Bien ¿y tú?
—Bien, ¿Qué harás en la noche? —Cecilio y yo no hemos vueltos grandes amigos.
—Nada, ¿qué tienes en mente? —su sonrisa me dice que no será nada bueno.
—Un par de tragos, algo tranquilo. —se encoge de hombros.
—Cecilio la última vez que salí contigo nada fue tranquilo. —niego divertida. —Casi terminamos en la cárcel si no hubiera sido por Gavrel.
Y es verdad, Cecilio tiene una debilidad por las motocicletas, nos pasamos dos luces en rojo, la policía nos persiguió, si no hubiera llamado a Gavrel durante la persecución estaríamos en la cárcel en este momento.
—El ruso me cae bien. —giro mis ojos porque el ruso y este loco han formado una amistad.
—Y tú a él, si no ya te hubiera golpeado por ser mi amigo. —niega divertido.
—Sabe que te cuido mia adorabile signora (mi bella dama).
—Si tú lo dices. —reímos los dos, mientras Karan comienza a llorar, el griego se acerca rápidamente y toma a su hijo en brazos.
—¿Qué planean? —pregunta Leandro, mientras calma a su hijo.
—Salir por unos tragos. —responde Cecilio ayudándome a levantarme del piso, porque estábamos con el pequeño griego.
—Por favor díganme que no se meterán en problemas, —los dos negamos como unos niños pequeños. —No quiero ver a mi suegro enojado, no es agradable. —Leandro hace una mueca comienzo a reír.
—Blaz es un amor. —digo con ironía, Cecilio y el griego niegan frenéticos.
—Ningún Fischer lo es, —me tenso en mi lugar, porque el idiota lleva ese apellido, Leandro lo nota. —Discúlpame Leyna.
—No pasa nada. —niego, no tiene la culpa.
—Bueno, no me has dicho ¿vamos por esos tragos? —Cecilio trata de sacarme de ese momento incómodo.
—Si vamos. —total ¿qué puede salir mal? Nunca se sabe.
Termino de colocarme mi labial rojo, me doy una mirada de cuerpo entero en el espejo de mi cuarto, me gusta lo que ven mis ojos, una chica de ojos grandes y expresivos de un azul verdoso, soy muy alta mido 1,78 cm, podrías ser modelo, si podría, pero prefiero las letras y la verdad amo la comida, como para estar haciendo constantes dietas y pasarme la vida en un gimnasio.
En fin como les decía me miro por última vez, donde apruebo mi vestimenta, que es un vestido negro con tirantes pegado al cuerpo, pero tiene mangas tres cuarto de tul transparentes, la falda negra me llega arriba de los muslos, pero el tul hasta mis rodillas, tiene unas flores bordadas en colores vivos, una belleza me le dio Marlene para mi último cumple años que fue hace un mes, donde él no estuvo, alejo todo pensamiento que me lleve al idiota.
Busco mis sandalias de tacón negro me las coloco, cuando termino de atar mi cabello en un medio moño siento el timbre sonar, me dirijo rápido a la puerta no quiero dejar a Cecilio esperando por mí.
Abro la puerta y me encuentro a un impresionante italiano delante de mí, ¿Dios de que lo hizo? Si no lo tuviera delante, diría que tanta perfección no puede existir.
Sus típicos jeans gastados, su campera de cuero negra, con su camisa blanca con tres botones desabrochados dejando a la vista sus tatuajes y diciéndole al mundo que es un chico malo.
—¿Me dejarás entrar? —escanea todo mi cuerpo y como cada vez que lo hace me incomodo —Te ves hermosa.
—Gracias tú también, —me sonrojo porque no es un secreto que Cecilio trato de seducirme, pero le aclare que solo obtendría mi amistad. —Iré por mi bolso. —digo mientras termina de entrar.
—¿A cuántos tendré que golpear? —me grita porque estoy en mi cuarto recogiendo mis cosas.
—A nadie Cecilio, ya te pareces a los demás, —estos hombres son insoportables. —Son muy posesivos.
—Ya les dijimos que es con lo que queremos. —se encoge de hombros, mientras niego, ¿te quiere?, no quiero saber.
—¿Nos vamos? —pregunto cambiando de tema.
—Si mia adorabile signora (mi bella dama). —niego divertida porque a Cecilio le encanta decirme así.
Hace rato estamos en la discoteca, hemos bebido algunos tragos y bailado hasta que me duelan los pies, ahora estamos hablando muy cómodos en uno de los reservados del bar, cortesía de Leandro, este lugar es del griego.
Le aviso a Cecilio que iré al baño, me dirijo hasta los sanitarios una vez dentro hago mis cosas, acomodo mi maquillaje que estaba un poco corrido, cuando salgo me dirijo a la mesa y encuentro al italiano con una hermosa morena, decido no molestarlo así que me dirijo a la barra por otra cerveza.
—¿Me das otra? —le pregunto a Nikolái el barman, me escanea con la mirada y asiente.
—Toma preciosa, —cuando estoy por tomar la botella toma mi muñeca. —¿Leyna cuándo me darás una oportunidad? —pregunta gritando sobre la música.
M****a, Nikolái es un ruso hermoso, pero todavía amo a alguien más, cuando voy a responder siento una voz a mi espalda que hace que mi corazón se detenga.
—Suéltala, —ordena. —Si no lo haces te golpearé.
Giro un poco mi cabeza para ver sobre mi hombro y no puedo creer lo que ven mis ojos, es Dereck Fischer, el mismo que viste y calza. ¿Qué hace aquí? Pero la gran pregunta es ¿con qué derecho se cree este idiota para dar órdenes?.
Le enseñaré quien es Leyna Müller.
☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
DereckEstoy en la puerta del departamento de mi hermana, no sé si golpear o no,a ti te golpearan,carajo es cierto en esta familia todos me quieren muerto,con sobrada razón,ruedo mis ojos por los pensamientos absurdos que tengo.Junto el valor suficiente, golpeo suavemente para que no me escuchen, pero mi suerte no es tanta, la puerta es abierta por mi cuñado su mirada me recorre por completo me da una sonrisa.—Dereck, ¿cómo estás? —abrazo a mi cuñado. —Pasa. —me hace una seña una vez que nos separamos.—Gracias, —tomo mi maleta y la arrastro hasta la sala, el pequeño Karan está con sus autos. —¿Mi hermana?.Como si la hubiera invocado sale de la cocina con un delantal puesto, se queda estática cuando me ve, pero se recompone rápidamente, se acerca y nos fundimos en un abrazo,
Leyna—Suéltala, —ordena con los dientes apretados. —Si no lo haces te golpearé. —¿pero se volvió loco o que?—¿Quién te crees que eres? —maldito Dereck, ¿por qué has vuelto?—Dereck Fischer, —me da esa sonrisa moja bragas. —¿Ya se te olvido? —susurra contra mi oído, está demasiado cerca.—Obvio que no me he olvidado de ti, —sigo de espaldas a él, apoyo mi trasero en su entre pierna su amigo se emociona rápidamente. —Lo que no recuerdo es que número eres.Sus manos van a mis caderas, haciendo presión en ellas, apoya su miembro semi erecto en mí, la fricción hace que me moje de excitación. Su aliento choca en mi cuello erizando todos mis bellos.—¿De qué hablasmein Stern (mi estrella)?
DereckAcelero el auto de mi hermana, esta mujer esta loca si cree que voy a permitir que se vaya así como si nada y encima con Cecilio,creí que no habías vuelto por ella,y no era así, pero volverla a ver hizo que se despertara todo lo que siento por mi estrella.Busco mi teléfono para llamar a mi hermana, suena una, dos veces cuando creo que no me va a atender lo hace.—Hola. —su voz sale adormilada. —¿Quién habla?—¿Dónde vive Leyna? —no hace falta que le diga quien soy.—¿Dereck? —asiento como si me pudiera ver. —¿Qué hora es?—Tarde Marlene, —doblo por donde creo que se fueron. —Dame la maldita dirección. —ordeno.—No hagas una idiotez, la Leyna que dejaste hace más de un año murió. —me di cuenta, sus palabras
LeynaDejo las carpetas sobre el escritorio de Leandro, estoy agotada mentalmente y físicamente, Marlene tiene al pequeño Karan enfermo así que soy la única secretaria del griego, Dios este hombre es un obseso del trabajo ya veo porque se casó con mi amiga.Termino de acomodar todo porque no quiero al ogro encima de mí, agradezco la oportunidad que me dio Leandro, pero la realidad es que extraño mi país. Vine por una loca aventura sin embargo ya llevo demasiado tiempo aquí,pero ¿qué haría en Alemania? No tengo amigos, familia ni se diga y menos un empleo,podrías aceptar la oferta de Blaz,podría si, aunqueestoy cansada de vivir de su caridad aunque ellos no lo vean así.—¿Leyna me escuchas? —pego un salto cuando siento la voz de Leandro.—Casi me matas. —toco mi coraz&oacut
DereckObservo a Leyna como duerme, se ve tan pacifica, tan ella, es en el único momento que no tiene ese escudo de frialdad que le muestra al mundo entero, sin embargo esa no es ella o bueno no lo era, en este tiempo todo cambio, no debí haberme ido tanto tiempo.Sigo admirando su belleza, un tonto no se daría cuenta de lo hermosa que es por fuera como por dentro, Leyna podrá ser fría, arisca a una caricia, no le van las cursilerías, podrá ser mil cosas, sin embargo no tiene maldad, jamás se pondría en el plan de lastimar a alguien, no es rencorosa, si sufre no lo demuestra, las únicas veces que la vi llorar fue de rabia no de dolor prefiere sacar su lado sarcástico y destruirte con dos palabras antes que las veas destrozada.¿Por qué mierda me fui?, y ¿Por qué mierda volví? Ella estaba mejor sin mí, cuando comenzó a san
LeynaLas palabras de Dereck parecen sinceras, aunque no me confió de él, ¿Cuántas veces "ha sido sincero"?, y después vuelve a traicionarme, por más que quiera nunca dejaráde ser el hombre que ame y me destruyo a su antojo.Acerca sus manos a mis caderas me toma de ellas, mi corazón se paraliza,no sé que hacer en realidad si lo sé, la que se acerca ahora soy yo, llevo mis manos a su cuello acercándolo a mí, Dereck es tan posesivo o más que yo, estampa sus labios en los míos, no me hago de rogar y respondo con pasión, con rabia y dolor, son las emociones que este hombre provoca en mí.Dereck es un experto con sus labios, me devora por completo, muerde mi labio inferior haciendo que abra la boca y el poder meter su lengua recorre toda mi cavidad bucal, me levanta en el aire y me lleva encima de sus piernas quedando con mis&n
DereckMi vida se convirtió en un infierno, todo por ser un irresponsable, inmaduro, idiota y todos los adjetivos calificativos que haya, ¿en qué momento mi padre me vio apto para ser el jefe?, ese hombre debe estar muy loco, no hay una respuesta coherente para que decidiera algo así, si no puedo manejar ni mi propia vida, ¿cómo lo iba a hacer con una empresa?.—¿Me escuchas? —salgo de mis pensamientos cuando escucho la voz de Leyna.—No disculpa, —masajeo el puente de mi nariz. —¿Qué me decías? —pregunto mirándola.—¿Qué te duele? —niego, mientras que se acerca a mí.—La cabeza, —tomo unas carpetas que había encima del escritorio. —Debemos seguir. —comienzo a pensar una solución para tal desastre.—Dereck hace 10 horas que estamos aqu&ia
Leyna—No dormiré contigo, —anuncio esquivando su cuerpo. —Deja de seguirme. —pido con la poca paciencia que me queda.—Leyna es una estupidez que estemos en cuartos diferentes. —detiene mi huida abrazándome por la espalda.—Ya sé que lo es Dereck, —trato de soltarmesin embargo no me deja. —No me gusta dormir con nadie, lo sabes. —afloja su agarre para girarme y quedar frente a frente.—No soy cualquiera Leyna, —eso también lo sé, pienso. —Dime que sí. —súplica con un puchero ridículocon no me causa nada.—¿No me dejarás en paz? —niega con una estúpida sonrisa. —¡Maldita seas Dereck! Tú ganas, dormiremos juntos. —me levanta en el aire haciéndonos girar.—Graciasmein star (mi estrella). &mdas