2 Vestido de novia y premonición

— ¿Qué has hecho Giorgia? — Carlo corrió a ver lo que había sucedido.

— No te hagas ahora el santurrón Carlo, hemos hablado de esta posibilidad desde hace mucho, además, fueron las circunstancias, nadie se imaginó que esta tonta nos iba a descubrir justo hoy, ¡Así que ven y ayúdame!

— ¡No!, no será creíble… es mejor dar aviso, como si hubiera sido un accidente — Él dijo llevándose la mano a la cabeza con angustia.

— Entonces vístete y déjame lo demás a mí, yo me encargaré, soy buena actuando…

Luego de unos minutos, Carlo bajó las escaleras pasando, por un lado, de su esposa, sin siquiera atreverse a mirarla el muy cobarde, y se dirigió hacia la mesa familiar.

— ¿En dónde estabas? Tu mujer te ha estado buscando desde hacer rato — Su padre le increpó.

— No la he visto…

Y justo cuando iba a inventar cualquier excusa, Giorgia salió de la casa dando gritos y anunciando una calamidad.

— ¡Auxilio! ¡Auxilio! Es Vittoria, ¡Alguien que me ayude!

— ¿Qué pasa Giogia? — alguien preguntó.

— Se ha caído por las escaleras, no me responde, ¡Temo lo peor!

— ¡Yo soy médico! — Dijo uno de los invitados corriendo hacia el lugar de los hechos, el galeno se agachó y revisó los signos vitales — ¡Todavía respira!

La novia llegó al hospital completamente sin sentido, con su vestido lleno de sangre, fue intervenida de emergencia, pues, su pulso era peligrosamente bajo y al hacer un ecosonograma para descartar lesiones, el médico determinó que estaba embarazada.

— Señor Carlo debo pedirle que tome una decisión, su esposa está en estado de gravidez, ella tiene en este momento unas siete semanas de gestación, y es extremadamente difícil ingresarla en quirófano sin que el feto sufra daños irreversibles…

— ¿Embarazada? ¿Vittoria está embarazada? — Exclamó lleno de sorpresa.

En realidad, no la amaba, nunca lo hizo, se había casado con ella por la presión, estaba a punto de dejarla cuando la ruina económica de las empresas de su padre ameritó asegurar un matrimonio que les diera el acceso a la fortuna de los Giuliani, pero nunca habría arriesgado la vida de un hijo suyo, así que el asombro y el pesar en él fueron reales.

— Si…

— ¿Pero ella lo sabía?

— Según su historial médico, sí, ya había venido a dos controles prenatales.

— Entonces, haga lo que tenga que hacer, doctor… — Respondió Carlo sintiendo una repentina oleada de culpa.

— ¿Cómo que estaba embarazada? — El padre de Vittoria se llevó las manos a la cabeza — ¿Tú lo sabías? — Interpeló a Carlo, el marido de su hija negó con la cabeza.

Giorgia tomo del brazo Carlo y lo llevó fuera de las miradas de los demás.

— No te dejes ablandar por lo que está pasando Carlo, esto es lo mejor que pudo haber sucedido, de hecho, nos facilita mucho los planes…

— Pero era mi bebé Giorgia…

— Sí, no contábamos con eso, ¡pero piénsalo! Habría sido una molestia después de todo lo que hemos planeado… — Carlo apenas asintió con la cabeza.

***

Cuando Vittoria despertó le dolía todo el cuerpo, la cabeza estaba matándola y las múltiples contusiones apenas la dejaban moverse. Abrió los ojos y necesitó de un par de minutos para comprender donde estaba y lo que sucedía.

Un flash back cruzó por su cabeza con las últimas imágenes que recordaba de la noche de su boda, se llevó instintivamente las manos a su vientre rogando en su mente que no hubiera sucedido lo peor.

Angustiada, se incorporó pesadamente, pero no tuvo tiempo de atormentarse con los malos recuerdos porque el médico entraba justo en ese momento.

— Buenos días, señora Vittoria, ¿Cómo se siente?

— Mi bebé… dígame ¿Cómo está mi bebé?

— Lamento mucho informarle que el feto no lo logró…

— ¿Qué? ¿Mi bebé murió?

El médico bajó la mirada condescendiente.

— No podíamos salvarlo después del fuerte golpe que usted sufrió en el vientre, además, hubo que hacerle exámenes en el tomógrafo y… ya sabe cómo eso…

Vittoria se incorporó de golpe nerviosamente y el galeno intentó tranquilizarla en medio de la conmoción.

— Debe mantener la calma, no le hace nada bien alterarse de esa forma…

— ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

— Casi una semana… la hemos mantenido sedada porque cada vez que despierta y pregunta por su bebé la reacción es tan fuerte que solo bajo sedación ha podido soportarlo.

Ella continuaba negando con la cabeza.

— Dígame si va a ser necesario sedarla de nuevo…

— No, no lo haga, necesito drenar todo esto que siento, es como si mi pecho fuera a explotar, necesito llorar… — ella dijo entre sollozos y el médico no pudo evitar condolerse de ella, puso una mano sobre su hombro y la miró a los ojos.

— Tiene mucho por lo que vivir Vittoria, y puede concebir más adelante a otro bebé, así que no se rinda, no puede, usted es joven, puede reponerse rápidamente.

Ella asintió con la cabeza mientras tomaba una enorme bocanada de aire.

— ¿Puedo dejarla sola un momento? Debo darle instrucciones a la enfermera sobre su tratamiento ahora que despertó más tranquila…

— Claro doctor…

El médico salió, y ella bajó de la cama todavía con la presión en el pecho por la pérdida.

Escuchó las voces de Giorgia y de su marido venir desde el pasillo, Vittoria rememoró todo lo que vio en su habitación, y como Carlo hacía suya a esa traidora, a quien ella había considerado desde hacía mucho como su mejor amiga.

— ¡Es hora Carlo, debemos hacerlo, ya que no hay testigos!, fíjate que tenemos toda la semana en esto y no hemos tenido la oportunidad de que ella esté sola y no haya nadie cerca — Giorgia hablaba con urgencia.

Vittoria se quedó tras la puerta escuchando la conversación.

— No podemos arriesgarnos a que despierte y lo diga todo, me acusaría de intento de homicidio, y tú y tu familia se quedarían sin poder poner las manos sobre su dinero.

— Pero es que…

— ¡No vas a decirme ahora que tienes escrúpulos Carlo! ¡Tenemos meses planeando esto, sabías lo que iba a ocurrir en la luna de miel, eso ya estaba planeado! Simplemente, el destino ha querido darnos la ventaja de que esto sucediera de este modo, ¿Qué mejor que ella muera en el hospital sin que tú te veas involucrado?

Vittoria dio un paso hacia atrás con una mano en su pecho. ¿En serio estos dos estaban planeando su muerte? Ella negó con la cabeza todavía atolondrada.

— Si crees que no puedes hacerlo tú, entonces lo haré yo, quédate en la puerta y yo entraré, sabes que tengo conocimientos básicos de enfermería, no será difícil causarle un infarto, y de la manera apropiada todo parecerá algo natural.

Vittoria reaccionó a esta última declaración de Giorgia e inmediatamente trabó el pestillo de la puerta para que ella no pudiera pasar, miró hacia todos lados y vio la puerta trasera de la habitación que daba con el puesto de enfermeras.

Vittoria se arrancó las agujas de los macro goteros, y caminó lo más rápido que su cuerpo le permitió hacia fuera mientras Giorgia luchaba del otro lado por abrir la puerta.

— ¡Oh mi Dios! Debo salir de aquí, debo escapar, si llegan a verme…

Ella se detuvo frente a la cama de una paciente totalmente entubada, vio que entre sus cosas había un vestido de su talla y con remordimiento lo tomó y se lo puso dejando en su lugar la bata clínica.

— Perdóname… espero que puedas mejorarte — Le susurró mientras se vestía, no estaba contenta con lo que hacía, pero era cuestión de vida o muerte.

Luego salió a hurtadillas evadiendo a las personas por el pasillo, y a la primera oportunidad se hizo también con unos zapatos.

Mientras tanto, Giorgia recordó que podía entrarse a la habitación, por otro lado, dio la vuelta y vio que estaba vacía.

— ¡Ella se ha ido! ¡Carlo, ella escapó, seguramente escuchó lo que estábamos hablando! — Giorgia dijo revisando todo el lugar y quitándole el pestillo a la puerta.

— No lo creo, no había reaccionado todavía, no pudo solo haber despertado para luego huir de esa manera, su estado de salud no puede permitírselo.

— Se fue Carlo, ¡Se fue y ahora va a acusarnos de todo! — Mirando en todas direcciones.

— Espera, preguntemos a alguien si la han llevado a alguna parte…

En ese momento una enfermera entró con una bandeja de acero y el tratamiento para la paciente.

La mujer se detuvo mirando hacia todas partes.

— ¿Dónde está la señora?

— Eso mismo queremos saber, ¿La han llevado a hacerle algún estudio?

— No, para nada, es hora de su tratamiento, no habrán dejado que salga estando en su condición…

— ¡Cómo se atreve! ¿No sabe usted quiénes somos? — Exclamó Giorgia poniendo la responsabilidad sobre el hospital — Son ustedes los que deben cuidar del paciente, entonces ¿Qué hacen con todo el dinero que se les paga por su atención?

Mientras esto ocurría, Vittoria aprovechaba para darse a la fuga, estaba adolorida, pero la herida que tenía en su corazón no se comparaba en nada con su estado físico, en ese momento hubiera podido atreverse a lo que fuera, ¡A cualquier reto físico con tal de poner suficiente distancia entre ella y aquellos traidores!

De pronto se sintió mareada, el aire le faltaba y el pecho parecía que le iba a explotar, continuó trastabillando y golpeándose contra las paredes tratando de mantener el equilibrio y la orientación, no era fácil, pero estaba decidida a hacerlo, estuvo a punto de caer por las escaleras no quiso tomar el elevador porque creyó que sería más peligroso, cualquiera podría verla, sabía que de eso dependía su vida.

Divisó la enorme puerta de vidrio de la salida y se sintió casi a salvo, pero cuando ya estaba cerca, Carlo apareció seguido de Giorgia buscándola por todas partes. Vittoria se dio la vuelta y se sentó de espaldas a ellos en las sillas de la salita de espera, mezclándose entre la gente.

—No puede estar lejos — Ella les escuchó decir — Es imposible que haya podido llegar hasta aquí, además, está vestida solo con la bata quirúrgica, no puede salir a la calle, así, no la dejarían salir del hospital en ese estado — Carlo reflexionó.

—No lo sé Carlo… ella ya lo sabe todo, yo en su lugar…

—¿En su lugar? ¿A qué se refiere? — El médico los alcanzó mientras buscaba acompañado de la enfermera, un camillero y un guardia de seguridad del hospital.

—Decía que, en su lugar, no me habría atrevido a salir así, supongo que está muy conmocionada por lo del bebé… ya se enteró de eso, ¿No es verdad? — Giorgia Zanjó por lo sano.

—Sí, y pensé que estaría bien, pero hay que buscarla, ¡No puede salir del hospital!

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