5 Peligro inminente

— Parece que estos ineptos no son capaces de encontrar a nadie, habrá que pagar a alguien para que lo haga — Giorgia caminaba de un lado para otro echando chispas — ¡Voy a amenazar al hospital con demandar si no hacen algo!

— Creo que te estás ahogando en un vaso de agua Giorgia, es mejor que no aparezca, al menos no viva…

— Ese es el problema Carlo, no olvides que solo tienes acceso a esa cuenta de caja chica de la que no puedes obtener los millones que necesitas para salvar a Santoni Indrustries de la ruina, y tampoco puedes vender los bienes de Vittoria sin su consentimiento, así que debemos hallarla viva o muerte… ¡De preferencia lo segundo!

— Señores, lamento informarles que la búsqueda ha culminado y sin éxito, su señora esposa no está en el edificio… — El policía anunció antes de pedirle a sus hombres que se retiraran, su voz profunda hizo saltar a Giorgia que enmudeció de inmediato.

— Teniente Russo, estoy angustiado por mi mujer, ¡Debe usted hacer algo! — Carlo fingió estar preocupado.

— Señor Santoni, tenga paciencia, ella evidentemente salió del hospital, pero su estado hará que alguien en cualquier momento dé aviso a las autoridades, ahora lo más importante es que usted me facilite el material fotográfico que le pedí, necesito fotos recientes de su esposa para hacer que los noticieros las publiquen, de esa manera será más fácil que alguien la reconozca.

— Se las enviaré de inmediato.

— Espero que su trabajo sea serio Teniente, se dicen cosas sobre usted… — Ella se atrevió a decir.

Antonio Russo levantó la mirada hacia Giorgia y sintió un extraño deyavú, esta mujer le recordaba a alguien que no terminaba de ubicar.

— Señorita, sepa usted que soy extremadamente serio en mi trabajo — Contestó con sequedad, estaba cansado de que la gente lo tomara por un aprovechado después de haber contraído matrimonio con su esposa por ser esta una mujer de dinero.

— Lo digo por los comentarios sobre su vida personal…

— No mezclo mi trabajo con mi vida personal, ni permito que nadie lo haga, señorita… señor Santori, si no hay nada más de que hablar, será mejor que me retire para seguir con lo acordado — Dijo despidiéndose con una inclinación de su cabeza y dándose la vuelta.

Carlo esperó a que el policía se fuera antes de volver a hablar.

— ¡Si serás imprudente!

— No he dicho nada malo.

— ¿Acaso no vez que hay que mantener buenas relaciones con la policía? ¡Ellos serán nuestra mejor coartada!

*** 

Vittoria comenzaba a sentir que le faltaba el aire, había besado a Francesco para usarlo como pantalla y ocultarse tras él, pero él no se había molestado en apartarse y a ella no le molestó en absoluto. Era como un magnetismo natural entre ambos, una corriente eléctrica en medio de ellos los mantenía justo en el sitio.

Vittoria comenzó ceder a las manos de Francesco, que rodeaban su espalda y la parte trasera de su nuca, sujetándola con firmeza, pero con gentil deseo.

Los nervios traicionaron a la chica que temblaba como una hoja en los brazos de Francesco y por supuesto que él lo notó, ella sintió temor, temor porque no estaba para nada en sus cabales, temor porque estaba medicada y seguramente lo que sentía era solo producto de las drogas y temor porque echaría a perder el comienzo de una amistad con alguien que hasta ahora había demostrado ser un caballero.

« Esto no está bien », se dijo mentalmente, « estoy vulnerable en todos los sentidos y no estoy usando bien la cabeza, acabo de enterarme de que el amor de mi vida me engañaba y me quiere muerta, debo tener un tornillo flojo »

Vittoria apartó a Francesco con cuidado mientras él fijaba los ojos en los suyos, notando que eran de un verde cristalino.

— ¿Puedo preguntar que fue eso?

— Necesitaba ocultarme… — Dijo bajando la mirada, si seguía viendo esos ojos caería de nuevo en sus brazos.

El móvil de Francesco sonó y él revisó rápidamente los mensajes de su asistente.

— Mmm… ya veo… creo que mejor iré por la ropa y las otras cosas, mi asistente está abajo, regresaré en un rato.

Cuán hubo salido de la habitación, Vittoria se echó para atrás y se llevó las manos a la cabeza.

« ¿Qué diablos haces Vittoria? ¡Estás loca! No puedes involucrarte con un extraño, ¡Y menos a escaso un día de que tu vida se convirtiera en puré!

Ella todavía pensaba en ello cuando Francesco cruzó por la puerta y tomando su rostro la besó, esta vez fue él quien lo hizo.

***

El teléfono en el bolsillo del Teniente Russo sonó y él alargó la mano para tomarlo.

— ¿Allegra?, ¿Amor?

— Corazón, ¿Dónde estás?

— Estoy trabajando en un caso, ahora voy saliendo del Hospital San Giovanni di Dio…

— Ah, sí… no me trae buenas vibras…

— Supongo que no, pero dime, ¿Necesitas algo?

— Sí, el pequeño Francesco requiere de la presencia de su padre en la escuela… una celebración para los padres… pero preferiría si tú se lo dices, ya sabes cómo se pone, y no tengo ganas de escuchar toda su melancolía…

— No te preocupes, lo llamaré y le diré, supongo que no habrá problema.

— ¡Gracias Antonio! ¡Te amo!

— ¡Y yo a ti!

De inmediato, Russo buscó en su móvil el contacto del exesposo de Allegra, su mujer y marcó, pero se llevó una gran impresión cuando escuchó la voz de Francesco a solo unos pasos de él conversando con alguien.

— ¿Russo? Dígame… — Francesco contestó el teléfono.

— Estoy detrás de ti…

Francesco se giró sobre sus talones sujetando un maletín en su mano.

— No sabía que estás aquí, Allegra necesita que te dé una información de la escuela del niño…

Francesco guardó su móvil y despidió a su secretaria.

— Hay una celebración para los padres, así que…

— Tendré que ir…

— Si…

El aire tenso entre ellos pudo haber cortado una hoja de papel en dos.

— Eso es bueno, podré pasar un rato con mi hijo…

Un silencio incómodo.

— ¿Qué haces aquí? ¿Quién está enfermo? — Russo se atrevió a preguntar.

— Oh… no es nadie en realidad… bueno, alguien a quien atropellé ayer… — No iba a decirle al policía que la mujer a la que estaba protegiendo le ocultaba su identidad.

— ¿Es grave?

— No, solo fue un toque con el parachoque, pero es mejor estar seguro, ¿Y tú? ¿Qué haces aquí? — Desviando la atención hacia otro lado.

— Trabajo, busco a alguien que escapó del hospital, su esposo la está buscando y cree que pueda tener alguna lesión cerebral…

Francesco se quedó en silencio, no podía haber tanta coincidencia, esos policías que habían estado peinando todo el edificio solo estaban haciendo una cosa, buscándola a ella, a Beatrice.

— ¿Y qué dice el esposo?

— Que sufrió una caída por una escalera y…

— ¡Teniente! — uno de los hombres de Russo los interrumpió — Teniente, ya estamos listos para irnos, ¿Vine con el equipo?

— Sí, claro… Francesco…

— Antonio…

Arriba en la habitación, Francesco dejó el maletín sobre una silla y se recostó en el sillón frente a la cama, Vittoria dormía y él también se dispuso a descansar, pero debía averiguar lo que estaba ocurriendo, sin embargo, todavía no estaba seguro de poder pedirle a Russo que lo investigara sin haber hablado primero con la chica.

***  

— Doctor, ¿Puedo hacer una ronda yo mismo por las instalaciones del hospital?

El director del San Giovanni di Dio se le quedó mirando un tanto cansado de la situación, este tipo había movilizado a la policía para que pusiera el hospital de cabeza.

— Señor Carlo, pero si ya lo hizo junto con la policía.

— Si doctor, pero a ninguno de ellos le duele mi mujer, solo a mí… solo quiero que me dé autorización, le prometo que no causaré problemas…

— ¿Problemas como los de la falta de respeto de la señorita, esa con la que usted vino?

— Ella ya no está aquí, lo haré yo solo.

— Siempre y cuando no vuelva a ofender a mi personal, lamentamos mucho la situación que lo embarga, señor Santoni, pero aquí nos sobran los problemas y nos falta la empatía externa.

Carlo tomó eso como un sí, estaba seguro de que Vittoria seguía oculta en alguna parte, y la iba a encontrar, no podía mover un solo céntimo sin ella, ya fuera que apareciera loca debido al golpe en la cabeza como había dicho Giorgia, o que tuviera que recurrir a los planes iniciales, en todo caso, sin ella no había dinero.

Comenzó a hacer un último recorrido por el hospital, esta vez lentamente, sin nerviosismo, y sin un tropel de gente, si ella estaba todavía allí, ahora estaría confiada pensando en que el peligro había terminado, eso era seguro.

Entró en cada agujero, en cada habitación. Un hombre que llevaba un maletín se tropezó con él a medio pasillo, a Carlo le pareció familiar, pero no fijo su atención en él y siguió buscando.

Francesco escuchó cuando el pestillo de la puerta hizo ruido y luego, al girarse, vio como un hombre estaba petrificado en medio de la habitación con la mirada fija sobre la mujer que dormía profundamente en la cama.

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