Liam parece ir a podas esa noche, está decidido según parece y, Rebecca se debate entre seguirle la corriente o parar por completo, pero, esto último no parece ser una verdadera opción. Ella se sonroja cuando comienza a recordar algunos de los juegos más picantes que solía jugar cuando era joven.Si quiere una oportunidad perfecta para tomar ella las riendas, esta es la indicada y Rebecca lo sabe, así que, una vez más se arma de valor y decide ir a por todas.ꟷAhora que mencionas la palabra “cama”, recuerdo un juego… “Los cinco minutos” se llamaba, al menos así le pusimos nosotros. En ese juego, te ibas a una cabaña con otra persona y… pues… pasaban cosas.Las palabras de Rebecca captan de inmediato la atención de Liam haciendo que levante una de sus cejas ante la inminente curiosidad que lo atraviesa.ꟷRebecca Martin, te pregunté por juegos traviesos, no por juegos sucios ꟷla molesta todo divertido, pero ella no se deja amilanar.ꟷHabía otros juegos más atrevidos, solo que no eran pa
Antes de que Rebecca pueda dar una respiración completa, la boca de Liam ya está sobre la suya encendiendo su sangre en llamas. Su olor a menta y a roble, la llena, la absorbe haciéndola sentir todo de forma magnificada, como si él estuviese por todos lados.Liam se presiona contra ella, volteando su espalda contra la pared ahogándola en su sabor mientras ella piensa que él es su nuevo aroma favorito, huele a su deseo más oscuro, a pecado.Las manos de su jefe trazan sus costillas, bordeándolas a un ritmo lento, pero ejerciendo presión, electrificando los nervios de ella y quemando sus sentidos.En todas las imágenes de Liam Edwards, en todos sus sueños más salvajes, Rebecca jamás soñó con algo tan apasionado como lo está siendo la realidad. Él se detiene justo antes de tomar sus senos, levantando la cara para verla a los ojos.ꟷNecesito que sepas que, si esto no es lo que quieres, puedes cambiar de opinión en cualquier momento, solo tienes que decírmelo y me detendré de inmediato ꟷdi
Rebecca no hace más que disfrutar la sensación de la piel caliente de Liam bajo sus manos y, en cuestión de segundos, se encuentra tumbada en la cama.ꟷDe rodillas ꟷle ordena Liam.La voz de él es exigente y no deja lugar para dudar o desobedecer, así que, obediente, Rebecca se pone de rodillas sintiéndose más que excitada.ꟷBien, ahora tendrás tu premio ꟷdice él quien parece estar preparado para marcar cada centímetro del cuerpo de la pelirroja y ella no puede pensar ni una sola razón para quejarse.En cuestión de segundos, los labios de Liam están en su cintura, mordisqueando su cadera, recorriendo cada centímetro de su piel con su cálida lengua, abriéndose un lento camino de tortura, uno que ella no es capaz de soportar más tiempo y, tomándolo por los hombros, lo jala hacia ella para volver a besarlo, pero él no se mueve.Liam le avienta una palmada en el trasero, ella gruñe y tira de su pelo, sin embargo, se da cuenta que retarlo solo irá en su propia contra.ꟷ¿Verdad o reto, seño
El sol irradia en las ventanas y refleja directo en la habitación donde Rebecca y Liam yacen en la cama. Ella es la primera en moverse, pero, luego, el peso que siente en su cintura se mueve también. Alguien la está apretando más cerca y es cuando ella se congela.No era un sueño lo que había tenido la noche anterior, todo fue real y ella está ahora en la habitación de Liam Edwards. Acaba de amanecer en la cama de su jefe después de una noche de sexo desenfrenado.Su cerebro se niega a apagarse cuestionándose todo lo que compartieron hace solo cuestión de unas pocas horas, sin dar crédito y sin querer creer que en verdad se atrevió a dar el paso.“No puede ser, no me pude haber acostado con mi jefe. No hay manera, no puedo convertirme en una más de esas chicas que salen llorando desconsoladas de su oficina cuando él las rechaza después de haberse aburrido de ellas… pero, no puede ser tan malo, anoche me despertó dos veces ansioso de más, quizás nunca tenga suficiente de mí”.ꟷ¿Eres co
“¡Ya está! Lo he decidido, hoy es el día en el que finalmente voy a renunciar a mi puesto de trabajo”, fueron los primeros pensamientos que le llegaron a la cabeza de Rebecca cuando sus ojos se clavaron en la tanga roja que se encontraban sobre la silla de su oficina. Encolerizada se acercó a ella y la arrojó con desdén al bote de basura. “Estoy cansada de encontrarme las evidencias de un momento lujurioso de él por toda mi oficina, no me importa que sea mi jefe, estoy harta”, volvió a decirse para sus adentros y, de forma decidida comenzó a teclear en su computadora:“Estimado Liam Edwards, a pesar de que hemos estado trabajando juntos por más de cinco años, tengo que informarle que renuncio. Aprecio en demasía el tiempo que he pasado en esta empresa aprendiendo de ella y de usted. Me comprometo a entrenar como es debido a mi reemplazo antes de marcharme…”Justo antes de que pudiera pulsar el botón azul de “enviar”, el picaporte de su puerta giró y Liam apareció ante ella.- Buenos
Liam hizo pasar a Margot, él la conocía muy bien, había estado con ella el tiempo suficiente como para saber que era una persona interesada y que solo había salido con él por su fama, para captar la atención de los medios además de su evidente belleza física. Estaba convencido de que, si se había tomado la molestia de ir hasta sus oficinas después de años sin verse era porque quería algo y estaba dispuesto a averiguarlo.- Entonces ¿ya podemos hablar, o más a necesitar más tiempo con tu asistente? Si mal no recuerdo, tú te tiras a cualquiera que te pase por delante –dijo Margot en cuanto atravesó las puertas.- En primer lugar, mi nombre es Rebecca, no soy una cualquiera como acabas de decir y, en segundo, he sido la asistente de Liam por cinco años y jamás hemos tenido más que una relación estrictamente profesional, no creo que sea de tu incumbencia lo que sucede o no en estas oficinas, pero solo te estoy haciendo la aclaración.Las palabras salieron de la boca de Rebecca sin darle t
En cuanto la niña entró, sintió la calma que rodeaba la habitación y fue directo hasta el jardín de rocas que Rebecca había armado en el marco de su ventana, le encantaban esos pequeños detalles y lo había conformado de tal manera que parecía un jardín. Maya tomó una de las rocas en sus manitas.- Una amatista –le informó Rebecca.- Lo sé, es un tipo muy extraño de amatista ¿son tuyas? –le preguntó señalando las piedras.- ¿Te gustan las rocas?- Sí, quiero ser geóloga de grande pero a mi mami no le gusta mucho la idea, dice que eso no es un trabajo que impacte –dijo Maya haciendo una mueca de desdén en su rostro tan parecidas a las de Liam que la prueba de paternidad comenzó a parecer redundante para Rebecca.En ese momento, la pequeña toma una roca naranja y junta sus cejas en señal de extrañeza.- Es una cornalina –Rebecca le vuelve explicar.- Me gusta, el naranja es mi color preferido, me recuerda al Gran Cañón, siempre he querido ir –la niña se queda mirando la piedra por unos s
Rebeca regresó hacia su oficina, necesitaba repensar todo lo que había sucedido en el tiempo de la mañana, había demasiadas cosas que procesar, no podía entender cómo su día se había vuelto tan loco, desde encontrar un brasier en su propia oficina sabiendo que Liam había tenido una noche desenfrenada, hasta descubrir que él tenía una niña bastante crecidita y ahora, estaba a punto de empacar para irse de viaje con su jefe y su hija al Gran Cañón ¡Oh sí! Eso mismo era lo que tenía en mente cuando abrió sus ojos esa mañana, sin dudas era el mejor de los planes.Lo único que daba por seguro era que Liam no se convertiría en un padre de la noche a la mañana, no sabía nada sobre ello, no sabía cómo ser padre, no con estilo de vida que llevaba, definitivamente iba a necesitar de su ayuda. No había nadie en el mundo que lo conociera mejor que ella y, por esa misma razón, sabía que necesitaría ayuda urgente, por eso había aceptado a acompañarlos en ese viaje, la pequeña no tenía la culpa de