Parte 5. Capítulo 28. El renacer de la bestia

Trini aprovechó un descuido de Isabel y de Jesenia para escapar a la selva. Tenía algo en mente y deseaba probar su efectividad. Se adentró entre la vegetación con su mochila al hombro, cargando la imagen del arcángel Miguel, así como velas y otros accesorios que tomó de la casa de Williams para atraer a espíritus.

Buscó uno de los árboles más altos y de tronco envejecido. Esos contenían las energías que ella necesitaba para llevar a cabo su tarea. Con sal trazó un círculo con una estrella de David en medio, ubicó las velas en las puntas y al arcángel en el centro. Buscó flores, semillas y brotes mientras entonaba cantos que había aprendido de su ángel, que ella había canturreado cuando deseaba «relajarse con los espíritus», pero que en realidad, se trataba de canciones ancestrales de la sociedad que la chica desconocía.

Se fue creando un ambiente de paz y sosiego mientras se arrodillaba frente a su altar improvisado y continuaba con oraciones. Cerró los ojos y respiró hondo para sose
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