Cuevas.

Azora, miraba los movimientos de Daniel mientras lastimaba con sus grandes garras a Rubí, enterrandolas por su cuerpo asi volviera a sanar, eso no quitaba que cada vez que era cortada por estas el dolor era insoportable y tormentoso para ella. una gran sonrisa de satisfacción se reflejaba en el rostro del atacante al ver el desespero de todos al no poder hacer nada por la amordazada mujer.

Roger, no creyendo el movimiento de Daniel, se fue acercando a él, asombrado por la poca resistencia que demostró a la situación impuesta a Rubí, al llegar a él preguntó —¿Te piensas rendir? ¿ese es el amor, que dices sentir por mi hermana? mira, el rostro de desesperación de tus hijos.

Daniel respiró profundo, y dirigió la mirada a sus pequeños hijos, que lo observaron desconcertados por el rendimiento que hizo a seguir atacando el escudo, hizo un movimiento con su cabeza, en modo de señal para que los niños se acercaran nuevamente a él. Los demás atacantes detuvieron el acto realizado y decidie
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