3-Sin rumbo fijo...

Se suben a los autos tal como él lo indicó, y mientras avanzaban, Nastacy miraba al hombre por el rabillo del ojo.

Él se quita los lentes oscuros, y al notarlo, ella gira su rostro para detallarlo ahora sin nada de disimulo. Siente su mirada encima y también voltea para contemplarse el uno al otro sin sonreír.

A pesar de que no fueron miradas furtivas, tampoco denotaron una pizca de interés, eran miradas y ya, nadie podría definir que es lo que intenta descifrar él, en ella, ni que es lo que espera ella, de él, y de aquel intercambio…

Dominik es de piel blanca, casi pálida, pómulos y mandíbula marcados, cejas con algo de espesor y un cabello negro tan oscuro como sus ojos. Le resultó tan atractivo y a la vez inquietante tanta perfección, alguien tan guapo y que este metido en ese tipo de negocios sucios, no puede estar nada bien de la cabeza.

Lo escanea con un vistazo rápido y nota que va vestido elegante, para ella es obvio que tiene mucho dinero, lo que hizo que una de las frases de su padre retumbara en su cabeza.

"De las personas que más tienes que desconfiar es de los adinerados que están bien vestidos, los mayores delincuentes siempre van de cuello blanco"

Tal vez en otra oportunidad ese recuerdo la habría puesto alerta, pero ha pasado, por tanto, ha sufrido tanto las últimas semanas, que ya nada le importa, su alma y su cuerpo se han desconectado.

¿Qué más da que haya pasado de un psicópata a otro?, y llámenlo cobardía, miedo o resiliencia, lastimosamente ya hace mucho que perdió las esperanzas...

Momentos después la chica apartó la mirada, esta vez mantuvo la vista fija en la ventana, aunque en realidad no estaba mirando ningún punto en específico, hasta que de pronto, la voz de Dominik, llamó su atención.

—Detén el auto—Le pidió a su chofer, y Nas no pudo evitar mirarlo otra vez, la sorprendió lo grave que es su voz, pues en el galpón estaba tan lejos de él, que no había podido escucharlo—Ya nos alejamos lo suficiente, ahora bájate—Le dice a la joven, y ella lo mira sin comprender nada—¿Qué quieres?, ¿Que me baje primero y te abra la puerta?—Fue palpable el sarcasmo en esa pregunta—Ya me has costado demasiado—Le desata las manos con brusquedad —Perdí una de mis mejores obras por tu culpa, bájate de una vez y no me sigas dando problemas.

Al terminar de hablar apartó la mirada, y lo dijo de una forma tan fría y cortante que a Nas no le quedó otra opción que hacerle caso y bajarse del auto.

Se quedó mirando como los carros se alejaban de ella a toda prisa, y empezó a caminar a pasos lentos bajo un sol, que estaba comenzando a ser cubierto por nubes muy grises.

No tenía idea de dónde estaba y menos, hacia dónde se dirigía, solo siguió colocando un pie delante de otro, caminando sin un rumbo fijo.

Dominik no pudo evitar fijar la vista unos segundos por el retrovisor, hasta que la silueta de la chica se perdió a lo lejos. Sacó un cigarrillo y empezó a fumarlo sin comprender el por qué de su repentina frustración.

—Se que sus asuntos no son de mi incumbencia señor—Empieza a hablar Teo, su hombre de confianza—Pero... No cree que hubiese sido mejor dejarla libre cuando estuviésemos lejos de las tierras de Petrov.

—¿Es una pregunta o una sugerencia? —Inquiere su jefe en tono pendenciero—Mejor no contestes, eres irritante —Baja la ventanilla para expulsar el humo del cigarrillo —Primero le temes y ahora te preocupas, decídete.

—Pido perdón si le resulto una molestia, pero... usted sabe mejor que yo que si los hombres de Petrov la recuperan, la van a matar.

—Ya hice mucho por ella, no le debo nada, que busque las maneras de defenderse.

—Señor, si Petrov la atrapa, morir, no será lo peor que le pueda pasar.

Teo gira su cabeza para mirarlo a la cara, y se da cuenta de que por su expresión, Dominik, había comprendido perfectamente a lo que se estaba refiriendo.

No tomó la decisión de inmediato, una parte de él le decía que la dejara ahí tirada, que no era su problema, y la otra, aseguraba que la chica le podía ser de mucha utilidad. 

Cerró un segundo los párpados y pudo ver la imagen de la joven en su cabeza, sabe que bajo aquel aspecto desaliñado se esconde una belleza inigualable, esos ojos azules, esas delicadas facciones, esa piel de porcelana, ese cabello cobrizo, esas curvas… Sus dedos se rozan entre sí al imaginarse plasmando tales cosas en un lienzo virgen, no solo uno, serían muchas las formas en las que podría pintarla.

—Llama a Marco—Le ordena a Teo, abriendo los párpados (Marco es otro de sus guardaespaldas) —Dile que vuelva de inmediato por la chica, y que la lleve al edificio...

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