APUESTA CONMIGO

Conteniendo el aliento, apreté los dientes. Su colonia era de un aroma ligeramente maderoso, como un bosque lluvioso. El aroma favorito de Alina. A ella le encantaba esa fragancia, y yo al fin descubría la razón: ese imponente hombre.

—Bien —accedí, queriendo saber a donde iba todo eso—. ¿Cuál es... la apuesta?

Gerard contuvo una sonrisa y sin aviso previo me jaló del abrigo, acercándome a él. Jadeé cuando su pecho tocó el mío e inmediatamente sentí como deslizaba algo en el bolsillo interior de mi abrigo.

—Tu tío no te ama, Cass, y lo verás —me aseguró sin soltarme, mirándome con una expresión de total seguridad—. Mi apuesta es que él te despeñara cual cordero en un acantilado.

Intenté averiguar qué era lo que había metido en mi bolsillo, pero él negó suavemente con la cabeza y yo no me atreví a desobedecer.

 —Te convencerá de dejarlo todo, tu carrera, tu vida aquí, tus sueños... —bajó los ojos y miró mi boca un breve pero intenso segundo, antes de mirarme de nuevo a los ojos—. Te hará dejarlo todo a cambio de casarte con un hombre que no conoces... Y tú cederás.

Mi expresión se volvió estupefacta. ¿Él pensaba que iba a casarme? ¿Esa era su apuesta? ¿Cómo aseguraba que eso iba a pasar? Imposible. Yo amaba a mi novio e iba a casarme con él algún día. Alek y yo estábamos comprometidos desde hacía un año, era un secreto, pero también era real.

—En ese caso, usted perderá —exhalé a un palmo de su rostro y traté de que me soltará—. Perderá porque yo nunca cedería ante algo así y mi tío no me lo pediría.

Nos miramos. Él con un juego perverso dibujado en sus ojos y yo con el recelo de siempre.

—Ganaré, señorita Ross —me aseguró de nuevo, sonriendome burlonamente y señaló con un gesto los bolsillos de mi abrigo, donde había metido ese misterioso objeto—. Y cuando eso pase, podrás ver lo que hay allí. Entonces te darás cuenta de que estabas destinada a perder esta apuesta desde el comienzo.

Antes de entender qué escondían sus palabras, soltó de golpe mi abrigo y tras compartir otra maliciosa mirada conmigo, se dio la vuelta y se alejó en dirección a la salida del hotel. Desde la distancia, lo observé salir a la nevada calle y subir a una camioneta negra de cristales polarizados; en su interior ya lo esperaba la chica de antes. Mi hermana acababa de morir, y él ya estaba con alguien más, no podía creerlo. Era un completo demente.

Apreté los dientes mientras la camioneta se alejaba y desaparecía en la niebla de ese frío país. Por encima de mi abrigo, toqué él objeto que él había puesto dentro de mi bolsillo. Se sentía como una caja pequeña.

A los pocos instantes de que la camioneta se marchará, escuché la voz de mi tío hablarme desde atrás.

—Cass, hija, debemos hablar.

Me giré con rapidez, sorprendida de que me hubiese seguido.

—Tío, yo estaba...

—¿Sabes quién es ese hombre, el prometido de tu hermana? —me interrumpió seriamente.

Extrañada por su comportamiento, negué una vez. De ese hombre solo sabía su nombre de pila.

—Su nombre completo es Gerard Verstappen, es un alemán con una considerable suma de millones, reconocido y respetado en el mundo deportivo —me explicó y con expresión sería me hizo un gesto para que lo siguiera.

Nos dirigimos a mi habitación y en cuanto entré, él aseguró la puerta. Luego se volvió hacía mí, parecía más serio que nunca.

—Gerard es dueño de exclusivos gimnancios, entrenador de peleas profesionales, embajador de marcas importantes, miembro de famosas federaciones deportivas, como la UFC. Pero lo principal, es un hábil peleador de gran renombre.

Inspiré, totalmente asombrada. Comprendiendo por qué Gerard tenía esa complexión tan musculosa y esa expresión tan arrogantemente segura. Era un peleador profesional, y uno muy famoso, al parecer.

Y yo acababa de hacer una apuesta absurda con él.

Cuando comprendí quién era el adinerado prometido de mi hermana, también entendí por qué un tipo así terminó conociendo a alguien como ella. Cuando mi papá vivía y patrocinaba peleas y a sus peleadores más prometedores, mi tío solía ser su representante; aunque eso acabó cuando mi padre murió. Pero por placer mi tío seguía yendo a peleas junto a Alina, ¿así se habían encontrado con Gerard? ¿Él había conocido a mi hermana en una de sus peleas?

—Gerard tiene una fortuna importante —repitió mi tío con voz baja y seria, acercándose a mí—. Una fortuna que sigue creciendo, que nació cuando era un peleador novato bajo mi cargo. Yo era responsable de su carrera, fui su manager por años.

Eso me sorprendió mucho más, porque mi tío y él no parecían ser cercanos. Durante esos días de luto, ellos nunca habían cruzado palabra. Eran como 2 extraños.

—¿Sabes por qué tu hermana se comprometió con él? —inquirió mi tío antes de que yo pudiera comentar nada—. Alina no estaba enamorada. Ellos iban a casarse por conveniencia.

Fruncí el ceño, confundida. ¿Un matrimonio por conveniencia? Alina no era ese tipo de mujer.

—Gerard es un hombre con una fortuna en constante ascenso, Cassandra. Y Alina lo sabía. Por eso quería casarse.

¿Un matrimonio por conveniencia? No podía creerlo. Mi hermana no era una interesada.

—Eso no puede ser. Ella amaba a su prometido. Alina nunca...

—Gerard sabía que ella solo se quería casar por dinero—me cortó mi tío con repentina dureza—. Pero a él nunca le importó porque tampoco la amaba. Gerard únicamente buscaba casarse con una de mis sobrinas. No amaba a tu hermana, solo estaba con ella por interés.

Bajé la vista un momento y miré la sortija de Gerard, aun en mi palma. ¿Por eso se había desechó de ella tan fácilmente, porque nunca amó a Alina?

—Tío, ¿estás... seguro de lo que dices? —inquirí levantando la cabeza, negándome a creer que su compromiso fue solo por beneficio—. ¿Qué buscaba él en mi hermana?

—Adquirir poder—no dudó en decirme—. Gerald tiene una fortuna considerable, pero no un apellido de renombre que le permita avanzar y moverse en este mundo. Él es lo que se conoce como "nuevos ricos”, millonarios nuevos sin un apelllido de renombre que los respalde. 

Fruncí el ceño. Todo eso me resultaba increíble. ¿Gerard solo buscaba un apellido influyente en Alina?

—Cass, Verstappen quiere el estatus que solo da el "dinero antiguo", es decir, un apellido tradicional. Sabe que un apellido de renombre es suficiente para abrirle cualquier puerta a contratos millonarios y negocios, que aumentaran su fortuna rápido.

¿Era posible? Nosotras sí habiamos heredado el tradicional apellido de papá, pero no su fortuna. Su fortuna había muerto con él.

—Eso a él no le interesa —dijo mi tío, acercándose a mí, sabiendo lo que me pasaba por la cabeza—. Gerald sabe que ya no hay fortuna en nuestra familia, solo busca el poder y la influencia que tiene el apellido de tu padre. Solo eso le interesa.

¿Ese hombre solo se había comprometido con mi hermana por nuestro apellido? Apreté su sortija en mi mano, ¿era tan ruin? Si ya era rico, ¿por qué buscaba serlo aun más?

—Cassandra, él aún mantiene su propuesta de casarse con una de mis sobrinas, y solo quedas tú —añadió mi tío sorpresivamente, atrayendo mi atención—. Ahora que tu hermana murió, tú debes sustituirla y casarte con él. Debes hacerlo.

Sin querer solté la sortija y esta cayó a mis pies, produciendo un sordo tintineo. Mientras tanto, la incredulidad me invadió hasta dejar mi mente en blanco. Pero antes, recordé la apuesta de acababa de hacer: “Te convencerá de dejarlo todo, tu carrera, tu vida aquí, tus sueños... Todo a cambio de casarte con un hombre que no conoces...”

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