Capítulo 4

Estaba nerviosa, jamás pensó que el momento llegaría, al menos no tan rápido. Observó una vez más su reflejo en el espejo. Su imagen era impecable y ese vestido color caqui ceñido a su figura realzaba notablemente sus atributos. El maquillaje suave de su rostro proporcionaba elegancia, por lo que Claudia, su asesora, le aseguraba que su primer cliente quedaría más que satisfecho.

Para su buena fortuna, el hombre solo solicitó compañía. Debía asistir con él a un importante evento de la empresa la cual dirigía. Se dio una última mirada en el espejo y dejó escapar un prolongado suspiro, ni siquiera se percató del momento en que comenzó a contener la respiración.

—Querida, estás divina. Tienes una silueta envidiable y una cara de muñeca y sin lugar a dudas te traerá grandes ganancias—. La rubia se recargó contra el lavabo mientras observaba a Carolain de pies a cabeza. Nadie podía negar que la mujer frente a ella era hermosa.

—Admito que estoy nerviosa— responde con voz suave mientras esboza una tímida sonrisa—. ¿Qué hago si el cliente se propasa? Realmente no sé cómo reaccionar en ese tipo de casos.

—Si después de verte quiere tener sexo, entonces tendrás que complacerlo. Debes asumir que eres una mujer del ambiente y aunque te vendas como una fina dama, la finalidad es la misma, dar placer a los hombres que pueden pagar por ti—. Alza una de sus cejas mientras se cruza de brazos—, no es tan terrible como lo imaginas, después de todo no eres una virgen y si el tipo no te enciende entonces imagina a alguien que si lo haga. En este rubro te tocará usar muchísimo la imaginación—, esbozó una sonrisa ladina— las prostitutas somos como grandes artistas, es un arte el que nuestros clientes toquen el cielo con las manos gracias a nuestras caricias.

—Gracias por el consejo, Claudia—. Sus mejillas se tiñeron de carmín al imaginar a Jongwoo, el padre de su hija, desnudo en la misma cama que ella, tocando en los puntos exactos para hacerla desfallecer de placer.

En ese momento recordó la primera vez juntos. Ambos estaban borrachos y los continuos bailes calientes en el antro lograron exitarlos.La química entre ellos podía palparse en el aire, Jongwoo le propuso ir a un hotel y ella embobada accedió sin siquiera cuestionar. No se arrepiente, esa noche tuvo los mejores orgasmos de su vida y la boca de ese hombre sabía hacer maravillas.

Nunca fue de fantasear mucho sexualmente, a su edad, con una hija pequeña de cuatro años su vida sexual estaba más que sepultada. Siendo honesta consigo misma, la última vez que tuvo sexo fue antes de que su hija naciera, después de estar un par de veces con Jongwoo no pudo estar con nadie más. Sin duda, él fue el único hombre que caló en su vida, pero lo de ellos pasó tan deprisa y casual, solo se vieron unas cuantas veces, terminando embarazada y con el corazón roto.

El cliente se anunció en recepción, por lo que Claudia le dio un suave apretón en los hombros a Carolain y con la cabeza le indicó que debía salir. La joven, aterrada, se encaminó al vestíbulo, donde un hombre de unos cuarenta años la esperaba. Era un hombre alto, de contextura esbelta, lucia un traje negro que con solo verlo podías notar que nadaba en dinero. Ella esbozó una sonrisa suave cuando el hombre posó la mirada en ella.

—Buenas tardes, soy Carolain y me encargaré de que viva una velada inolvidable—, le tendió su delicada mano en muestra de saludo—. Es todo un placer conocerlo—, le dedicó una sonrisa delicada.

El hombre tomó la mano de la joven con delicadeza para luego acercarla a sus labios, dejando un suave beso sobre el dorso de esta. Carolain se sintió incómoda, desde niña siempre le molestó el contacto físico con extraños, sin embargo, las circunstancias de la vida la orillaron a esto. Pese a la incomodidad que sentía correspondió el gesto con una cálida sonrisa. Después de todo, uno de sus talentos naturales era fingir.

—El placer es todo mío, Soy Carlos y eso es todo lo que necesitas saber por ahora—. Suelta la mano de la joven y le ofrece su brazo, para luego dedicarle una sonrisa galante.

Ella envuelve uno de sus brazos en el del hombre y salen juntos de la agencia. Afuera, un lujoso Lamborghini negro los esperaba. Al verlos, el chófer inmediatamente les abre la puerta. Carlos, le cede a la joven el paso para luego subir él. El viaje transcurrió ameno, él hombre en todo momento buscó plática y su personalidad amable la hizo sentir en confianza.

El lugar del evento era deslumbrante, ella jamás había vislumbrado tanto lujo, era un restaurante fino lleno de gente elegante, exitosa y rica. Frente a todas esas personas se sintió tan pequeña, tan fuera de contexto, sin embargo, Carlos le brindó apoyo en todo momento haciéndola sentir parte del lugar.

—No estés nerviosa, estás bellísima y eres bastante interesante, además vienes conmigo, por lo tanto nadie te mirara en menos— aprieta con suavidad la mano de la joven—. No pude haber hecho una mejor elección.

—Muchas gracias por el apoyo Carlos—, esbozó una sonrisa radiante deslumbrando al hombre con su angelical rostro—. Me haces sentir a gusto y este lugar es maravilloso.

—Nada más maravilloso que tú—, con dos de sus gruesos dedos acaricia la tersa mejilla de la joven—, eres increíblemente hermosa y agradable.

Durante la cena, la joven se encargó de cerrar muchas bocas, principalmente de mujeres envidiosas y hombres que buscaron ridiculizarla. Carolain era una mujer estudiada y poseía conocimiento de muchas áreas de interés, sabía cómo defenderse en sociedad.

La velada transcurrió tranquila, el hombre se encargó de lucirla frente a todos sus amigos, pero procuró no incomodarla en ningún momento. Ya entrada la madrugada la invito a dar un paseo, despidió a su chófer permitiéndole marchar a su hogar. La llevó a un mirador que se encontraba en la zona alta de la ciudad y la vista era maravillosa.

—Este lugar es hermoso—. Carolain, centra su mirada en el cielo, contemplando con devoción las brillantes estrellas.

En ese momento pensó en Jongwoo, el hombre que años atrás le robó el corazón y quién la dejó con una hija a cuestas. Cada vez que miraba a su pequeña lo recordaba, ella se parecía tanto a él. Su relación fue tan fugaz, simplemente duró un par de salidas, noches de apasionada intimidad y un embarazo no planeado. Un día simplemente él desapareció, al parecer regresó a su país y a ella la hecho al olvido, después de todo solo fue una simple aventura.

— ¿En qué o quién piensas?— Carlos sostiene su mano mientras delinea cada hueso con las yemas de sus dedos.

—Pensaba en mi hija—, responde secamente.

—Ya veo, aunque te entiendo, los hijos dan bastante en que pensar—. Saca un cigarrillo y lo enciende—. ¿Qué te llevó a trabajar en esto?

—Quedé sin empleo y las deudas aprietan. Aquí la paga es buena, lo que me da la posibilidad de ahorrar dinero y poner mi propio negocio el día de mañana—. Deja escapar un leve suspiro.

—Te irá bien y doy por sentado que cumplirás cada uno de tus sueños—. Le dedica una sonrisa cómplice— Conocerte ha sido una grata sorpresa, me gustaría volver a verte y apoyarte en lo que necesites.

—Gracias—. Toma la mano del hombre estrechando la misma suavemente.

Carlos fue un total caballero, al acabar la velada la dejó en la puerta de su casa, además de regalarle una generosa propina en efectivo. Carolain, se adentró en su hogar sin mirar atrás, cerró la puerta con seguro y corrió a la habitación de su hermana mayor, quién dormía plácidamente junto a su pequeña hija.

Rápidamente, se quitó el elegante vestido y los zapatos, colocándose sus pantalones cortos de tela y una camiseta holgada con el número once estampados en el centro. Guardó su bolso dentro del armario y con pasos suaves se encaminó a la cama.

Esa noche durmió acurrucada junto a su hija y hermana, sintiendo que la pesada carga que llevaba sobre sus hombros comenzaba a alivianarse. A la mañana siguiente le platicó a su hermana respecto a su primer cliente y lo amable que este fue, le mostró la generosa propina y se quedaron todo el día en casa viendo series con la pequeña Mel.

Por la noche le entró la nostalgia, recordó momentos vividos con Jongwoo, lo feliz que se sentía cuando lo veía sonreír, como la hacía sentir con sus caricias y en como le destrozó el corazón el día en que se fue sin siquiera decir adiós. Recordó las dificultades por las que atravesó durante su embarazo y como su hermana fue la única persona que estuvo a su lado brindándole apoyo. Definitivamente ella ya no creía en el amor, a sus veintinueve años era una mujer práctica y su único amor era el señor dinero.

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