Cloe ve su pesadilla hecha realidad cuando Aitor vuelve a aparecer en su vida. Un chico odioso que le hizo la vida imposible muchos años atrás. Ahora, es una experta en rechazar a cualquier hombre con intenciones una relación sentimental, gracias a su lema "nunca te enamores". No importa que él ahora sea un solitario millonario, igual lo detesta. Que comience la guerra...
Leer másUna hermosa mujer de ondulados cabellos rubios se mecía maravillada en uno de los columpios junto a otra pequeña muy parecida a ella.Ambas con el mismo tono de cabello, los mismos ojos grises y la misma sonrisa de niña de cinco años en su primera fiesta de cumpleaños. Jugaban entre ellas, y ganaba la que llegara más alto al columpiarse.Como siempre, la mujer se dejaba vencer, haciendo la victoria de la niña fuera más gratificante.—¡Te gané mamá! ¿Viste? ¿Viste como casi llego hasta las nubes y chocó con ese avión? —apuntó un punto negro en el cielo—. ¿Viste mamá? ¡Soy la mejor! Cuando sea más grande llegar&
Salimos a toda velocidad en el Avenger, mientras nos carcajeábamos a más no poder.A Aitor se le salían las lágrimas de tanto reírse y hacía todo un esfuerzo por mantener en línea recta el auto. Yo me agarraba con fuerza el estómago, tratando de controlar el dolor que sentía en el abdomen.—¡No puedo creer que hicieras eso! Todavía no puedo…no puedo superarlo —hablé entre risas.—Se me ocurrió en el último instante, pero ¡viste la cara que puso! Creo que quería llorar —rió nuevamente con mayor furor.—Lo vi por unos segundos. Me dio tanto asco, que dejé
Un par de días pasaron y las preguntas que antes tenía en mente, se fueron respondiendo a su paso. Erick, Owen y Katrina se habían contagiado de la peor enfermedad epidemiológica: el amor.Y pronto, Amanda se presentaría en el altar con su vestido blanco, el cual por cierto tenía hace semanas, ya que ella misma había contribuido con el diseño. Todo el ambiente era como chispitas de chocolate, miel y aroma a flores, todos riendo y suspirando como tontos enamorados, incluso yo que me esmeraba tanto por ocultarlo.Aitor y yo salimos a pasear, teníamos tanta imaginación y tantas tonterías que decir que nunca pasábamos más de tres minutos sin hablar.Jamás creí que nuest
Nos detuvimos unos cinco metros antes de entrar a mi departamento y entregarnos a la tortura de las calumniadoras miradas que seguramente tendrían mis amigas.Me giré lentamente hacía Aitor, que con las manos en los bolsillos miraba por encima de mi hombro la puerta con una enorme sonrisa. No comprendía aquella felicidad que lo embargaba y mucho menos la despreocupación que poseía su cuerpo, el cual no hacía nada por compartir un poco de esa tranquilidad sobre mí.—Tu calma me altera —repliqué, mirándolo por el rabillo del ojo.Aitor se limitó a alzar los hombros.
En menos de lo esperado, llegué a casa de Aitor.Miré a través de la ventana polarizada si no había algún carro estacionado frente a la fachada, no deseaba interrumpirlos si tenía visitas…Ok, miento. Si hubiera tenido visitas, y con visitas me refiero a mujeres, no me hubiera importado nada con tal de entrar y darle una paliza a la zorra que estuviera junto a él.Todavía tenía aquella sensación de calambres en las manos desde que no pude descargar mi furia contra Stephen, por eso mismo ansiaban golpear a alguien salvajemente.Después de asegurarme que no había autos cerca, excepto el de él, reuní valor para colocarme frente a la puerta.
Como empezaba a oscurecer, mi mamá hizo lo que toda mamá haría por su hija en ese momento: una fiesta de pijamas.Me invitó, o más bien me obligó a que me quedara a pasar la noche ahí, en mi antiguo hogar.No puse objeciones ni pretextos, la verdad era que estaba muy cansada y no tenía deseos de conducir a altas horas de la noche para forzar mi vista. Acepté con gusto mientras que mi dulce y carismáticamente madre, comenzaba a soltar chistes totalmente carentes de gracia, sin embargo, me reía a carcajadas, no porque fueran buenos sino por la expresión de su rostro al contarlos.Su risa era tan contagiosa, que por un mome