En el camino de regreso a casa, Alina abrió la ventana del coche; el viento soplando en su rostro era extremadamente refrescante. Se volvió ligeramente para organizar el bolso que llevaba consigo en el asiento, donde guardaba algunos objetos novedosos para su familia.

Ahora en casa ya no era como antes, cuando la situación económica era muy difícil; tenían todo lo que necesitaban en términos de comida, ropa y transporte, excepto por la vivienda. 

Este verano acababan de comprar un coche por ochenta mil, y Karina no podía ocultar su satisfacción. Le había dicho a Alina tres veces por teléfono que planeaba comprar una casa en la mejor zona de la ciudad y decorarla a fines de año, y todos los vecinos ya lo sabían.

Pero esto también tranquilizaba a Alina; sabía que el negocio familiar debía estar prosperando mucho, y que era una especie de compensaci&