Capítulo 3: Una estudiante complicada

La señorita D’Angel se lleva los dedos pulgar e índice al puente de la nariz, aprieta fuerte, cierra los ojos y cuenta hasta el infinito para lograr calmarse, porque si no terminará lanzando a su alumna por la ventana.

—Alessia, desde el inicio —le dice un poco más compuesta—, te estás adelantando medio tiempo en la tercera…

—Esa es la idea, no quiero que sea la melodía aburrida que compuso Bach —le dice la chica adquiriendo la postura de nuevo frente al atril.

—Si no vas a tocar como él la compuso, no tiene sentido que la toques —le dice la mujer con voz firme cerrado el libro de partituras, pero Alessia no deja de lado el violín, acerca el arco a las cuerdas y comienza a tocar suavemente la melodía que su mentora le ha cerrado.

—¿Qué sentido tiene que toque tal como él lo ha hecho? —dice la muchacha sin dejar de mirar a los ojos a su mentora—. ¿No quiere decir eso que no tengo talento?

—¿Crees que puedes hacer algo diferente? Entonces hazlo… —le dice la mujer levantando las manos exasperada—, compone tu propia melodía, pero cuando toques la melodía de alguien más, quiero que lo hagas tal como está escrita.

—Bien…

Esa respuesta tranquila de Alessia, encogiéndose de hombros, solo vuelve más loca a la señorita D’Angel, quien deja salir un bufido histérico y sale de allí batiendo los brazos al tiempo que maldice su puerca suerte de tener una alumna así. Justo en ese instante Daryl se acerca a ver el avance de Alessia. Se ríe con las manos en los bolsillos al ver que Alessia mantiene los ojos cerrados mientras toca una melodía que reconoce.

—No deberías distraerme, mi mentora se molestará —le dice ella sin abrir los ojos.

—Siempre he dudado de si eres psíquica o bruja, para saber quién está frente a ti aun con los ojos cerrados —Alessia baja el instrumento y abre los ojos.

—Se supone que soy la violinista más talentosa que se ha cruzado por el camino de esa señora gruñona, y parte de mi talento es el buen oído… —se encoje de hombros y deja el instrumento de lado—. Reconocería tus pasos sin problema.

—Lo sé, ya lo has probado varias veces —Daryl se acerca y le da un abrazo—. Trata de no desesperarla, ella quiere lo mejor para ti, puede parecer que no le importas un carajo, pero te aseguro que cuando llegues a los escenarios más famosos del mundo, ella estará en primera fila aplaudiendo y llorando tus logros.

—Lo dudo, a esa señora se le secaron los lagrimales hace mucho.

El hombre se ríe, le deja un beso en la frente y se sienta a oírla tocar, es una de las pocas cosas que le brinda paz a su alma atribulada. Alessia abre el libro, busca concierto para violín N°2 y comienza a tocarlo tal como allí aparece.

La señorita D’Angel se asoma, rueda los ojos y se para al lado de Alessia, asintiendo, mirando el techo de vez en cuando como si pensara en algo especial y para cuando Alessia termina, aplaude tres veces, nunca lo ha hecho más que eso. Alessia se voltea a mirar a Daryl, quien le sonríe feliz y le levanta los pulgares.

—¿Ves que sí se podía seguir tal como está allí? —le dice la mujer con suavidad y Alessia pierde la sonrisa.

—Sí, es que asumí que solo debo ser un robot.

—¡Oh, contigo definitivamente no se puede! Pero, ya que hemos quedado en un desafío… espero las primeras dos líneas para dentro de una semana.

—¡¿Qué?! —le dice Alessia sin poder creérselo—. ¡Usted sabe que toma tiempo!

—Eres talentosa, no hay nada que no puedas hacer —le dice la mujer haciendo una reverencia y luego saliendo de allí.

—¡Me odia! —exclama girándose a Daryl y él solo sonríe.

—Alessia, seamos honestos… si yo fuera tu mentor, también te odiaría… —ella abre la boca sorprendida y Daryl se acerca riendo—. Solo así me aseguraría de que fueras la mejor, vamos, quiero desayunar contigo, tengo que hablarte de algo importante sobre la gala de mañana.

—Ya sé… quieres que toque.

—Sí, para eso han estado ensayando tú, Roger y Jazmine, ustedes son los más grandes y más talentosos de nuestra fundación, solo imagina lo que harán por aquellos que recién inician.

—Lo sé… lo sé… —responde con un suspiro cansado Alessia, que solo quiere que pase esa gala de beneficencia lo antes posible, para bajar el ritmo de los ensayos.

Tras guardar su violín en el estuche y dejarlo a resguardo en una de las gavetas del salón de ensayo, los dos se van al comedor, en donde Roger, Jazmine y otros dos muchachos que se quedan en la mansión ya los esperan.

Se sientan animados, pero los nervios se les nota a kilómetros de distancia, porque la velada de la noche siguiente es realmente importante.

La idea de Daryl es que cada uno pueda tener uno o dos mecenas, de manera que comiencen a financiar sus gastos de traslado, así él puede concentrar los demás recursos en los talentos más jóvenes y en llegar a más niños con la lectura clásica.

—Estoy segura que si bailara y me grabara, ya sería famosa en las redes —les dice Jazmine con aire importante, Alessia solo tuerce el gesto.

—Sí, pero al costo de que ya no serías la novedad y eso es lo que se supone seremos mañana —le dice Roger.

—Yo me siento como una pieza de carne que será exhibida —dice Camille bastante nerviosa, una chica que toca el saxofón.

—Y yo digo que ya comí, así que me voy a mi cuarto a practicar, no me molesten —dice Alessia poniéndose de pie, que detesta que el único tema de conversación sea la estúpida gala, pero Roger y Daryl la detienen tomándola por el brazo.

—No tan rápido, jovencita —le dice el hombre y ella frunce el ceño—. Has dejado pasar todo lo que has podido la compra de tu vestido para mañana y ya que Roger necesita un pañuelo y una pajarita a juego, irás con él a comprar el vestido.

—Pero… sabes que no me gusta que me compren cosas.

—Lo harás con tu dinero —le entrega una tarjeta y ella frunce el ceño.

Porque se supone que ella no tiene nada de eso y no le gusta que le den dinero que no se ha ganado.

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