Capítulo 8: Una carta y mal lenguaje

La mujer recibe el cheque y se ahoga con su propia saliva, porque aquella cantidad era más de lo que se había reunido para los cinco juntos.

—¿E-está seguro?

—Sí, al menos por los próximos seis meses, si la señorita Vitale consigue componer una melodía que me satisfaga, entonces lo extenderé por seis meses más, pero para la fundación.

—Claro —responde la mujer casi sin aliento y lo hace firmar un documento de acuerdo para justificar los montos.

Amaro se aleja de allí en cuanto estampa su firma y deja una nota para Alessia en un sobre cerrado, vuelve a buscarla y se da cuenta que no está por ninguna parte. Por alguna razón, decide caminar hacia la escalera, pero se da cuenta que está el paso restringido. Se dirige a la puerta principal, para irse de allí, pero la mujer de antes se le acerca y lo detiene.

—¿Te gustaría ir a otro lugar? ¿Tal vez uno más íntimo? —se le pega y comienza a pasar sus manos por los brazos del hombre, quien la observa serio.

Tal vez podía permitirse por e
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