"Primero verĂ© yo misma que hay y si es algo que lo pueda lastimar me abstendrĂ© a entregarlo" Tras esos pensamientos doña Clarisa se dirigiĂł a la cocina y abriĂł cuidadosamente el paquete, intentando no dañarlo de ningĂşn modo para despuĂ©s volver a sellarlo. SacĂł una pequeña caja de cartĂłn del interior y en ella venĂan varias cosas. — ÂżUn celular? Está en su caja, está completamente nuevo. Se parece mucho al que Ă©l señor le comprĂł a la señorita Stewart. Oh, hay una nota en el interior de la caja. > — Vaya malagradecida… — SusurrĂł doña Clarisa molesta. La señora volviĂł a ver el interior de la caja donde venĂan todas las cosas y notĂł una pequeña bolsita de tela atada con un lindo moño, la cual abriĂł. — Oh no… El anillo de compro
••••••••••<< No se ni por dĂłnde empezar. SĂ© que te he lastimado demasiado… FuĂ cobarde y no pude hablarlo apropiadamente. Quizás si desde el principio te hubiera dicho el tipo de trato que recibĂa por todos tus allegados en Londres, hubieras hecho algo al respecto… Aunque sea mĂnimo. Estar en Inglaterra fue una pesadilla para mĂ y es la verdad… SoportĂ© por que no sabĂa que más hacer con dos mellizos que dependĂan de mĂ y sin nadie más que tĂş para ayudarme. Eres el mejor amigo que jamás hubiera podido encontrar y ahora me duele mucho perderte, sin embargo, mi decisiĂłn de venir a Los Angeles y alejarme de ti, fue la correcta. Tal como en ese entonces, ahora sigo pensando lo mismo… No es nada sano para nosotros seguir viĂ©ndonos. Me amas y siento que no merezco todo ese amor que tienes por mĂ. Mereces algo mucho mejor y sĂ… Tienes razĂłn…Mi corazĂłn nunca ha dejado de amarlo a Ă©l y sĂ, sĂ© que no me merece… pero estos sentimientos no son algo que pueda controlar. Ni algo que quie
— SĂ, ÂżQuĂ© esperas que diga? — Preguntaba Savannah forcejeando y logrando liberarse del agarre de Alexander. — Me alegra saber que vas a devolverlos… Pienso que es bueno que te hayas decidido a dejar a esa loca mujer, aunque no se si sea por que ella quedĂł embarazada y no quieres que manche tu imagen o por que— — No hables tonterĂas. — La interrumpiĂł Ă©l. — Sabes que lo tenĂa pensado desde que comencĂ© a salir contigo de nuevo. — Nunca "salimos" en realidad siempre fui solo una "amante" aunque yo de ingenua te veĂa como mi "novio" — DecĂa ella frunciendo el ceño. — Ja, dĂ©jame decirte que eres una mala novia, si es asĂ a como me veĂas y a la primera te fuiste corriendo del restaurante— — ¡Eso fue tu culpa! Si no te hubieras comportado como todo un maldito en nuestra cena me hubiese quedado. — No fue mi culpa, tú— — ¡Es lo malo contigo Alexander! — AlzĂł la voz ella interrumpiendo. — ¡WHAAA! — Escucharon los dos el llanto de uno de sus hijos. De inmediato, tanto Alexander como Sav
— Will… ÂżQuĂ© estás haciendo aquĂ? — PreguntĂł Savannah acercándose a ese hombre, hasta que Alexander la detuvo de la mano. Ella volviĂł a ver hacia ese hombre de cabello castaño, más Ă©l no la veĂa a ella, si no a William. — Alex, suelta mi mano. — PidiĂł ella en tono pacĂfico, para seguidamente ver a William. — QuerĂa hablar contigo. Pero pensĂ© que no tendrĂa tiempo de hacerlo y te enviĂ© esa carta. "ÂżCarta? ÂżLe envĂa cartas a Ă©l?"PensĂł Alexander sintiĂ©ndose molesto. — Nunca pensĂ© que fueras capaz de algo asĂ de bajo, Savannah… ÂżNo crees que yo merecĂa más que ese rechazo? — Will… Este no es el lugar para tener una discusiĂłn de eso. — DecĂa Savannah incĂłmoda, queriendo que Ă©l se detenga y deje de hablar del tema. Sin embargo, eso no sucediĂł. — ¡Dices que amas y siempre amarás a ese maldito a tu lado! ¡Pero Ă©l es lo peor que ha podido sucederte! Ni siquiera quier
***************••••••••••***************>>> Savannah Stewart: Eran casi las ocho y media de la noche cuando lleguĂ© a la mansiĂłn de Alexander. Una vez bajĂ© del taxi e ingresĂ©, la ama de llaves, doña Nichole, me estaba esperando. — Señorita Stewart, venga conmigo por favor. — ÂżSucediĂł algo? — PreguntĂ© confundida. — SĂ. Todo el personal que trabajaba para la señora Bailey debe irse mañana de la mansiĂłn. — ÂżEh? ÂżAlexander los ha echado? — PreguntĂ© sin entender que sucediĂł. — No. La señora les envĂo una carta de despido hace solo unos minutos atrás, tendrán su paga completa y una recomendaciĂłn asĂ que ninguno deberĂa estar molesto. — Contaba la mujer madura, mientras subĂa las escaleras. "Si esa mujer… DespidiĂł a todos… ÂżSignifica que ya no los necesita aquĂ?"Tras ese pensamiento detuve mis pasos. Todo comenzaba a volverse tan real que me generaba nerviosismo. — ÂżQuĂ© hay de los empleados de Alexander? — PreguntĂ© solo para confirmar mis sospechas. — ÂżEllos? Siguen todos en sus
•••••••••• Un mes y quince dĂas más tarde. Londres, Inglaterra. 11: 00 am. ••••••••••— Solo tienes que elegir entre una de ellas, todas son señoritas dignas de ser la señora Robinson. — DecĂa la madre de William, doña Margaret Robinson. Los ojos azules claros de William veĂan los perfiles de cada una de las recatadas mujeres de distinguidas familias europeas en la tableta digital que sostenĂa en sus manos. Él pasaba con su dedo página por página de cada perfil. Ninguna llamaba su atenciĂłn. Todas tenĂan algo que le recordaba a esa mujer que le habĂa roto el corazĂłn. No querĂa nada que le trajera esas memorias del pasado. IntentĂł con todas sus fuerzas olvidarla al volver a Inglaterra. SaliĂł a fiestas y eventos importantes de sus compañĂas y negocios de sus amigos. Nada funcionĂł. AĂşn cuando se acostĂł con una que otra mujer, ese vacĂo en su corazĂłn lastimado seguĂa sin dejarle descansar por las noches apropiadamente. Inclusive intentĂł con terapia y terminĂł tomando medicamento
10: 00 pm. Los hermosos ojos de un tono verde limĂłn se posaron en el reloj de pared en la sala. "Él… TodavĂa no ha venido y… tampoco ha llamado" La mujer de cabello rubio ondulado se levantĂł de su asiento y se acercĂł a la mesa cuyas velas habĂan estado encendidas desde hace una media hora.Savannah Stewart las apagĂł y comenzĂł a guardar la cena que con tanto esmero habĂa preparado esa noche especial de su cumpleaños nĂşmero 27. "PrometiĂł que estarĂa a las nueve a más tardar en mi apartamento" "Él prometiĂł que vendrĂa a celebrar conmigo, mi cumpleaños, hoy que tambiĂ©n es navidad…" Una expresiĂłn cabizbaja se mostrĂł en el rostro de esa mujer de familia humilde, quien no esperaba estar sola ese 25 de diciembre en su cumpleaños. "Para fin de año tenemos que ir a casa de mis padres, quedamos en que hablarĂamos de nuestros planes de compromiso" "ÂżDĂłnde se habrá metido Ayden?" PensĂł Savannah preocupada por su amado novio, con el que llevaba 5 largos años de relaciĂłn. "Imposible qu
¡Él tenĂa razĂłn! Savannah Stewart se percatĂł que estaba en los baños de hombres y comenzĂł a llorar aĂşn más sintiĂ©ndose avergonzada. — ¡No! ¡Lo que me faltaba! — GritĂł ella cubriendo con una mano su boca y dirigiĂ©ndose a la salida con sus pasos desequilibrados. Alexander alzĂł una ceja viendo como ella le pasaba de lado. En ese momento Savannah se fue hacia un lado por apoyar mal su pie debido a la sandalia de tacĂłn alto. — ¡AH, NO! — GritĂł ella asustada. Justo entonces, el hombre de cabello castaño la sostuvo por la mitad. Ella se sorprendiĂł y volviĂł a verlo, las miradas de ambos quedaron a muy poca distancia. — No pareces estar nada bi— Antes de que Alexander terminara su frase, Savannah convirtiĂł la distancia en nada, aferrándose a ese extraño, ella terminĂł besándolo. En el momento que los labios de ambos se separaron, Savannah sonriĂł. — ¡Al diablo mi ex novio! Hoy me voy a divertir contigo, guapo~ — Tras decir esa frase, ella rodeĂł con sus brazos al atractivo hombre des