Capítulo cuarenta y seis

La seguí por detrás mientras ella se acercaba a la puerta y la abría.

—¿Maura Morrison?

—Sí.

—Firme aquí por favor. 

No pude distinguir bien a la persona, pero sabía que se trataba de un recadero. Se marchó después de que maura firmara y cuando se volvió a mí, llevaba un ramo de flores en la mano y las miraba extraña.

—¿Un admirador secreto? —pregunté.

—No lo sé, pero son hermosas.

—Tendrá alguna tarjeta por algún lado. —me acerqué y la rebusqué entre l

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