UGPEM. CAPÍTULO 15. Mi mujer—¡Listo! —exclamó mientras devolvía la navaja a su bolso.—¿Siempre vas con una balisong encima? —murmuró Cassian embobado.—¡Por supuesto! Una chica necesita protección —rio ella mientras Liam entraba el shock y todos entraban a la discoteca.Un reservado VIP y media botella de brandy después, todavía no se habían puesto de acuerdo en los negocios, y Max comenzó a pensar que de verdad los alemanes solo querían fastidiarle la distribución a Liam. Era claro que Caroline tenía otro tipo de intereses, pero Liam estaba genuinamente interesado en la licitación de aquel puerto. Igual a Max le molestaba el toqueteo de la rubia, pero no podía hacer nada más que intentar concentrarse mientras hablaban con Cassian.—Una parte de la licitación, es todo lo que te puedo ofrecer —le dijo por fin el alemán.—Sabes que eso no me alcanza —replicó Liam—. Además quieres cobrarme el doble de la licitación por un cuarto del espacio para recalar los buques... ¡Es un atropello!
CAPÍTULO 16. Un asalto a mano armadaMax apretó los labios porque honestamente aquello era más de lo que podía aguantar sin echarse a reír. ¡A menudas horas se acordaba el condenado de que ella era su mujer!—¿Disculpa? —la voz de Cassian estaba tan llena de risa como su propio pensamiento—. ¿Te gustaría explicarme eso de nuevo? ¿Tu mujer?Liam tensó la mandíbula de la rabia.—Sí, mi mujer...—Bueno, pues felicidades, no estoy acostumbrado a las parejas abiertas, pero teniendo en cuenta que se trata de ella... —Cassian le hizo un guiño a Max por encima del hombro de Liam.—¡Suficiente! —gruñó Liam—. ¿Cuándo he dicho que seamos una pareja abierta!—No tuviste que decirlo, creo que besuquearte con mi hermana fue declaración más que suficiente —espetó Cassian con molestia—. Tal vez tengas que dar un paso atrás y darte cuenta de que no tienes derecho a estar celoso después de besarte con otra mujer en sus narices.Liam tomó la mano de Max con un gesto posesivo.—¡Eso es un problema entre e
CAPÍTULO 17. ¡Tú eres la que me trae mala suerte!Max se mantuvo a un lado, observando atónita la escena mientras Liam soltaba al tipo con un gesto de asco. Había pequeñas manchas de sangre de su cara y parecía a punto de estallar.Entonces, sin mediar palabra, él se dio vuelta hacia ella y la abrazó con fuerza.—¿Estás bien? —preguntó en un susurro.Max sintió el corazón latiendo rápido en su pecho mientras miraba al ladrón tirado en el piso. El rostro de Liam estaba lleno de ira, y ella no tenía ni idea de que él podía pelear así.Al parecer Liam Grissom no era tan indefenso como su padre pensaba.—¡Responde, ¿estás bien?! —la sacudió él y Max asintió en silencio.En cuestión de segundos Liam la hizo subirse al auto y salían de aquel fatídico estacionamiento quemando llantas sobre el pavimento. Iban en absoluto silencio hasta que llegaron a la casa. Max de inmediato conectó la seguridad y mientras él gruñía como un oso acorralado, ella de verdad lo acorraló en el baño y lo hizo apoya
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que
CAPÍTULO 2. Una mujer que quiere venganza.Un año después.Alexa Carusso era una mujer hermosa y lo sabía, pero más que eso, era una mujer determinada, fuerte y con una voluntad de arrasar con todo a su paso, por un simple motivo: había perdido todo, y venía dispuesta a recuperarlo.Precisamente por eso había pasado un año preparándose, un año tejiendo sus hilos para ganarse aquel puesto como analista en el departamento económico de Hamilton Holding Enterprise, más conocido como el grupo HHE. Era la empresa más poderosa en el área de la tecnología, y su dueño era el único hombre que a Alexa le interesaba en el mundo: Scott Hamilton.El señor Hamilton era un hombre escurridizo, al punto de ocultarle exitosamente su rostro a los medios, y eliminar cualquier noticia privada o foto suya de internet. Sin embargo todos los que lo conocían estaban de acuerdo en algo: Era un hombre despiadado, feroz, horrible... ¡y Alexa estaba allí para conquistarlo!Manejó su discreta camioneta Honda hasta
CAPÍTULO 3. ¡Tú!Y como no existe nada más fuerte que la voluntad de una mujer que quiere venganza, Alexa se llevó el trabajo a casa, apenas durmió, pero cuando estaba amaneciendo por fin aquel error se reveló ante ella.—Alguien lo está robando —sonrió Alexa y corrió a preparar café mientras Howard salía de su habitación medio dormido.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas como gata en celo? —protestó.—¡Alguien está robándole a Scott Hamilton! —exclamó Alexa emocionada—. ¡Nadie es invulnerable en la vida, y alguien le está robando al ogro, así que ya tengo mi camino abierto hacia él!Sin embargo muy pronto Alexa se daría cuenta de que aquella alegría era demasiado prematura. En cuanto le dijo al señor Malcovich que había encontrado problemas en los números, el supervisor le quitó los documentos sin siquiera preguntarle dónde estaba el problema.—¡Oiga, yo debería hablar con el señor Hamilton de esto! —sentenció ella sin saber las intenciones de Malcovich.—Esto está muy por encima de su nivel
CAPÍTULO 4. Un hombre que no tolera desafíosAlexa quería que la tierra se la tragara. Había ido a aquella empresa a conquistar al CEO y había acabado ofendiéndolo de la peor forma posible. Sabía que tendría suerte si no la ponía de patitas en la calle antes de dejarla hablar ¡y encima llegaba peleándose con su supervisor!"¡Mierda!" pensó mientras Malcovich entraba corriendo tras ella, con cara de espanto.Sin embargo las emociones de Scott Hamilton parecían tan controladas como una bomba a punto de explotar. Se levantó despacio y miró a Alexa de arriba abajo. Estaba despeinada, descalza, desarreglada, el sudor le corría desde la frente y caía en pequeñas gotas entre sus pechos, mientras jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras... Parecía exactamente la bruja que era y lo peor de todo era que Scott Hamilton solo quería quitarle aquel sudor entre los pechos con la lengua. ¡¿Pero a él qué diablos le pasaba con aquella mujer?!—¿Qué demonios es esto? —gruñó cuando la vio detenerse
CAPÍTULO 5. Un juego demasiado peligrosoScott achicó los ojos. Quería asfixiar a aquella mujer con sus propias manos, pero no era un hombre estúpido.—Pon los documentos sobre mi escritorio. Dile a Malcovich que espere —ordenó y un instante después se quedaba solo.Scott respiró intentando calmarse y luego se sentó. Tomó su pluma favorita y abrió aquella carpeta. Ya había visto aquel contrato, había revisado los números de forma superficial y no había encontrado problemas, sin embargo las notas al margen de aquellas hojas, en pulcra caligrafía femenina, le contaban una historia muy diferente.Se echó adelante en el asiento, y lo repasó una y otra vez, pero los números no mentían. Ella se había dado cuenta de un mínimo error que podía costarle millones en los siguientes tres años.—¡Mierda, tenía razón la bruja! —siseó. Y eso también significaba otra cosa: Que Malcovich había tratado de engañarlo. Lo hizo pasar y apenas atravesó la puerta lo increpó—. ¡¿Por qué querías ocultarme esto!