Varios días despuésLa imagen de Adrián besando a Romina persistía como una daga en mi mente. Una tortura silenciosa, constante, que me arrastraba a una espiral oscura. Por más que luchaba por expulsarla, se aferraba a mí como un veneno.—No puedes seguir así, Victoria —dijo Abby, cruzando los brazos con el ceño fruncido.—Créeme que estoy intentando dejar ese mal momento atrás.—Vas a tener que esforzarte más. No te olvides de Tristán. Llevas días sin ir a verlo, y seguramente él ya lo sabe todo. Las “conexiones mentales” tienen esa desventaja…—No me lo recuerdes, por favor —musité con un nudo en la garganta—. No sé cómo enfrentar esa conversación.Abby suspiró y posó una mano cálida en mi hombro.—Sabes que puedo ver cosas a través de ti. A veces son claras, otras no tanto. Pero hay algo que no logro descifrar del todo: tus sentimientos. ¡Eres un caos, Victoria! A veces creo que realmente te gusta Tristán. Tus gestos, tu cuerpo, te delatan cuando estás cerca de él… pero todo cambia
Las palabras que escupía su boca eran como puñales, dirigidos con cruel precisión al centro exacto de mi dolor. Aun así, tenía que admitirlo: Tristán tenía razones para estar herido. Pero eso no hacía que doliera menos.Intenté resistir el golpe, fingir fuerza ante su desprecio.—¡Si soy tu perdición, Tristán Palacios, entonces debiste haber construido murallas más altas para mantenerme lejos! —repliqué con rabia temblorosa, tratando de igualar su tono cortante, aunque por dentro me destrozaba.—Dices que me amas, Victoria, pero eso no es amor —respondió con una amargura que caló hondo, como si cada palabra se le clavara también a él.—¿Crees que sabes lo que siento? ¡Que exista una conexión entre nosotros no significa que conoces mi alma! —estallé, y por fin, Tristán me miró. Sus ojos se posaron sobre mí, pero no encontré en ellos piedad.—Eres inestable. Y yo… yo solo soy el refugio al que acudes cuando estás rota. Quiero pensar que algún día seré el hombre al que elijas sin dudas,
Mi boca permanecía sellada, mientras que dentro de mí, una marea de espasmos y ansiedades se agitaba con fuerza. Tristán estaba a mi lado, sus manos colocadas de manera posesiva: una sobre mi pecho, la otra en mi cintura. Aunque no habíamos cruzado la línea de la intimidad, no podía evitar sentirme vulnerable, una sensación que bordeaba la vergüenza.—Estás muy callada —susurró, sus labios rozando mi cuello, como si esas palabras fueran el preludio de algo mucho más profundo.—Debes pensar que soy una niña inmadura… alguien incapaz de manejar lo que podría suceder —murmuré, casi sin aliento. Tristán me giró suavemente hacia él, nuestros rostros quedando a escasos centímetros, intensificando la carga de deseo que ya nos envolvía.—No pienses en eso. Mi vida es tuya, Victoria. Te pertenezco… y sé que tarde o temprano, tú también me vas a pertenecer. Nunca lo olvides —dijo con una voz tan suave y envolvente que casi sentí como si me absorbiera por completo. Elevó su mano y acarició mi
Adrián. Estaba exhausto. Anhelaba, más que nunca, un instante de paz.Fui directo a mi habitación y me serví un vaso de whisky, el único refugio inmediato para calmar el desasosiego. Durante la última semana, Romina se había tornado insoportable, insistente, consumida por sus inseguridades. No aceptaba mi decisión y su obstinación crecía día tras día. Sabía lo peligrosa que podía ser si decidía volverse letal, por eso debía actuar con cautela.Me tumbé en la cama con un suspiro y di un sorbo a mi bebida. Mientras procuraba calmarme, el rostro de Victoria irrumpió en mi mente… y con él, el recuerdo del día en que nos despedimos.
—No pienso dejarte ir sin que desayunes —advirtió Tristán, con esa firmeza encantadora que a veces lograba desarmarme.—¡Mira la hora que es! Me olvidé completamente de mi padre… —revisé el móvil, angustiada—. Tiene varias llamadas perdidas.—Si te calmas y respiras, verás que ese problema ya está resuelto. Apostaría mi inmortalidad a que Abby y tu abuela ya habrán calmado a Albertico —dijo con tono despreocupado.—Tristán, no te refieras a mi padre de esa manera —le reclamé, con el ceño fruncido. Él sonrió.—Está bien, cariño. Lo dejaré… si me permites prepararte un desayuno en condiciones.—Te lo acepto porque, sinceramente, estoy hambrienta.—Entonces, en contra de mi voluntad, te dejaré para que te vistas. Tómate tu tiempo, te espero en la cocina —dijo, devolviéndome la sonrisa.Mientras me vestía, el delicioso aroma que flotaba en el aire me hizo imaginar una cocina digna de un hotel cinco estrellas. Tristán realmente se estaba esmerando. Sin embargo, aquel olor reconfortante pro
A veces me pregunto: ¿Cuáles son los significados de nuestra vida y cuál es nuestro verdadero objetivo en ella? Llevo un largo período de tiempo tratando de encontrar un sentido a esa pregunta… Lamentablemente, todavía no he obtenido respuesta. Durante la mayor parte del tiempo he caminado entre sombras, en caminos inciertos que me conducen a espejismos, en una supervivencia hueca e inactiva. A menudo he sentido la necesidad de tocar y sentir algo real, algo que me llene y me devuelva la paz; sin embargo, al ver a mi alrededor me doy cuenta de que la maldad es más sólida. En todos los lugares observo y oigo gritos de dolor; de nada sirve tener amor en el corazón cuando la oscuridad más profunda te consume y te lleva a caminos inesperados, un lugar que ni siquiera en tus sueños más oscuros has advertido e imaginado. Con solo tocarlo, podrá resquebrajar fácilmente lo que parece ineludible. Todavía sigo intentando sobrevivir, con mi alma destrozada; contemplando cómo se pier
Necesitaba caminar, deambular por la noche y unirme a todas las criaturas nocturnas en su vigilia, lugar al cual yo también pertenezco; al clan de los eternos que habitan en la soledad. Por ser un vampiro (hijo de la noche) podía oír la melodía de los espectros, ver los rostros pálidos de las criaturas que eran igual a mí, sonriéndole a la inmortalidad; sin embargo, yo a diferencia de ellos soñaba con la esperanza de encontrar un atisbo de luz en mis noches sin fin, aunque esa petición se había convertido en un deseo difícil de alcanzar. Aparque el coche en el margen de la carretera, en aquellas altas horas de la noche ya nadie transitaba, ni siquiera un alma. Me interné entre los densos árboles y matorrales que tapizaban las montañas de la desolada carretera; eso para mí era sumamente fácil, deslizarme bajo el amparo del sigilo, saltar hasta casi volar sin ser percibido. Nadie se hubiera atrevido a mirarme si me viera en ese instante. No era la forma en la que me elevaba por los
El avión ya había tocado tierra, mi corazón latía con fuerza; había estado cinco años fuera de mi país y todo había cambiado. Emily, Lucy, Rebeca, Abby y mis tíos llegaron a mi mente, sobre todo la voz de Abby, esta me hablaba: “Estaré en contacto contigo, estés donde estés.” —Ethan —susurré y saqué la foto que llevaba conmigo en mi bolso de mano, mi padre colocó su mano en mi hombro en señal de apoyo. Finalmente, estábamos bajando del avión, el trayecto me había hecho largo y no pude dormir en todo el trayecto. Mi padre era otra historia, había dormido como un bebé. Caminamos por los pasillos del aeropuerto después de mostrar los pasaportes y de ser revisados, salimos; mis lágrimas salieron con fuerza al oír el grito de Alexandra, giré y la vi con mi tío Andrés. Corrí hacia ellos para abrazarlos, mi tío me levantó entre sus brazos; siempre fue alto y de complexiones fuertes, parecía que levantara pesos todos los días, luego me bajó y me dio un gran beso en la frente. —¡Está