Capítulo 7

Pero eso no había pasado. Seguía sin aceptar el hecho de que existía la posibilidad de jamás verlo de nuevo, en mi mente debíamos vernos una vez más. Solo que no así. Aquí.

Me envolví en una coraza de realidad para evitar desilusionarme, porque debido a la ingenuidad me había lastimado yo sola. Estaba feliz de verlo, pero primero debía de saber qué quería, pero eso no evitó que mi sonrisa fuera grande y genuina, él solo esbozó una pequeña sonrisa, como si no quisiera demostrar que se alegraba de verme. Y eso dolió.

—A que tardaste en recordar a esta belleza —dije señalándome con actitud juguetona, pero seductora, él suspiró—. Nuevo año, nueva yo.

—No creas que no me da gusto verte bien y completa —quise tomar su comentario como un cumplido—. Pero creí que serías más responsable.

El malhumor se posicionó sobre mi cabeza.

—Y yo que me estaba alegrando de verte.

Nunca había fumado, desconocía el sabor y la sensación de hacerlo, pero cuando vi la cajetilla abierta, pensé que estaría bien tomar uno y más si debía soportar un discurso sobre la sensatez. Tal vez me viera como toda una malota, tal vez me viera un poco interesante.

—No sabía que fumabas.

Lo ignoré, tomé el encendedor de la mesa y prendí el cigarro sin detenerme a pensar mucho en qué hacer a continuación. Inhalé profundamente y tragué el humo, sin embargo, me provocó tal picazón, que comencé a toser como para expulsar mi pulmón.

—Creo que no lo haces.

El idiota se miraba divertido y sonrió. Se veía como el Lucas de antaño, el que era antes de que cometiera el error de confesarle mi amor y aquel que sabía cómo darle luz a mi vida.

—Búrlate —dije irritada—. Pero al menos dime qué quieres.

—La luna, Vi —dejé pasar el apodo—. Es luna de sangre.

Me congelé en el asiento. La luna de sangre ocurría con poca frecuencia, tampoco es que fuera tan rara, pero sí podías vivir un rato sin preocuparte por ella. Así que no me había molestado en revisar el calendario y no me había enterado.

Luna de sangre igual a baño de sangre.

Mi hermano y yo sabíamos que durante el primer día de una fase de luna no había que salir y siempre trataba de mantener ocupadas a mis amigas esos días para evitar que les ocurriera algo, pero no me asustaba. Lo que me asustaba era que estábamos afuera y en cuánto dieran las doce, las siete razas (ocho si es que los dragones sí existían), saldrían a cazar.

Y aún con fuerzas diezmadas, cualquiera de ellos era más fuerte que la mayoría de los humanos.

—¿Y qué haces aquí? —pregunté casi sin respiración—. Deberías estar preparándote para matar místicos.

—Tenía que avisarte, ya se me hacía raro que estuvieras al exterior.

Una parte de mí quería sentirse ofendida por el hecho de que me mantuviera así de vigilada. La otra parte de mí se sentía soñada porque le importaba lo suficiente como para venir a avisarme antes de cumplir con sus obligaciones de montero. El sentimiento que nunca se esfumó recobró fuerza, yo lo amaba, lo seguía amando.

Me incliné hacia él, iba a besarlo, solo un roce, pero entonces apartó la mirada y se apartó de mí. Fue solo un reflejo, duró apenas un segundo, pero su mirada se dirigió hacia el exterior. En ese momento deseé no haber volteado porque el ver a Siena recargada en un poste tan hermosa como si no estuviera lista para matar místicos me destrozó de una manera que jamás creí que podría.

Ella ni siquiera estaba volteando para acá.

No necesitaba tener un coeficiente intelectual por arriba del promedio para darme cuenta de que ellos dos tenían algo, no por nada Lucas la volteó a ver cuando estuve por besarlo.

Cuando lo miré, sentí un odio que jamás podría definir, mi cabeza punzaba y la traición se clavaba con fuerza en mi interior ¿Con ella? ¿Por qué con ella? Quería llorar, me sentí tan destrozada que apenas podía respirar.

—Vi… Escucha, no es lo que piensas…

—¿No estás con ella?

Él apartó la mirada, una pizca de culpa en su mirada.

—Bien, sí es lo que piensas, pero…

—¿Por qué con ella?

Mi voz era veneno puro, imaginé que mi expresión era asesina, pues Lucas se alejó un par de centímetros. Tenía tantas ganas de golpearlo, de gritarle, de hacerle sufrir tanto como yo estaba sufriendo.

—No creo que haya una razón específica, solo pasó —se encogió de hombros—. Escucha, Vi…

En cuánto oí el apodo, no pude más. En aquel momento se abrió una grieta en mi interior que jamás se podría cerrar, un profundo dolor se acomodó en mi interior y supe que se quedaría ahí para siempre. Verlo era profundamente doloroso porque lo tenía tan cerca, pero un abismo nos separaba, el nudo en mi garganta se apretó y tuve que apartar la mirada para obligarme a no llorar.

Después de unos segundos, me armé de valor y pude hablar.

—No me llames así —siseé mientras me acercaba a él—. A partir de ahora, para mí no existes. Esto de aquí —me quité la pulsera que guardaba el rastreador—, se puede ir a la chingada. Tú y yo no somos familia Lucas, tú y yo no somos una m****a. No me hables jamás, no me busques de nuevo —su expresión fue neutral y eso dolió más, pues mientras yo moría por dentro, él solo pasaba un mal rato—. Porque si te vuelvo a ver te voy a matar, te voy a hacer sufrir tanto como yo estoy sufriendo y vas a desear haber muerto con tu hermana en lugar de haberte escondido en esa maleta de m****a.

A pesar de las discusiones que alguna vez tuvimos, jamás utilicé los sucesos de la muerte de su familia para herirlo, por muy enojada que estuviera jamás crucé esa línea. En ese momento ni siquiera me sentí mal o culpable, solo quería lastimarlo tal como él me lastimó a mí. Tiré la pulsera al suelo y de un solo pisotón la rompí, incluido el rastreador.

Lo dejé solo en la mesa y me fui a unir a Jossy en la pista. Un tipo desconocido se acercó a bailar conmigo y lo dejé, cuando intentó besarme no me aparté y me dejé llevar por una sublevación desconocida.

Bebí, fumé, bailé y finalmente perdí mi virginidad con un imbécil desconocido a quien no recordaría más tarde y m*****a sea, se sintió tan bien.

La luna de sangre se podía ir a la m****a, cualquier fase lunar podía irse a la m****a. Jamás me encontré con místicos a pesar de que algunas veces buscaba encuentros para desahogar tanta ira.

Aquel día me liberé y me convertí en una versión de mí de la que no estaba orgullosa, pero me daba fuerza para salir adelante y seguir bien. Me dolía como el infierno que Lucas no me eligiera, él tenía todo el derecho a amar a quién fuera con la magnitud que él quisiera, pero que fuera Siena era un suplicio.

Ella no merecía mi odio, pero no existía forma alguna de evitarlo. Sin tan solo Lucas no la hubiese llevado, seguiría en la ignorancia.

A partir de ahí todo se resumió en alcohol, tabaco, drogas y sexo. Tirarme a los excesos fue la mejor decisión que había tomado desde que dejé a los monteros atrás. Me ayudaba a concentrarme solo en mí, a olvidar todo lo que me dolía, a buscar únicamente placer.

Jossy y yo hicimos buen equipo, tanto que en algún momento Dani no pudo más y se alejó de nosotras. Mi hermano se hartaba cada vez más de mí, sus regaños se hacían más frecuentes hasta que un día simplemente no pudo más. El hecho de que me echara de su casa fue lo que necesité para caer hasta el fondo, pero incluso ahí me sentía bien.

Cuando contraje VIH debí haber aprendido la lección, pero la realidad fue que lejos de sentirme asustada, me sentí aliviada porque tal vez podría morir. No tenía el valor de matarme a mí misma en un solo acto, pero lo hacía lentamente a diario.

Era un fracaso, una vergüenza, pero estaba bien, lo había aceptado, estar en el fondo era cómodo de alguna u otra forma. Lo mejor era que no sentía y no sentir era el mejor alivio que podía tener.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo