270Los flashes se intensificaron, capturando su rostro lleno de lágrimas, el temblor en sus labios. Esa imagen era perfecta para la narrativa de una mujer destruida, incapaz de sobrellevar la pérdida de su esposo.Anthony, notando el estado de Julieta, intervino rápidamente.—Les pido que respeten la privacidad de Julieta en este momento tan delicado. Maximiliano no solo era su esposo, era su roca, su compañero. Nuestra familia necesita tiempo para sanar, y les agradecemos que nos den ese espacio —dijo Anthony firmemente.Un periodista levantó la mano rápidamente, sin intención de ceder.—Señor Hawks, ¿cómo planean honrar la memoria de Maximiliano? —pregunta un periodista.Anthony suspiró profundamente, dejando que la pausa dramática llenara la sala.—Maximiliano será recordado como un hombre excepcional. Planeamos una ceremonia privada, solo para la familia, donde honraremos su legado. Les pedimos que entiendan nuestra decisión de mantener esto fuera del ojo público —una lágr
271El sótano era oscuro y húmedo, con el eco de cada gota de agua cayendo desde una tubería rota. Maximiliano estaba sentado en una esquina, las muñecas sujetas con cadenas al muro. Había aprendido a conservar su energía, observando y esperando el momento adecuado para actuar, pero sabía que esta noche sería diferente.Sebastián entró acompañado de dos hombres fornidos. Una sonrisa cruel se dibujó en su rostro al ver a Maximiliano.—Espero que hayas descansado bien, Max. Hoy es tu gran noche.Maximiliano levantó la mirada lentamente, sus ojos azules clavándose en los de Sebastián con una furia contenida.—¿Vas a pelear tú, Deveroux? Porque sería un placer romperte la cara.Sebastián soltó una carcajada mientras uno de sus hombres se acercaba y tiraba de las cadenas, obligando a Maximiliano a ponerse de pie.—Oh, no, amigo. Pero alguien mucho más fuerte está ansioso por conocerte. Boris está calentando para darte la bienvenida.Maximiliano arqueó una ceja, pero no dijo nada. Ha
272Maximiliano apretó los puños. No era momento de pensar en las probabilidades. No era momento de dudar. Su mente estaba clara, enfocada solo en una cosa: sobrevivir.Boris, por su parte, parecía encantado con la atención. Levantó los brazos, recibiendo los vítores como si ya hubiera ganado.—Es hora de pelear —gruñó Boris, y la multitud enloqueció, animándolo con cánticos y gritos.Maximiliano inhaló profundamente, preparándose para el golpe inevitable. Pero en el fondo de su mente, entre el caos y la adrenalina, un pensamiento se abrió paso como una luz en la oscuridad.“Julieta, espérame. Voy a salir de esta, voy a reconquistarte. Nos casaremos, y Maxime, tú y yo seremos una familia.”El sonido de una campana improvisada resonó en el almacén, marcando el inicio de la pelea. Boris avanzó como un toro desbocado, sus pasos resonaban en el suelo como tambores de guerra.Maximiliano esquivó el primer golpe, un puñetazo que, de haberlo alcanzado, podría haberlo dejado fuera de c
273Marcelo había logrado obtener una pista importante después de días de investigar. Una vez que consiguió el nombre de Sebastián Deveroux, sabía que tenía que actuar rápido. El hombre tenía vínculos con el bajo mundo, y no sería fácil llegar a él, pero Marcelo no era alguien que se detuviera por un desafío.Tomó su celular y llamó a un viejo conocido.—Hola... Cole, necesito un favor, hermano.—Lo que sea por quien me salvó la vida hace tres años —respondió Cole sin dudar.Marcelo le explicó lo que necesitaba. Cole, siendo un hombre de recursos, no tardó más de unos minutos en devolverle la llamada con una dirección.—Aquí tienes, hermano. Es todo lo que pude conseguir. Ten cuidado, ese tipo no es cualquiera.Marcelo colgó con un agradecimiento y comenzó a movilizar a su equipo.—¿Jefe, tiene algo? —preguntó uno de sus subordinados mientras Marcelo revisaba la dirección.—Sí, pero no le digas nada a Julieta aún. No quiero llenarla de esperanzas si no estoy completamente seguro. Esto
274JulietaMis ojos se abrieron de golpe cuando escuché la voz del guardia.—Señora... lo encontraron —alguien gritó sin aliento.Me levanté de inmediato, sin pensar, con el cabello hecho un desastre y el corazón latiendo como loco.—Vamos, vamos —dije mientras me ponía las zapatillas a toda prisa—. ¡Llévame a donde está!El guardia me miró nervioso, pero negó con la cabeza.—No, primero debe bañarse y arreglarse —ordenó con un tono que intentaba ser firme.Le lancé una mirada furiosa, una que, en cualquier otra ocasión, habría hecho retroceder a cualquiera. Y este hombre no fue la excepción. Dio dos pasos hacia atrás con las manos en alto como si se estuviera rindiendo.—Quiero... —intenté refutar.—El jefe Marcelo lo ordenó, señora. Yo no. Solo soy un mensajero —dijo un poco asustado.Sin esperar mi respuesta, se dio la vuelta rápidamente y desapareció por el pasillo.Bufé frustrada, pero cuando vi mi reflejo en el espejo, entendí el porqué de la insistencia. Mi cabello
275JulietaEl camino parecía eterno. Cada segundo que pasaba sentía cómo mi corazón golpeaba con más fuerza contra mi pecho. Las manos me sudaban, y aunque intentaba distraerme mirando el paisaje que se abría paso entre los árboles, mis pensamientos estaban completamente enfocados en él: Maximiliano.La camioneta se detuvo de repente. Me enderecé en el asiento y miré al conductor con ansiedad.—Hemos llegado, señora —se gira para verme.Mi respiración se aceleró. Salí del vehículo antes de que alguien pudiera abrirme la puerta. Mis piernas estaban temblando, pero no me importó. Frente a mí había una cabaña, pequeña pero acogedora, rodeada de un claro con algunos árboles altos que parecían resguardar el lugar.—¿Está aquí? —pregunté con un hilo de voz.El conductor asintió, pero no dijo nada más. Yo comencé a caminar hacia la entrada, mis pasos eran torpes, apresurados, pero cada uno me acercaba más a lo que llevaba meses esperando.Abrí la puerta lentamente, y lo primero que n
276Sebastián llegó al lugar con el ceño fruncido, y su ira aumentó al ver el desastre frente a él. La casa, que debía ser un escondite seguro, estaba envuelta en llamas, y los cuerpos de sus hombres yacían alrededor, sin vida.—¡Maldita sea! —rugió, su voz resonando en la noche. Sus puños se apretaron con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos.Sus subordinados, conscientes de su temperamento, retrocedieron un paso instintivamente, lo que solo avivó aún más su furia.—¡¿Qué demonios pasó aquí?! —espetó, mirando al más cercano con ojos que parecían capaces de quemar igual que el fuego que consumía la casa.El hombre, nervioso, se aclaró la garganta antes de hablar.—S-señor… no sabemos cómo lograron dar con él —explicó con torpeza, las palabras saliendo a trompicones.—¡No saben! —repitió Sebastián, burlón y furioso a la vez—. ¡Eso es todo lo que tienen para decirme!Su subordinado inclinó la cabeza, tratando de evitar el contacto visual, mientras Sebastián daba un paso más
1 POV Julieta Mi respiración estaba atascada en mi garganta mientras él bombeaba sin descanso dentro de mí, una explosión se acumulaba en mi vientre bajo ya familiar para mí. Miré sus hermosos ojos de azules que me devolvían la mirada de manera cálida. Era el único momento que teníamos donde no era como el hombre de las nieves, frío y distante. Siempre era tan frío en el trabajo, que me siento privilegiada cuando la calidez entra en su mirada y solo es para mí, compaginando con su cuerpo caliente. Sus musculosos brazos sostenían todo su peso me besaba de manera ardorosa mordiendo mis labios casi con saña. Me entrego sin vergüenza al único hombre que he amado siempre. Llegamos a nuestro clímax casi al mismo tiempo y me siento en las nubes. Como cada vez. Aún mi sudor no se había secado cuando él ya estaba levantándose de la cama y metiéndose al baño. Suspiré un poco triste, pero ya acostumbrada porque nunca fue el tipo de hombre que se acurruca y se queda horas hablando o simpl