Michael gritó, sorprendido, agarrando mi mano con fuerza y diciendo: —¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo te lastimaste tanto la mano? Vamos, te voy a poner un poco de crema. Dijo esto mientras me llevaba apuradamente hacia el jardín de atrás. De repente, sentí varias miradas llenas de odio clavándose en mí. Esas miradas eran como flechas, que me atravesaban el pecho. Sentí como si estuviera siendo quemada viva, mi corazón latía con ansiedad, pero no podía escapar ni esconderme. Me forcé a soltar la mano de Michael y, con una expresión exhausta, le dije: —En serio, estoy bien, no tienes que preocuparte por mí. —Aurora… no digas eso. Tienes que curar esas heridas rápido. —No es nada grave. ¡Solo son heridas en la piel, no me voy a morir! —respondí sin ganas, sintiéndome agotada física y emocionalmente. Sabía que él estaba preocupado por mí, pero en la casa de la familia Bernard y delante de todas esas personas, su preocupación solo traería más problemas para mí. Quizás por mi
Él no me cree, insiste en sospechar que hay algo entre yo y Michael, y en ese caso, no puedo hacer nada. Al ver que no respondía, de repente se acercó a mí. Su altura bloqueaba la luz, haciendo que su presencia se volviera aún más sombría y aterradora. Involuntariamente, retrocedí un paso. Él se inclinó un poco hacia mí y me dijo: —Sí, estás aquí para pagar por lo que hiciste. Pero, lo primero que tienes que hacer es… pedirle disculpas a mi abuela. Lo miré, sorprendida. ¿Pedir disculpas? ¿Por qué tenía que pedirle disculpas a su abuela? No parecía que hubiera hecho nada que justificara una disculpa hacia ella. Al ver mi confusión, Mateo, de repente, se rio y dijo con sarcasmo: —Ya lo dije, la señorita Aurora no tiene buena memoria. Han pasado solo dos años y ya olvidaste cómo insultaste a mi abuela antes, ¿verdad? ¿Hace dos años? ¿Insulté a su abuela? Revisé mis recuerdos con detenimiento y, de repente, me di cuenta. ¿Acaso fue aquella vez? Ese día, él regresó a
Cabizbaja no sabía qué decir. Tampoco sé por qué soy así. No soy una persona tan orgullosa, Valerie siempre dice que soy de carácter débil, que no parezco una chica de familia rica. Soy amable con los demás, casi nunca discuto con alguien, y nunca les pongo mala cara. Pero, frente a Mateo, realmente siempre me muestro orgullosa. Parece que, con él, saco todo lo peor de mí. No sé por qué soy así. Ahora, mirando atrás, me arrepiento mucho, lamento haber actuado de esa manera con él. Pero, ¿de qué sirve lamentarse? Apreté las manos. El dolor en las palmas, donde la piel se había rasguñado, me molestaba mucho. Levanté lentamente la cabeza para mirarlo y dije en voz baja: —Lo siento mucho. Cada vez que él me humilla, me pongo a pensar en cómo lo traté antes, ¿eso me hace sentir mejor? No, no me siento mejor. Mi corazón ha desarrollado sentimientos contradictorios hacia él. Cuando enfrento sus humillaciones, la culpa se va desvaneciendo, y lo único que queda es el do
—Lo siento mucho —le dije nuevamente con arrepentimiento. Lo siento por hacer perder el tiempo a Mateo, por hacerla esperar tanto. Lo siento por mi actitud hacia ella antes. Ella es una anciana tan amable, y yo me burlé de ella. Pues bastante estúpida yo, fui demasiado lejos. Me reprendí mentalmente, y la culpa en mi corazón se volvió cada vez más intensa. Justo cuando estaba sumergida en mi desprecio, la abuela Bernard de repente me tomó de la mano y me hizo sentarme a su lado. Ella me sonrió con dulzura: —Ay, mi querida nuera tan tonta, ¿por qué me pides perdón? Los hombres deben esperar a sus esposas. La miré sorprendida. ¿En qué estaba pasando? ¿Acaso la abuela Bernard no sabía que Mateo y yo nos habíamos divorciado? Y por su actitud, parecía que ni siquiera le caía mal. ¿Qué estaba ocurriendo? La abuela Bernard me dio unas palmaditas en el dorso de la mano y luego miró a Mateo: —Bueno, como llegaste tarde por esperar a tu esposa, te perdono. Mateo sonr
La abuela Bernard asintió y luego, con tristeza, dijo: —Mateo ha sufrido mucho, realmente le agradezco que compartas tiempo con él. Siempre quise conocerte, así que le pedí que te trajera para tratar personalmente. —Pensé que la persona que él eligiera, sin duda, no sería mala. Pero me dijo que no estabas bien de salud y que no era bueno para ti salir, así que lo dejé pasar. —Pero hace dos años, estuve muy enferma, tenía miedo de no tener oportunidad de conocerte, así que le pedí que, por fin, te trajera para que te conociera... Bajé la cabeza y no pude evitar que las lágrimas cayeran. Entonces, la abuela Bernard realmente solo quería verme, conocer a su nuera, ¡pero yo la había tratado de esa manera! Me había dejado engañar.¡En serio, soy una desalmada! Mi corazón se sentía tan mal que casi no podía respirar. Con la voz temblorosa, dije: —Lo lamento mucho, abuela Bernard, de verdad lo siento. —¡Niña tonta! — La abuela Bernard me dijo —Yo no te culpo. Si no podías ve
—No te fijes en que Mateo ahora tiene dinero, en realidad en esta familia hay mucha gente que no soporta verlo bien. Asentí con la cabeza, sí era así. Un momento antes, cuando estaba abajo, solo con ver las miradas de esas personas hacia Mateo, me di cuenta. Aunque eran unos lambones con Mateo, también lo envidiaban. La abuela Bernard de repente, con enojo, dijo: —¡No sabes lo que decían de Mateo antes! Desde que Mateo se casó contigo, no han podido ver con buenos ojos a Mateo, decían que no tenía carácter, que al casarse contigo solo estaba tratando de caerle bien a tu familia, que eso desmeritaba a la familia Bernard. —Decían que tú y tu familia lo trataban mal, que lo trataban como un perro, y se burlaban de Mateo todos los días delante de mí. —Pero yo no como sin masticar. Sé que ellos simplemente tienen celos de que Mateo se haya casado con una buena mujer como tú, así que querían sabotearlo. Yo no podía evitar sentirme triste. —No, abuela Bernard, en realidad no s
Mateo Bernard me cogió por casi media semana. Por supuesto, yo también me lo cogí a él. Lo hubiera hecho a gusto, de no ser por el hecho de que él se aprovechó de mi estado. Él era tan solo un pobretón a quien yo no solo no dejaba que me pusiera ni un dedo encima, sino que también lo menospreciaba y pisoteaba.Ahora, irónicamente yo soy quien ha caído en la pobreza y la desgracia, y él, en cambio, ha prosperado. Pero, como si quisiera vengarse por toda su frustración, ahora de verdad me hacía el amor, y me lo hacía con mucha hambre de mi………Mi ahora esposo por error que vino a vivir a mi casa.¿Y por qué esposo por error? Porque, al principio, su hermano era quien me gustaba e incluso salía con él. Pero, en una reunión de fraternidad, terminé teniendo sexo con el hermano equivocado en medio de mi borrachera. Y todo el mundo se enteró.Al final, mi padre no tuvo más remedio que pedirme que me case con él, para no deshonrar a la familia. Así, él se convirtió en su yerno y acabó vivi
Al no tener nada más que hacer y de los nervios tan terribles que sentía, me puse como una niña de preescolar a jugar con mis dedos, mientras yo explicaba el motivo de mi visita.Me vio directo a los ojos, como cuestionándome esto me puse mucho más nerviosa. Pero luego, sonrió y me preguntó:—¿Y por qué crees que debería ayudarte?Sabía que pedirle el favor sería en vano, así que, nerviosa, sonreí tontamente y le respondí:—Entonces, supongo que mejor olvida que vine.Claro, después de cómo lo tratamos en el pasado, era un milagro que no buscara venganza contra toda mi familia. ¿Cómo iba siquiera a considerar ayudarnos?¿En serio porque había venido a suplicarle? Cuanto más lo pensaba, más se me arrugaba la cara de la mucha vergüenza, era bien ilusa yo.Di media vuelta para irme, pero él me detuvo.—No te vayas aún—empezó—, ¿habla a ver qué estás dispuesta a ofrecerme para que te ayude? Si vale la pena, no me importaría echarles una mano.Me quedé paralizada. Pensé y pensé, pero