El incidente.

Llevábamos horas mirándonos luego de habernos reencontrado en la cama. Mi ansiedad crecía y crecía. Nicholas me conocía tan bien, que no fue necesario pedírselo

para que empezara a hablar.

—Sentía cómo tratabas de despertarme, pero me era imposible

hacerlo. Logré abrir los ojos y pude ver cómo te estaban sacando del automóvil. Me asusté porque te vi dormida. Llegué a pensar que estabas muerta.

—Sí, recuerdo muy bien haber caído por un fuerte dolor de cabeza en un sueño profundo.

—Me quedé despierto, esperando a que vinieran por mí, pero eso no ocurrió. Fue en ese mismo instante que entendí que quién te había sacado, no había sido ni la policía, ni una ambulancia y tampoco alguien conocido. Grité por horas, pero nadie escuchaba. Mi cuerpo estaba inmóvil y no pude salir de ninguna manera—. Se sentó en la cama, tapándose la cara con las manos y soltó un suspiro.

—Cariño, creo que tienes que descansar —le dije mientras le acariciaba el hombro.

—No. Terminaremos esta historia hoy. Sé que querrás saberlo todo, y necesito terminar con esto.

—Está bien, continúa...

—En la madrugada, llegó Renato junto a la ambulancia. Él fue quien la llamó y dirigió hasta el lugar en donde estaba. Todo gracias a que le enviaste la ubicación desde tu teléfono, el cual no se llevaron contigo. Recuerdo que Renato me preguntó si estaba bien mientras ayudaba al personal de salud.

—Le aseguré que estaba bien, y le pregunté por ti. Estaba desesperado, frustrado y muy enojado conmigo mismo.

—No fue tu culpa, cariño.

No te tengo miedo

—Fue irresponsable de mi parte haber caído en su juego, Emilia.

Decidí no responderle, para que prosiguiera con su historia, porque podía notar que eso era algo que le afectaba más de lo que demostraba.

—Renato me preguntó si tú estabas conmigo y, le dije que sí. Le supliqué que te encontrara. Luego me subieron a la ambulancia y, al verme tan nervioso, me inyectaron algo que me hizo dormir al instante. Desperté en el hospital, solo con heridas y sin nada de mucho cuidado, por lo mismo me dejaron en observación una noche y al día siguiente me dieron el alta. No te imaginas, Emilia, la impotencia y la culpa que sentía.

En realidad, sí podía imaginarlo, porque yo, sin recordar nada, también estaba muy frustrada por no poder hacerlo y sentir cada día que me estaba perdiendo de momentos importantes de mi vida.

Nicholas continuó con su historia al ver que yo no decía nada.

—El primer día fue como si me hubiesen arrancado el corazón. Maritza y Renato no me dejaron solo un segundo, estaban a mi lado, intentando entender todo, pero era imposible explicarles, porque incluso yo estaba confundido. Se preocuparon de cada llamada, utilizaron prensa y todo lo que estuvo a su alcance para encontrarte, pero la mala noticia de que te había tragado la tierra seguía ahí.

—No habían encontrado nada más que tu celular en mi auto. Ni siquiera había sangre, por lo que mi versión de que ibas conmigo en el accidente fue muy poco creíble ante la policía. Me levanté de la cama y mi ira era tanta que rompí todo lo que había en la habitación. Renato y Maritza intentaron detenerme, pero fue imposible. Estaba desesperado... Sentí que había perdido todo.

—Jamás podrías perderme, cariño. Ya todo pasó y quedó solo como un mal recuerdo. ¿Quieres continuar? —pregunté, porque necesitaba seguir escuchando, pero él se veía afectado al hacerlo. No quería forzarlo a recordar todo lo malo porque hasta yo prefería no hacerlo más.

—Sí, por favor, deja que te cuente todo —pidió. Asentí y continuó hablando —Salí del hospital y fui de inmediato a la policía, quienes tenían como teoría que estabas tan sumergida en drogas, que andabas de fiesta o que incluso te habías ido con un amante. Era doloroso ver revistas y programas hablando de lo mismo, todos los días, pero necesitaba los medios para hacer ruido por si alguien te veía.

—Nicholas, si no quieres continuar, no lo hagas. Creo que tienes que descansar— interrumpí mientras le tomaba la mano. Realmente su historia no era mejor que la mía. Pasamos, por tanto...

—No, Em, hay muchas cosas que tienes que saber.

—Okay, te escucho.

—Entendí que estaba solo en esto. —Suspiró, llevando

su mirada hacia a mí—. La semana del accidente justo había llegado Amanda. Aún la recuerdo: Llegó haciendo una entrada triunfante a la casa, pidiendo un abrazo de su amiga. Me acerqué a ella y la invité a la sala, ya que en ese lugar tenía a todos nuestros cercanos reunidos.

—Al escuchar toda la historia, no tuvo dudas en ayudar en tu búsqueda, al igual que nuestros amigos. El primer paso era encontrarte y asegurarnos de que estuvieras viva. Dejamos gente en hospitales, aeropuertos, salidas de la ciudad, etc. Sabíamos que Andrés no te podría sacar tan fácil del país. Era muy arriesgado para él, ya que todo estaba muy reciente y tu fotografía no dejaba de salir en televisión, redes sociales y revistas.

—Cuando llegaste al hospital, me avisaron de inmediato. Te reconocieron al instante y un médico amigo de Maritza, logró comunicarse. No tenía idea de que estabas embarazada, y cuando me avisaron, mi corazón se llenó de esperanzas. Ya no tenía que rescatar a una persona sino a dos.

Hizo una pausa para sonreírme. Él era el hombre de mi vida, no había duda de eso, porque lo malo que había pasado, cuando él me sonreía, todo se esfumaba.

—Fue difícil entrar al lugar, pero con ayuda de los amigos de mi agente lo logré. Se me rompió el corazón ver que no me reconocías y ahí entendí que el trabajo sería un poco más complicado, porque primero tenía que llegar a ti y hacer que me recordaras. Eras la ficha más importante de todo esto. Seguirlos, siempre fue un peligro y no podíamos correr riesgos.

—Si no hubieses gritado en el hospital, podríamos haberte rescatado de inmediato, pero Andrés estaba con un ejército y podrían haberse perdido muchas vidas, incluida la tuya y la de Alice.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo