Negación

Ha pasado una semana desde la última vez que vi a Vicenzo. Esta mañana un florero se ha presentado con una rosa blanca y con una tarjeta. Inútil decir que son suyas. No se rinde tan fácilmente, lo cual lo hace todavía más interesante. Ninguno más ha insistido, solo él. Cada día mi consciencia me recuerda que no es factible.

Él se marchará y yo solo tendré un bonito recuerdo, y es justo lo que quiero evitar: limitarme a un recuerdo. Echo de menos sus labios, sus poderosas manos sobre mi cuerpo, pero debo reprimir este deseo carnal. Es un hombre, no debería perder su tiempo con una jovencita como soy yo, aun cuando soy ya una adulta, él es un hombre ya entrado en años y yo no debería desear algo tan prohibido. Mis amigas me agobian todos los días para que cambie idea, pero no caeré en la tentación.

Me pongo el chándal gris mientras pienso constantemente en él. Necesito quitármelo de la cabeza, sin embargo, no lo consigo. Anoche incluso soñé con él. Un paseo por el parque me vendrá bien, intentaré despejar la mente y no pensar en él, al menos quiero intentarlo. Me siento en un banco y observo todo lo que me rodea. Parece hecho adrede, hay muchas parejitas felices a mi alrededor. La pregunta es, ¿por qué me obstino en querer estar sola?, ¿por qué no logro dejarme llevar y vivir el momento?, ¿qué me paraliza?

Tal vez el miedo a sufrir, como mi padre. Mi madre nos abandonó. Se marchó cuando yo tenía tres años. Dijo que para ella todo eso era demasiado, quería disfrutar de la vida. Como si formar una familia fuera un contrato que puedes rescindir. Después de esas palabras no la volví a ver ni a escuchar. La odio por habernos hecho esto, pero no pasa nada. Mi padre ha sido un excelente padre. No está mucho en casa a causa de su trabajo, pero sus esfuerzos sirven para que no me falte de nada.

He debido crecer antes de tiempo, he tenido que ocuparme de mí misma desde pequeña, no quería ser un peso para él, tenía miedo de que se cansara de mí y me dejara como había hecho ella. Mi padre es mi punto de referencia, es un hombre fantástico. El sonido del teléfono interrumpe mis pensamientos, observo la pantalla que se ilumina. Es un mensaje de Jianna.

Esta noche salimos. Pasamos a recogerte a las ocho, vamos a cenar fuera y después a la inauguración de un nuevo local en la playa. Me han dicho que es de ensueño. Besos.

Ni hablar querida, estoy todavía muy enfadada con ustedes. Han dado mi dirección a Vicenzo. Y además tengo la sospecha de que estarán también los chicos. Resoplo redactando mi respuesta.

Paso. No tengo ganas de ver al ruso. La respuesta es inmediata. Los rusos no estarán, solo nosotras. ¿Desde cuándo te niegas a salir?, ¿se puede saber qué te pasa?

¿Qué qué me pasa?, ¡nada! Simplemente evito problemas y ese chico los tiene escritos en la frente en letras gigantescas. No me pasa nada, simplemente no quiero volver a verlo.

Dejo caer el teléfono sobre mis piernas mientras observo el cielo. Sé lo que me ocurre, estoy confundida. El teléfono suena de nuevo.

¡Oh, demonios! Te gusta y mucho.

Oh, al diablo con todo. Quiero salir y no me detendrá la idea de encontrármelo. Tengo que aprender a manejarlo, y, además, no puedo dejar que se crea quien sabe qué. Sí, me gusta, pero es inviable. Esta noche me apunto. Hasta luego.

Introduzco el teléfono en el bolsillo y me encamino hacia casa. Soy consciente de que esta noche me harán un interrogatorio, quieren los detalles de lo que ocurrió. Esta semana he intentado evitarlas precisamente por esto. No me apetece hablar de esto, pero no puedo esconderme, nos contamos siempre todo.

El tiempo ha volado, para mantenerme ocupada y no pensar he limpiado toda la casa. No estaba sucia, pero necesitaba un modo para no pensar. El timbre suena y yo me preparo para la hora del juicio final. Abro la puerta y observo cómo mis amigas me examinan de arriba abajo.

—¡Está loca! —Comenta Carlotta. La miro de reojo mientras entra en casa. Estaba limpiando, normal que tenga un aspecto descuidado, ¿no?

—Suéltalo. ¿Qué te pasa? —Brina se cruza de brazos y me mira seria. Resoplo ligeramente y comienzo a hablar a la velocidad de la luz.

—No debió suceder. Él es la persona más extraña que he conocido en mi vida. Es insoportable. Tiene ese aire misterioso, con sus músculos y con ese modo de hablar como si todos tuvieran que besarle los pies. Deseé que sus labios me tocaran desde el primer momento en el que lo vi, algo que no me había pasado antes. Nunca me han gustado los hombres más grandes, tiene varios años más que yo.

¿Son conscientes?, ¿qué puede querer de una chica como yo? No soy su tipo y él no es el mío, aunque lo encuentre increíblemente atractivo. De un momento a otro volverá a Rusia, no puedo dejarme llevar en esto sabiendo que tiene un final. Sabemos todas como soy, no me gustan las aventuras, no estoy diciendo que tenga que casarme con el primero que veo, pero quisiera una historia duradera, y él no lo es.

Se ve a la legua que busca divertirse. Decidí cortar de raíz, pero en la playa las emociones se apoderaron de mí y nos besamos de nuevo. ¿Y él qué hace?, ¡me dice que soy suya! Cuando me estaba marchando se acercó diciendo que me encontraría. Y por si fuera poco, mientras yo intento olvidarlo, me manda una rosa blanca todas las mañanas junto a una tarjeta con frases escritas en ruso. Después del monólogo me he quedado sin aire, pero me siento relajada. He dicho todo lo que tenía dentro, no he pasado por alto ningún detalle. Me miran, me examinan, juraría que están sorprendidas por mi comportamiento.

—¿Quién lo dice? —Pregunta Gina dirigiéndose a las otras. ¿Decirme qué? No entiendo nada. Reina el silencio hasta que Gina avanza apoyando las manos sobre mis hombros. —Resiste… No sé lo que ha pasado, pero tú, mi tesoro con corazón de hielo… ¡te has enamorado de ese hombre! —Declara convencida. La miro y me echo a reír. Decidme que no lo ha pensado seriamente. Niego con la cabeza riendo por la tontería que acaba de decir. Imposible, una no se enamora así.

—¡Bienvenida entre los comunes mortales! —Comenta Carlotta. —No me he enamorado, ¡creo que pasar tiempo con esos chicos os hace daño! —Digo molesta mientras las dirijo una mirada asesina.

—Puedes negarlo todo lo que quieras, pero nosotros te conocemos como la palma de nuestra mano y hazme caso cuando te digo que estás enamorada. Eres tú la que no lo quiere admitir. Parece muy convencida de sus palabras. No sé nada de ese chico, nos hemos besado solamente un par de veces. De acuerdo, siento una fuerte atracción que me lleva a querer algo más, pero eso no es amor.

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