«“El claxon de los automóviles y las personas hablando a mi alrededor, contaminaban el sonido.Crucé la calle a corredizas, mientras luchaba por esquivar a la gente y luchaba contra el viento que amenazaba con arruinar el orden de los documentos que llevaba en mis manos.Cada segundo contaba, y yo no podía darme el lujo de llegar tarde, era mi primer presentación en la empresa, el primer paso hacia algo que había deseado por tanto tiempo. El señor Miller, me había recomendado y si jugaba bien mis papeles, si esta idea resultaba como esperaba, sería la próxima directora creativa de la empresa.Mientras estaba perdida en mis pensamientos, tropecé con una grieta en la acera, y de repente los documentos volaron de mis manos, esparciéndose por la calle.—¡No! —Grité pero mi voz quedaba insonorizada entre tanto ruido. Corrí rápidamente tratando de recogerlos.Si esto fuera una película, el cliché habría sido posible, definitivamente ese sería el momento en que aparecería un guapo y elegante
POV Andrew Cuando vives entre tiburones, debes decidir si serás uno de ellos o la carnada. Yo tomé mi decisión hace años. Hice mi nombre, tomé partido y sometí a base de mentiras y engaños. He mentido, he traicionado y engañado a muchas personas pero no me arrepiento, en este tablero de ajedrez que llamamos vida, quien mueva las mejores piezas es el que decide cuando hacer jaque mate, y si yo soy el rey, entonces mi reina es Irene.Fue por ella que he calculado cada movimiento a lo largo de estos años incluso el involucrarme con alguien tan peligroso como lo es Oliver O'Sullivan . No me arrepiento de plantearle aquella “oferta”. Claro, podía adornarlo como quisiera, pero lo que hice solo tiene un nombre y se llama extorsión. Tenía la información, él tenía el poder. La pregunta era quién perdería más si todo salía a la luz. —Señor O'Sullivan, no me conoce pero tal vez haya escuchado sobre mí. Soy Andrew Sheen, el fiscal federal. Fui contactado para ser el abogado de su esposa en el
POV AgnesDesperté en las suaves sábanas de seda en el piso de aquella enorme oficina, no recordaba mucho de la noche anterior pero recuerdo haber sido llevada por el CEO a un restaurante para festejar mi nombramiento como la nueva directora creativa.Luego de cenar tomamos algunas copas de vino, él parecía intrigado sobre mi pasado, y yo, por los efectos del alcohol, no recuerdo qué tanto dije.Traté de levantarme del suelo y de inmediato un punzante dolor en mi espalda me lo impidió. Solté un grito de dolor y entonces lo vi, entrando por la puerta con una total serenidad mientras cargaba una pequeña bandeja y estaba perfectamente vestido y arreglado, era el CEO.Mi mente comenzó a divagar y recordar pequeños fragmentos de la noche anterior.«“¿Todavía sigues pensando que soy bonita”». Había preguntado al CEO en mi borrachera, mientras salía del restaurante cargada en brazos por él, no recuerdo su respuesta, de hecho, lo poco que puedo recordar está disperso.—¿Qué ocurre? —Me pregun
—¿Señora O'Sullivan? —Me llamó el ama de llaves. Yo no respondí, algo en esa mujer sigue dándome escalofríos. No pasó mucho antes de que se escuchara el crujir de la puerta de la habitación de Amy. El ama de llaves entró sosteniendo un sobre en sus manos, yo no la miré y me dispuse a seguir peinando el cabello de mi pequeña hija. —Esta carta llegó en el correo y está dirigida a usted, mi señora. —Explicó el ama de llaves. Suspiré y la miré, ella seguía con esa mirada indescriptible en su rostro.—Está bien, si es todo ya puedes retirarte. —Ordené, ella me entregó la carta, que tomé con recelo, y cerró la puerta dejándome sola con mi hija.De un momento a otro Amy comenzó a jugar cerca de la ventana con su colección de muñecas. Sonreí por inercia y miré la carta.El remitente era de una dirección que no reconocí de inmediato, pero al abrirlo, sentí que todo el aire se escapaba de la habitación.“Estamos en Londres por unos días. Tu padre y yo pensamos que podríamos visitarte” —Era t
En esta vida solo tengo a mi hija, ella es lo único que le da felicidad a mi vida.—Es hora de su ducha, señorita Amanda. —Le dijo el ama de llaves a mi hija, ella asintió y fue corriendo hacia ella.—Mi nombre es Amy, Alicia. —Dijo Amy con su dulce vocecita.—Me disculpo, señorita O'Sullivan. —Dijo el ama de llaves tomando de la mano a Amy—. Mi deber como ama de llaves de la mansión O'Sullivan es servir a su familia con esmero. No está permitido tutear a la familia. —Excusó ella.El CEO se mantuvo indiferente, mientras Amy me miraba ceñuda.—Quiere decir que es descortés para ella llamarte por tu nombre, Amy. —Expliqué. Amy no pareció entender pero de todas maneras siguió al ama de llaves a las escaleras donde ambas subieron hasta la recámara.—¿Tus padres serán un problema? —Inquirió el CEO en un tono tan frío como siempre, pero había una leve burla en el subtexto.Me giré para enfrentarlo, manteniendo mi voz baja para que Amy no escuchara. —No tengo ganas de tus comentarios ahora.
El sonido del despertador en la mesa de noche, sonó por enésima vez ese día pero estaba demasiado cómoda como para despertar.Abrí los ojos e instintivamente se cruzaron con el pecho desnudo del CEO. Seguía dormido a mi lado, mientras con su brazo me rodeaba, atrayendome hacia él, mientras yo lo abrazaba y dormía plácidamente sobre su pecho. Era lo mismo de siempre, cada día, cada mañana era igual, no había nada distinto, excepto que esta vez no me haría ilusiones por verlo abrazarme. Había vivido allí desde hace semanas y había aprendido algo, no importa qué pasara la noche anterior o cómo despertara a mi lado, al otro día, regresaba el mismo monstruo que me atormentaba.Me aparté de él que me buscó aun dormido, yo solo me levanté,sin prestarle atención a su comportamiento sonámbulo.El frío mañanero atraviesa mi cuerpo desnudo mientras me dirigía al baño. Me atrevo a decir que desde que me mudé aquí hay una sola cosa que ha cambiado; ahora, cuando me levanto por las mañanas, el jacu
Las noches en vela se habían convertido en otra repetición de mi monótona vida.Después de pasar una pasional noche con el CEO mi vida se resumía a una sola cosa; la monotonía.El lecho marital era la única cosa que podía cambiar, las posiciones, las nuevas experiencias e incluso los besos se sentían diferentes cada día.Salí de la cama, completamente desnuda, él dormía plácidamente a mi lado, su cara siempre se veía relajada, como si no hubiera problemas en su vida. Sé que pienso mucho sobre lo relajado que siempre está pero, es por lo mucho que eso me enoja.¿Cómo puede dormir como bebé después del infierno en el que convirtió mi vida?Lo odio, lo odio tanto que pensar en hacer el amor con él me causa repulsión pero al momento de hacerlo, no puedo evitar disfrutarlo. Tal vez porque es lo único placentero que tengo en la vida actualmente.Me coloqué la bata de terciopelo que había dejado en el suelo horas antes.Caminé con sigilo hasta la puerta que cerré detrás de mí. Abrí la puerta
—Señora O'Sullivan. —Me llamó la señora Alicia, el ama de llaves, con su acostumbrada voz lambiscona. Abrí la puerta de la habitación y la dejé pasar. Ella me miró compresiva al notar los moretones en mis manos y los golpes que inmediatamente cubrí mi bata.—¿Qué ocurre? —Pregunté ignorando la preocupación en su mirada. Ella me extendió unos sobres que ojee de inmediato, eran cartas dirigidas a mí pero no tenían remitente.—Han estado llegando desde que se mudó pero no sabía qué hacer, el señor O'Sullivan me pidió que lo mantuviera al tanto de todo lo que pasara con usted. —Explicó tajante.Suspiré mirando los sobres, no sabía quién era el remitente pero me daba cierto grado de esperanza que alguien se tomara las molestias de escribirme, rompiendo la monotonía matutina a la que tanto le temía.—¿Vas a decirle que me las entregaste? —Pregunté alzando la mirada hacia ella. Ella parecía pensarlo, pero no dijo nada hasta que vio nuevamente mis heridas.—No lo haré, señora. No se preocupe