Perdonen que esté perdida, ando un poco indispuesta. Gracias por leer.
EvelynEstoy despierta.Pero no soy yo.Abro los ojos y me encuentro mirando el techo agrietado de la celda, pero no he ordenado abrir los ojos. No he movido mi cuerpo, y sin embargo estoy de pie. No soy yo quien respira con tranquilidad ni quien avanza hacia la puerta con pasos firmes. Estoy atrapada. Encerrada dentro de mí misma. Como si mi cuerpo hubiera dejado de pertenecerme.Intento gritar, pero no sale ningún sonido.Intento mover un dedo, pero ni siquiera tiembla.Estoy presa en mi propia piel.Y entonces, la escucho.—Ya era hora de que te callaras de una vez.Su voz resuena en mi cabeza como un látigo. Mi reflejo oscuro. Mi sombra. Mi yo podrida. Esa que he visto tantas veces en sueños, burlándose de mí, ahora se mueve con mi rostro, habla con mi voz, respira con mis pulmones. Su risa es la mía, pero deformada, cruel.—Ahora sí, Evelyn. Ahora sí vamos a dejar de suplicar. —Dice con un deleite que me hiela la sangre—. Te dije que era cuestión de tiempo. Tú no quisiste el poder
SalvadorNo puedo dormir. La mente no deja de darme vueltas. La imagen de los hombres muertos, succionados de toda vida y con la marca brillando en su frente no dea de atormentarme.Pero por horrible que suene, no me importan ellos, lo que me atormenta es no saber que está pasando con Evelyn, que la ha llevado a hacer esto.Si la están obligando.Si él la está usando o si… o si el poder se ha apoderado de ella así como amenaza en hacerlo conmigo.Pero, aunque antes la veía como un medio, ahora ya no me importa perderme yo, no me importa ser consumido después de que sepa que ella está bien.Nunca había sentido esto.La urgencia.El miedo.La necesidad de alguien como lo siento con ella y con cada día que pasa mi pecho se fractura más al no tenerla.4 días, eso es lo que tengo de tiempo para encontrar a Evelyn y ni siquiera se por donde empezar.Eso es todo lo que me atormenta cuándo el sueño me lleva y las pesadillas de una Evelyn perdida me inundad.El amanecer no trae paz. Trae urgenc
EvelynLa oscuridad me envuelve. Al principio creo que sigo atrapada en mi propio cuerpo, observando sin poder hacer nada, pero entonces reconozco este lugar. El vacío. El mismo espacio entre el sueño y la muerte donde me he encontrado con ellas antes. Las mujeres. Las sombras que me han acompañado en mis peores momentos, como ecos del pasado… o del futuro.—¡Ya basta! —grito—. ¡Aparezcan de una vez! ¡Sé que están aquí!Como si mis palabras fueran un conjuro, las figuras empiezan a surgir entre la niebla. Cinco, siete, tal vez más. Todas llevan el rostro cubierto por velos, excepto una. La mujer de la túnica blanca. La que siempre habla por todas.—Evelyn —dice con su voz suave, que suena como viento entre árboles—. No te rindas.—¿No rendirme? —respondo con una risa amarga—. ¿De verdad es eso lo único que saben decirme? ¿Que no me rinda mientras estoy atrapada dentro de mi cuerpo, viendo cómo esa cosa asesina con mis manos? ¿Ustedes qué saben?—Sabemos más de lo que crees. Todas fuimo
LeonardSalimos desde el amanecer. No pienso perder tiempo, sin embargo a las pocas horas lo siento.El aroma de sangre fresca todavía flota en el aire cuando descendemos hacia el claro. Los cuerpos están diseminados por el terreno como si la muerte hubiese danzado con furia. Algunos tienen los ojos abiertos, congelados en terror. Todos llevan la marca. La Luna Rota arde en sus pechos como una sentencia escrita en fuego.Me arrodillo junto a uno de los cuerpos y paso los dedos por la marca. Siento el calor todavía reciente, el eco de su energía… de su energía. Evelyn. Pero no la Evelyn que conocí. Esto… esto es otra cosa.—Estuvo aquí —murmuro—. Puedo sentirla. Pero ya no es ella.La hechicera blanca se inclina junto a mí, su rostro pálido más grave de lo usual.—La oscuridad está guiándola hacia algo… y si es lo que creo, no llegaremos a tiempo.Me enderezo de golpe, girando hacia ella.—¿Qué es lo que crees? Exijo que me digas lo que sabes.Ella respira hondo, y por un segundo parece
EvelynCada día que pasa se siente como una eternidad.Estoy atrapada, encerrada, no tengo voz, no tengo vida.Los recuerdos amenazan con desaparecer a cada segundo, pero me aferro a ellos, lo hago con todas mis fuerzas porque sé que en el momento en que se vayan, cuando los pierda, entonces ahí me habré perdido para siempre.Lo habré perdido todo.La tierra tiembla bajo mis pies, pero no soy yo quien camina. Siento el peso del cuerpo moverse con decisión, con violencia, como si la misma naturaleza se apartara a nuestro paso… pero no soy yo.Estoy dentro.Encerrada.Atrapada.Cautiva.Impedida de todo…No sé cuánto tiempo llevo aquí, en esta prisión de carne y poder. Observo a través de mis propios ojos, sin poder moverme, sin poder gritar. Y sin embargo, algo me estremece. Un aroma, un susurro en el viento, una vibración antigua.Leonard.El tirón, ese que pensé que había desaparecido, que creí que no volvería a sentir nunca más, aparece de forma muy sutil, casi como una caricia, pero
LeonardEl fuego arde frente a mí, danzando como si se alimentara de mi impotencia. Las llamas no me tocan, pero las siento igual: lacerando mi pecho, quemando cada pensamiento. Me arrodillo sobre la tierra ennegrecida, con la respiración entrecortada y el cuerpo herido. La daga mágica vibra en mi cinturón, como si sintiera también la cercanía de su portadora original. Evelyn.La vi. Estaba ahí.En medio del caos, de la oscuridad que se deslizaba como una serpiente por su piel, hubo un instante. Un segundo apenas, en el que sus ojos se cruzaron con los míos y no vi a la criatura que nos atacó. Vi a ella. A mi Evelyn. La que reía en las madrugadas, la que temblaba cuando yo le susurraba al oído. Estaba atrapada. Pude sentir su grito dentro de mi pecho, aunque su boca no se moviera.—No puedes pasar —dice Alex a mi lado, arrastrando los pies por la tierra quemada. Sus manos están cubiertas de hollín, su mirada es tan dura como la mía.El muro de fuego sigue elevándose como una barrera en
EvelynSueño. O al menos eso creo, ahora mismo la realidad y la ficción se han mezclado al punto de que no puedo diferenciarlo. Todo es bruma, un gris perpetuo que se disuelve con cada paso que intento dar. Estoy en un bosque, uno que no reconozco, pero que se siente parte de mí. El aire está cargado de una electricidad extraña, como si el mundo esperara a romperse. Creo que estoy enloqueciendo, tal vez he perdido la batalla finalmente…Y entonces, entre la niebla, la veo.Mi loba.Está sentada, majestuosa, con los ojos dorados fijos en los míos. Pero hay dolor en su mirada. Y miedo.El mismo miedo y dolor que yo siento. El corazón se me oprime al verla y me acerco, dudosa, temerosa.Avergonzada…—Pensé que te habías ido —susurro, dando otro paso hacia ella.—Nunca me fui. Has sido tú quien dejó de escucharme.Mi corazón se oprime más.Mi voz tiembla.—No podía…. me avergüenza lo que he dejado que pase, no he podido ser fuerte. Ya no puedo más. No soy fuerte como creías. Mira lo que
LeonardEl amanecer apenas rompe el horizonte cuando me acerco al río. Mis manos tiemblan, no por el frío, sino por el peso invisible que llevo en el pecho. Me arrodillo frente al agua, y por un segundo, veo mi reflejo distorsionado. No soy el mismo de antes. No desde que vi a Evelyn, no desde que sentí su alma atrapada dentro de esa sombra.La daga cuelga de mi cinturón, vibrando como si tuviera vida propia. La desenvaino y la observo. Hay un fulgor en su filo, como si reaccionara a algo que se aproxima. El espejo y el amuleto... Las piezas que decidirán su destino. O el mío.No me importa morir si es para saber que la salvé.Que le di una nueva oportunidad, para saber que mi vida fue un sacrificio por la suya, aunque debo admitir que preferiría poder vivir para hacer que me perdone y no volver a soltarla.Hacerla mi Luna, porque eso es lo que ella es.Alex se acerca en silencio, pero lo siento antes de escucharlo.—No has dormido.—la nota de reproche se filtra en su voz y entiendo s