Capítulo 4

Con lágrimas en los ojos, él me limpia las lágrimas con delicadeza, pero no se aparta de mí.

-Espera a que te acostumbres, solo relájate - me dice mientras deja besos en mi cuello, labios y clavícula. Poco a poco, mi cuerpo se relaja y comienza a moverse. Siento que lo estoy disfrutando, pero mi mente está en otro lugar. Solo logro escuchar sus gruñidos de placer y cómo me dice lo mucho que le gusta lo apretada que estoy, lo hermosa y lo inocente que soy. Pero no puedo decir nada, estoy en otro lugar. Luego de un rato, él termina y se retira, lo que provoca un leve dolor en mi parte íntima. Él me mira y acaricia mi mejilla: "Me tienes fascinado".

-No sé qué ves de fascinante en una virgen

-Quiero corromperte, pero a la vez quiero que conserves siempre esa inocencia - maldito.

-Estoy cansada, voy a dormir - me doy la vuelta y solo logro escuchar un suspiro de su parte.

-Descansa - una lágrima rueda por mi mejilla y el asco hacia mí misma me golpea. Soy un desastre.

A la mañana siguiente, me despierto antes que Martín, así que voy al baño. Cuando entro, me miro en el espejo y vuelve esa sensación de asco. Abro la ducha, entro en ella y comienzo a tallar mi cuerpo con fuerza mientras suelto uno que otro sollozo al recordar que le entregué la virginidad a una persona que no amo, todo por necesidad.

Martín Ferrer

Me despierto bastante contento luego de la noche de ayer. La señorita Molina me dejó sorprendido y, a la vez, encantado de que fuera virgen. Solo he sido yo el que ha tocado su maravilloso cuerpo, se siente tan bien. Noto que la ducha está prendida, así que me paro para ducharme con ella, pero cuando abro la puerta, la escena que veo me deja entre sorprendido y con un sentimiento algo extraño. Lisa se encuentra sollozando y tallando su cuerpo con fuerza, prácticamente tiene la piel roja. Por primera vez en mi vida siento que estoy haciendo las cosas mal, pero luego de lo de ayer no puedo dejarla. No la amo, pero ayer me volví adicto a su cuerpo y hasta que no me canse de eso, no pienso dejarla. Así que mejor le doy su espacio.

Dejo la ropa que le compré sobre la cama y me voy a duchar a otro baño para que tenga privacidad. Al rato, ya estoy listo y salgo, pero mis ojos casi se salen de las órbitas al ver a mi preciosa Lisa vestida con una falda tubo, blusa y unos tacones a juego.

-Estás preciosa - le digo y ella me dedica una débil sonrisa.

-Si la ropa es hermosa - me responde. Le tomo la mano y la llevo al comedor.

-Tienes que comer - le digo.

-Es que no tengo mucho apetito - responde.

-Come, Lisa. Estás muy delgada y tampoco quiero que cruces esa línea entre lo saludable y lo no saludable - insisto.

-Está bien, voy a comer - en ese momento, el teléfono de Lisa suena y ella contesta.

-Hola, Antonio... Oye, no grites. Me quedé en casa de una compañera ahora son compañeras, "ya cálmate, no soy una niña pequeña... Luego hablamos en casa. Adiós.

-¿Quién era? -pregunto.

-Mi hermano, estaba preocupado porque no llegué a dormir.

Terminamos y llegamos a la empresa. Ambos vamos a hacer nuestras respectivas actividades, pero mi cabeza no es capaz de dejar de pensar en ella.

-Hola, hermano - saludo.

-¿Y ese milagro que saliste de tu oficina y viniste a la mía? -responde Marcos.

-Vengo a hacerte una invitación

-¿Cuál? -pregunta.

-Vamos a un club esta noche - Esperen... ¿Qué acaba de decir? Mi hermano Marcos me acaba de proponer ir a un club. Esto sí que está raro.

-Sabes que no me gusta eso y a ti tampoco te gusta, además ya tenemos 32 no estamos en edad -responde Marcos.

-Ya lo sé, pero debo ir

-¿Y por qué? -pregunta Marcos.

-Está bien, te lo diré

-Ana irá con unos amigos de la empresa y quiero ver qué hace

-¿Por qué quieres espiar a tu asistente? ... Espera, no me digas ¡te gusta tu asistente! - dice Marcos poniéndose rojo como un tomate, confirmando lo que dije.

-¡Joder, cállate! No lo digas tan duro

-¿En serio? ¿Tu asistente? ¡Qué tendrán las asistentes que vuelven locos a todos!

-¿Me acompañarás o no?

-No lo sé

-Joder, acompáñame. Van a ir casi todos los depredadores de la empresa y algunas mujeres, incluida tu nueva asistente -Esperen, ¿qué?

-¿Cómo que mi asistente va a ir?

-Sí, yo la escuché confirmándole a Ana -joder, ni loco permitiré que esté sola con esos depredadores.

-Está bien, te acompaño - me sonríe.

-Gracias, hermano, eres el mejor.

Llegamos al famoso club donde hay exceso de humo y alcohol y, por lo poco que sé de Lisa, es un ambiente que no es de su agrado. Es una chica tan inocente que sé que estos lugares no van con ella. Es más de lugares tranquilos, aún no entiendo por qué aceptó venir con la loca de Ana y mucho menos entiendo por qué mi hermano se fijó en esa mujer.

Veo de lejos a una mujer que llama mi atención de inmediato. La mujer tiene un vestido entallado al cuerpo con perfectas curvas y el cabello largo. De inmediato supe quién era, mi cuerpo la reconoce a distancia... Es ella, es mi Lisa. Pero se me hierve la sangre al verla hablar cómodamente con uno de la oficina que no deja de mirarla con deseo.

- Le partiré la cara – cuando iba a cumplir con mi cometido, el brazo de mi hermano Marcos me detiene.

- ¿Qué m****a vas a hacer?

- Partirle la cara a un imbécil.

- ¿A quién? – dice mirando a todos lados.

- No te metas, Marcos – este me suelta y camino hasta donde está mi flamante asistente, que al verme se pone más pálida que un papel. ¿Interrumpo algo?

- Señor Ferrer – dice el idiota – no sabía que le gustaran estos lugares.

- Vengo de vez en cuando – digo sin dejar de ver a Lisa.

- Creo que voy a ir al baño – ella se para y camina rápidamente al baño, así que decido seguirla. Cuando está entra al baño, aprovecho mi oportunidad y entro, cerrando la puerta con seguro. – Oye, ¿qué m****a te pasa? – dice asustada, mirándome como un ternero acorralado.

- De aquí no te vas.

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