Incubus: Mi demonio del placer
Incubus: Mi demonio del placer
Por: Eloity
Prólogo

      Suspiré tensamente, incapaz de soportarlo más. Sentí que mi pecho se inflaba y exhalaba pesadamente. Me mataba poco a poco, cada vez que lo veía de lejos. ¿Por qué dolía tanto? ¿Cómo pasamos de personas totalmente enamoradas a personas desconocidas? Kyle... No si fue mi culpa o la tuya. O ambos, pero lo intenté. Oh, sé que intenté que nuestro matrimonio volviera a estar unido, pero las cosas no son así, ¿verdad? No es un cuento de hadas donde la princesa vive feliz para siempre con el amor de su vida y tiene una familia. Pasé mis dedos sobre esa fotografía de él y yo, juntos. Abrazando y sonriendo.

Ese fue nuestro momento, la parte de nuestra vida amorosa que estaba en su apogeo. Cerré los ojos con rostro angustiado, y con la mano derecha tomé el vaso de whisky, tomé un sorbo y solté un gemido de ganas de llorar. Pero, ¿por qué haría eso más? Ya estaba cansada de derramar tantas lágrimas. Como dijo una vez Kyle: "¡Que sigas feliz en tu vida!" Realmente debería, ya que a él le estaba yendo bien como soltero, mientras que el idiota aquí estaba deprimido por un matrimonio que había terminado hace algún tiempo.

       Agarré la botella frente a mí en la parte superior de la cómoda. Desenrosqué la tapa negra de la bebida oscurecida y la serví hasta la altura del vaso, la volví a colocar y la cerré. Bebí un poco más y volví a mirar la foto, tomé mi otra mano y la partí en cuatro pedazos. No sería bueno tener imágenes si quisiera seguir adelante. Volvería a empezar desde el principio.

–Quiero un hombre que pueda valorarme. –Sonrió mientras seguía el resto de la foto hasta el baño y la tiró a la basura. Terminé notando mi deprimente reflejo frente al espejo, lo que me provocó una frustración inminente.

       Bajé la mirada y sonreí mientras mi mente repasaba cómo le gustaría a un hombre en este estado. Borracho y con expresión de dolor. Tomé aire y me lavé las manos en el fregadero, y las llené para lavarme la cara y cuando me levanté noté una presencia extraña. Miré hacia arriba y me sobresaltó una figura que yacía atrás, lo que me hizo darme la vuelta de inmediato y ver que estaba completamente solo. Sin embargo, todavía sentía ese clima pesado en mis hombros y en el aire. Salí del baño, cuando de repente...

         Lo observé desde lejos, todavía estaba asustado. Vino a mí como una brisa de verano. Caliente y haciéndome difícil respirar debido a su presencia. Las cortinas de la ventana se erizaban tratando de suavizar el calor que me invadía, sin embargo, aparte de eso me traía una extraña tensión. Hizo lo mismo conmigo, haciéndome temblar de pies a cabeza. Solo mirarlo la hizo sentir emociones... miedo, fascinación, excitación, lujuria, deseo y curiosidad. Ese hombre me estaba confundiendo. No sabía qué hacer al respecto. Pero me conocía, sí, no estaba loco ni demasiado borracho. Me llamó por mi nombre. Susurró. Y de nuevo escuché esa voz sexy y placentera de escuchar:

–Emme... line! –habló casi gimiendo, una vez más dando un paso fuera de la oscuridad de la esquina de la habitación y deshaciéndose de las cortinas que volaban frente a él.

            Sus ojos eran como llamas azules frente a la habitación apenas iluminada por las tres lámparas que allí estaban esparcidas, una al lado de la cama matrimonial, otra cerca de una pequeña silla de lectura y la tercera en una habitación con mis joyas y maquillaje. Bajó la mirada, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir negro, que abarcaba desde sus zapatos bien lustrados hasta la camisa de manga larga, abierta por la mitad, donde dejaba ver su entallado pecho. Mordí la comisura de mi mejilla por el calor entre mis piernas. Eso no era real, debo haber bebido demasiado y estaba alucinando otra vez o estaba soñando algo que mi subconsciente deseaba tanto.

–Estoy aquí... –Dejó escapar una pequeña sonrisa, lo que hizo que me derrumbara allí, mirándome de nuevo después de morderse el labio inferior de forma lasciva.

–Qué... –Me detuve a tomar un poco de aire, porque mis pulmones no eran capaces de hacer el intercambio de gases y mi cerebro no sabía cómo comandarlo. Cerré los ojos por un momento y sentí ese olor a perfume invadir mis fosas nasales y todo mi ser.

–... –Volví a abrirlos y él seguía allí. Mirándome de pies a cabeza con una apreciación de hambre y deseo completos, parecía que quería devorarme.

–¿Quién eres tú? –Pregunté tenso. Al mismo tiempo vi al señor Waffle gruñir en dirección al chico. Y él simplemente hizo lo mismo y se inclinó, haciendo que mi gato se asustara y saliera corriendo todo temblando por la puerta abierta de la habitación.

–Realmente no me gustan los gatos... –Volvió su mirada hacia mí mientras se enderezaba. Y le dio una sonrisa traviesa. –En serio, no sabes quién soy, mi... No importa... ¡¿Oh, en serio?! –Preguntó de manera cómica.

–... –Hice una señal de no con la cabeza. Estaba aprensivo con él, y di un paso atrás cuando noté que se acercaba lenta y sigilosamente. Oh, este hombre parecía una pintura del Renacimiento. Sus ojos azules con hermosas pestañas seguían su rostro cuadrado pero angelical. Cabello negro que se derramaba en mechones detrás de sus orejas. Nariz. Boca. Cuerpo. Dios. No soy una persona tan religiosa, pero ¿moriré e iré al cielo sin saberlo? Estaba ante un ángel o arcángel.

–Entonces, déjame presentarme... ¡Llámame Carlisle! –Se acercó aún más, poniéndome contra la pared. Podía sentir un olor amaderado, fuerte y adictivo exhalando aún más de él. Estaba más cerca. Mi cuerpo ya no respondía a mis órdenes. Era como si estuviera paralizado ante el de ese hombre. Y luego me agarró la barbilla y me hizo mirarlo directamente a los ojos. –¡Seré todo para ti, Emmeline! Tu hombre, novio, amante y lo que quieras... ¡Hasta tu demonio del placer!

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