El engendro en el Laberinto

¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

La Casa de Asterión

Jorge Luis Borges

Una enloquecedora maraña de pasillos y muros y dimensiones de ángulos morbosos e imposibles, se extendía ominosa como un presagio maligno. Se trataba de la malévola jaula inventada por la genial mente de Dédalo para aprisionar en su tortura eterna a un recuerdo tormentoso.

 El Laberinto era un vergel de tinieblas pavorosas, una mole espeluznante, un infierno de caos arquitectónico de agobiante lobreguez.

 Dafne era una de las infortunadas víctimas que recorrían la estructura laberíntica oscura y sórdida y siniestra, tropezándose en

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