LaurelLa tensión entre Liadrek y yo no menguó en todo el día. Ambos nos evitamos después de la discusión en el taller, y cada cual trabajó por su cuenta.Ahora, en el comedor, el silencio entre nosotros se sentía asfixiante. Cenamos callados y ni siquiera nos miramos a los ojos.Ayayay...Buen inicio de una relación.Ya sabía yo que estas cosas eran demasiado buenas para mí. ¿En qué estaba pensando al liarme con este chiquillo? Esto me pasaba por ridícula.Ay, no, yo debía saber cuál era mi lugar y no andarme con ilusiones tontas.De momento, se me quitó el apetito y los ojos me ardieron. No podía ridiculizarme más y llorar delante de mi beta; eso sería demasiado humillante e infantil.Yo no era así, ¿qué me estaba pasando? Logré exhalar un largo suspiro y me levanté de la mesa de forma repentina, captando la atención de Liadrek.—¿Ya terminaste? —me preguntó, preocupado, como si fuera capaz de sentir que algo no andaba bien en mí.Me llamó la atención que él volviera a tutearme y qu
LaurelCaminé hacia el río donde Draevor se bañaba, y me quedé paralizada al verlo desnudo.Ayayay... Era la primera vez que veía a un hombre sin ropas. Traté de apartar la mirada, pero había un magnetismo en su cuerpo que mantenía a mis ojos curiosos atrapados.Y empecé a sentir calor.Noté el enrojecimiento en su rostro, el brillo en sus ojos y algo más en su expresión que mi inocencia no supo interpretar. Luego, como si volviera en sí, buscó su pantalón con premura y se lo puso, acabando con mi incomodidad.Pero esa electricidad en mi piel seguía torturándome.Tragué pesado y caminé en su dirección; luego le di un puñetazo en el pecho.—¡¡Deja de bañarte encuero a la intemperie!! —le reclamé, pero él solo se encogió de hombros.—No sabía que vendrías ahora. ¿Tan rápido cazaste? —Puso su mirada en el par de conejos que traía en la mano.—¡No cambies el tema! —le grité, escandalizada.—Ya que tú cazaste hoy, yo prepararé la hoguera —me evadió, otra vez.Me limité a entornar los ojos.
LiadrekTodos nos observaban con curiosidad y malicia, sospechando lo obvio, pero nadie se atrevía a hacer comentarios delante de nosotros ni a preguntar. Era un conocimiento silencioso, una verdad que todos sabían, pero que fingían ignorar.No sabía cómo sentirme al respecto. Después de todo, poco me importaba lo que pensaran los demás, y esta vez no sería la excepción, en especial si se trataba de algo tan íntimo como nuestra extraña relación.Por lo menos, me daba satisfacción que todos empezaran a verla como mía y no se atrevieran siquiera a aludir nada atrevido.Era un completo posesivo por pensar y sentirme así, lo aceptaba, pero ¡por los guías y Woses!, esa mujer no sabía las miradas libidinosas que ella levantaba con tan solo existir.Es que ella poseía una sensualidad natural que, combinada con su personalidad divertida y autoritaria, la convertía en una fantasía andante.Suspiré cuando ella me descubrió observándola como el intenso que era, pero me era inevitable no apreciar
LaurelEstaba atónita y con la mente en blanco, incapaz de intervenir. ¿Por qué, precisamente ahora que me estaba dando una oportunidad con Liadrek, reapareció Draevor y con esa extraña actitud?Como si mi vida no estuviera lo suficientemente complicada, tenía que venir él a ponerla de cabeza.Miré a Liadrek, quien tenía los músculos tensos, y su mirada observaba a Draevor atentamente, listo para defenderse en caso de un ataque.Y todo ocurrió en cuestión de segundos. Como era de esperarse, Draevor se le lanzó encima, pero no llegó a tocarlo porque Liadrek desapareció de su campo de visión y, en un movimiento rápido, lo pateó por la espalda.¡Ayayay!—¡Basta! —grité en un impulso, pero Draevor estaba fuera de sí.Y cómo no estarlo, si Liadrek le dio donde más le dolía y, para colmar la situación, lo había humillado al mostrarse más hábil que él en la batalla.Mi viejo amigo se giró rápido y le atinó uno de sus puños, lo que me hizo gritar del horror, porque Draevor era grande y muy fu
LaurelTodo el trayecto hasta nuestro destino fue incómodo y cargado de tensión. Era la primera vez que veía a Liadrek tan cerrado. No me habló, me ignoró cuando intenté que conversáramos y se mantuvo lo más distanciado posible, como si fuéramos dos extraños compartiendo el mismo camino.Ayayay...Era peor que eso, pues, aun los extraños tienen una que otra conversación vana. Me sentí herida e indignada, pero mi orgullo no me permitía insistir; simplemente me rendí y lo dejé tranquilo.¡Chiquillo inmaduro e insolente!Suspiré. No quería todo este drama absurdo en mi vida. ¡Era tan injusto! Yo nunca me interpuse en las relaciones de Draevor, aun cuando eran cuestionables. ¿Por qué él tenía que entrometerse en mi vida? ¿Acaso quería verme sola siempre? ¿Por qué era tan malvado con la persona que siempre lo amó?A este punto ya no sabía qué sentía por él, pero, con cada acción, solo lograba que lo despreciara más.Fuimos recibidos por nuestros colegas en el centro de una roca de cristal
LaurelObservé a Liadrek en silencio mientras cenábamos frente a la fogata. La luna brillaba en un tono plateado aquella noche, acompañada por un sinfín de estrellas en un cielo azul marino.La brisa fría movía las hojas de los árboles y nos regalaba caricias escalofriantes. El silencio era el protagonista, pues Liadrek y yo estábamos tímidos.Ay, ya no era orgullo ni enojo lo que nos hacía actuar como tontos; era la vergüenza de no saber cómo abordar al otro y tener esa conversación incómoda.Suspiré, rendida, y decidí ser yo quien rompiera el hielo.—¿Crees que encontremos algún Wos? —le pregunté, fingiendo naturalidad, pero los nervios se colaron en mi voz en forma de temblores sutiles.Liadrek me miró por unos segundos que parecieron eternos; luego, sonrió a medias.—Espero que sí —contestó—. ¿Tú me quieres, Laurel? —inquirió de la nada, agarrándome desprevenida.Por poco escupí el contenido de mi boca, pero puse todo mi empeño en mantener la compostura.—¿Acaso no es obvio? —le d
Laurel Me dormí al instante y tuve sueños extraños. Fue como si mis temores se hubieran reunido y conspirado en mi contra, pero al despertar, en la calidez y protección de Liadrek, sentí alivio y sonreí.Me sentí dichosa y feliz, y por primera vez en muchos años, mis barreras protectoras habían caído. Solo éramos Liadrek y yo, y el innegable amor que nos teníamos. Solo eso importaba.La mañana fue cargada de flirteos, palabras con doble sentido y caricias intencionadas, pero sutiles.Era divertido seguirle el juego y coquetear como si no hubiéramos tenido una noche de pasión la noche anterior.Para el mediodía, habíamos llegado al mar oculto. Decidí hacer una parada, pues siempre encontraba tesoros humanos aquí.Nos bajamos del caballo y caminamos en silencio, admirando la belleza del lugar.Este océano era diferente al resto, pues no había arena. En su lugar, las rocas cristalinas lo rodeaban, así que debíamos andar con cuidado porque también eran puntiagudas.El mar era cristalino,
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e