Entre el día y la noche
Entre el día y la noche
Por: Alejandra N.
PRÓLOGO

Noah Meier

El frío de la noche es abrumador a pesar de estar en verano. El sonido de los trenes entrando y saliendo sin final, las personas, sus murmullos, los miles de idiomas que se escuchan a mi alrededor y a pesar de todo eso me siento en medio de la nada.

Recuerdo cada minuto de ese día, el sonido insistente de mi celular con el nombre de mi hermano en la pantalla que me negaba a contestar… ¿Y si no lo hubiese ignorado? ¿Si no hubiese esperado a que mamá marcara…, acaso todo sería diferente ahora?

El Abuelo.

Puedo sentir en mis músculos cómo mis piernas aún resienten el esfuerzo que hice para llegar hasta él, subiendo cada escalón de ese hotel sin pensar y sin importarme estar en medio de los Alpes Suizos donde mis pulmones no alcanzaban a atrapar el suficiente oxígeno, donde no me importaba que con cada movimiento me quedaba sin aliento.

Trato de enfocarme, pero por alguna razón no puedo.

Solo han pasado días desde esa noche, de hecho, huyo de todo en este momento sintiendo en mi cuerpo su ausencia. Yo, que horas antes de que todo pasara pensaba en entregarme al inclemente frío y no salir de ahí. Yo, que he visto morir cientos de veces a personas, de actuar como todos a mi alrededor buscando alargar de alguna forma la vida frágil de un ser humano, no me muevo.

Flashback

—No…ah… —la voz de mi abuelo hace que ruede a todos los que nos rodean y tomo su mano.

—Aquí estoy, vamos a que te asistan, no te dejaré solo ¿Ok?

—No…ah… te amo…, vive…, hijo… vive…

—Ya abuelo, cuando te sientas mejor me dices todo lo que quieras, ¿está bien? Te prometo que esta vez sí te haré caso.

–Vive… no… tengas… miedo… de… tu… oscuridad… eso… indica… un… nuevo… amanecer… Date la oportunidad... de amar, Noah, sé feliz... sé que serás feliz... eres un buen hombre

Fin del flashback

Esas fueron las últimas palabras de Finn Meier antes de entrar en un ataque del que no tuvo regreso, uno que me hizo ver cómo ahora a mi alrededor ve a la gente gritar y correr. Es difícil explicar el sentimiento de vacío que invade mi cuerpo desde aquel día. Saberme imperfecto, incompleto, descartable.

Pasajeros con destino a Amsterdam del tren SB 232 por favor abordar ahora.

El agarre de su mano aún se siente en la mía.

Mis ojos me traicionan y mis lágrimas salen sin control.

Pasajeros con destino a Amsterdam del tren SB 232 por favor abordar ahora.

Mi abuelo. Su último deseo no fue para su Amelie, o el gran Andrew o el consentido Henry. No. Su último deseo fue para mí.

Mi mundo ha quedado suspendido… Porque no existe viento favorable para el marinero que no sabe a dónde ir…

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