—¡Buenos días!— Laura salió de su habitacion bostezando, Emma y Simon continuaron abrazados en el sillon, mientras la saludaban con una sonrisa de oreja a oreja. —Espera, les prepararé el desayuno a ambas.— dijo Simon levantandose del sillon tras besar en la frente a Emma. En la cocina, se dispuso a sacar jugo de naranja para ambas, colocó panes a tostar mientras calentaba una jarra de leche, parecia un experto. Al cabo de 15 minutos llevó a la mesa en una bandeja su desayuno. —Buen apetito.— Ambas mujeres le sonrieron enternecidas por sus dotes en la cocina. —Simon, ¿cuando retoman el viaje? —Ya no retomaré la ruta. Anoche tomé la decisión de quedarme aquí contigo hasta despues de año nuevo. ¿Tienes algún inconveniente? —¿Enserio?— Laura se puso de pie para abrazar fuertemente a su hermano y besarlo en la mejilla, Simon le abrazó los brazos riendo mientras emocionada Laura lo besaba sin parar, Emma por otro lado sonreía viendo la imagen. Los días pasaron raudos, todo iba en m
A las dos de la mañana, recien terminaron todos los preparativos. Marta los esperaba con un consome exquisito que emanaba un olor calido y acogedor invitandolos a ser saboreado.Al termino de la jornada los hermanos cansados se desplomaron en el sillon, a beber su caldo en tazon para combatir el frio, el vapor que salía de este les calentó suavemente los rostros frios que traian. Emma lavo al termino los trastes sucios, emitiendo sonidos tranquilizadores de una casa acompañada, luego se marchó junto a Simon a su cabaña, despidiendose tiernamente de LAura, Marta y el bebe.El día al fin había concluido y ahora solo quedaba esperar el día veinticuatro donde finalmente se reflejaria los resultados del arduo trabajo de Simon. Él esperaba lleno de ansias haber llegado al monto presupuestado, escribió y reescribió su presentacion sinfín de veces; uno era por si no lograba su plan y otra por si alcanzaba la meta, su cabeza parecia dar vueltas a cien por minuto, la ducha que tomó no logro cal
El sol brillaba con intensidad, reflejándose en los rascacielos que se alzaban imponentes, como testigos mudos del ajetreo diario de la ciudad. Simón manejaba con destreza, pero su mente vagaba entre pensamientos y recuerdos. El paisaje urbano se deslizaba a su alrededor, pero su atención estaba centrada en la carretera y en los acontecimientos pasados que habían sacudido su vida, sabia con certeza que seguramente en su despacho encontraria hoy la propuesta para la campaña de la dolorosa navidad. Las luces del tablero del coche parpadeaban, interrumpiendo sus pensamientos, anunciando la llegada de una llamada entrante. Con un suspiro, ajustó su postura en el asiento y pulsó el botón para responder, sin anticipar la inesperada alegría que encontraría al otro lado de la línea. - ¿Alo? La voz de Laura irrumpió en el silencio del coche, y Simón, que había estado perdido en sus pensamientos, sonrió al reconocerla- ¡Te ví!, Te vi! ¡En el matinal! ¡Eres un imán para las cámaras, ¡pero que
Sobre su escritorio había un archivo que contenía la temida propuesta de Navidad, pertenecía a la cadena de malls del país, eran más de cien sucursales. Antes de abrir el archivo, Simón empezó a rememorar aquella noche, con tan solo diecisiete años respondió la llamada del oficial que informo el fatal accidente, Laura con tan solo doce años se encontraba adornando el arbol a la espera de la llegada de sus padres, ambos se encontraban a cargo de su niñera que vio la expresion fria del joven en el telefono. Cortó la llamada y corrio al segundo piso para ahogar un grito en su almohada mientras su mundo reventaba en mil pedazos, la niñera lo siguió sin Laura y lo consoló. Al otro día apareció su tía para encargarse de todo, ambos niños quedaron varados hasta que Simon tomo la decision de hacerse cargo de la vida de ambos, Laura pequeña aun, nunca supo el dolor que cargaba su hermanito. Simon sacudio bruscamente la cabeza para limpiar sus recuerdos y se concentro en lo que tenia en frente.
Jackie insistió con ladridos persistentes, arrastrando a Simon por el empinado sendero del cerro. A medida que ascendían, la fatiga se apoderaba de él, pero algo en la urgencia del can le impulsó a continuar. Finalmente, llegaron a una pequeña quebrada, donde una voz tenue llamó su atención. Entre la penumbra, yacía una joven de cabello rojizo, con la ropa manchada y rasguños en su piel. —Hola, ¿te encuentras bien? —preguntó Simon, tratando de recuperar el aliento. —¿Tú crees que me veo bien? —respondió la mujer con aspereza. —Podrías estar peor —replicó Simon descortesmente, sintiendo el peso de su propio agotamiento.—¿Te puedes poner de pie? — —¿Que clase de pregunta es esa?, si pudiera hacerlo ya abría salido de aquí.— Simón colocó los ojos en blanco, antes de que la joven pudiera decir algo más y sin más preámbulos, la ayudó a levantarse, pero un grito de dolor la hizo tambalear. Ante esto, Simon decidió cargarla, llevándola en brazos como si fuera ligera. Encendió la linterna
Pasados treinta minutos, el timbre del portero sonó. Simon, tras revisar las cámaras de seguridad, identificó a un hombre de unos cuarenta años esperando. —¿Quién es? —Buenas noches. Fui convocado para prestar mis servicios. Mi nombre es Miguel Arriagada. —Por supuesto, pase. Siga el camino iluminado. A los pocos instantes, un vehículo se alineó frente a la entrada principal. Simon, ya preparado, esperaba al doctor con las manos resguardadas en los bolsillos. —Doctor Arriagada, soy Simon Valencia. Por favor, acompáñeme —dijo Simon, estrechando la mano del médico y guiándolo hacia la sala—. Emma, el doctor está aquí para ayudarte. —Buenas noches, Sra. Valencia. Soy el doctor Arriagada. ¿Puede contarme qué ocurrió? —indagó el médico. Con cierta confusión, Emma se acomodó en posición para que el doctor pudiera evaluar su situación. —Soy Emma. He sufrido una caída y ahora me resulta imposible apoyar el pie. El dolor es insoportable —manifestó Emma. Tras una examinación delicada pe
Eran las ocho de la mañana cuando Anita llegó a la casa de Simon. Al entrar, notó la ausencia de Jackie, quien normalmente la recibía con entusiasmo. Al llegar al salón, se sorprendió al encontrar a Simon durmiendo profundamente, acompañado de Jackie. Con una expresión confundida, Anita se dirigió a la cocina, intuyendo que alguien más debía estar en la casa. Mientras se ocupaba de los trastes sucios y preparaba el desayuno, el aroma del café comenzó a llenar la casa y, eventualmente logró despertar a Simon. Él se levantó y, tras un breve intercambio de saludos, Anita le sirvió el desayuno. En ese momento, una voz femenina resonó desde la habitación cercana, llamando a Simon. —¡Simon!— la voz de la mujer sonó preocupada. Sin perder tiempo, Simon se precipitó hacia la habitación, dejando a Anita desconcertada. Al seguirlo, Anita se encontró con una hermosa joven en la cama, que parecía recién despierta. —Buenos días, hola —saludó Simon, primero a la mujer y luego dirigiéndose a Anit
Después de un par de horas, Simon regresó a casa, su cuerpo emanaba un aroma varonil y su cabello lucía como si hubiera estado atrapado en un vendaval. Con una sonrisa juguetona, agarró unas bolsas de compras que descansaban sobre la mesa, repletas de prendas femeninas. Con una sonrisa traviesa, las levantó y se dirigió a su habitación, decidido a refrescarse. Emma, sumida en un libro, alzó la vista al sentir su presencia. Simon, al dejar las bolsas a un lado, murmuró: "Espero que te guste lo que hay dentro". Antes de poder preguntar, Simon ya se encaminaba al baño, dejando a Emma intrigada, ¿ enserio se va a bañar aca? ¿ no hay más baños en esta casa?, tomó las bolsas y comenzó a revisar la ropa, venían dos vestidos de algodon, lo que le fascino, uno era blanco con ramitos de rosas rojas de apariencia primaveral, otro de color verde esmeralda, unas poleras y dos jeans talla cuarenta, esto la sorprendió por que no entendia como la secretaria de simon sabia su talla, también venían cu