88º Porque te amo

En cuanto llego a la Casa de la Manada luego del entrenamiento, voy directo al cuarto para darme una buena ducha. La toalla que llevé al campo está completamente empapada, ya ni seca de lo mojada que está, y con el sol y calor que hubo hoy, no me sorprende en lo más mínimo: sus rayos contra la piel eran como agujas.

Respiro profundo y subo los escalones de dos en dos, esperando encontrar a mi compañera aquí, mas cuando cruzo la puerta, no hay siquiera rastros de ella, ¿dónde está? Le dije que cuando volviera, la llevaría a su casa, ¿se fue sola? No es tan tarde como para que no pudiera esperarme, ¿o habrá ocurrido algo?

No, si algo hubiese pasado o ella hubiese decidido irse, Andrew me habría avisado.

Una olfateada a mi persona, me dice que será mejor que me dé un baño rápido antes de ir en su busca y, casi arrancando los pantalones deportivos, me meto en el baño y directo a la ducha, deteniéndome un momento al sentir el aroma perfumado y delicado del jabón de mi Caperucita, el cual
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