Reinhardt incrustó su mirada en Zaid con una intensidad helada, sus ojos no mostraban ni una chispa de emoción, pero había algo en su expresión que dejaba claro que no permitiría que nadie, y mucho menos él, tuviera el dominio sobre su persona. No se trataba solo de su físico o de su habilidad, era la fuerza de su voluntad que se reflejaba en cada movimiento. Aunque en su interior sabía que la situación era peligrosa, nunca daría la más mínima muestra de vulnerabilidad. Estaba acostumbrado a ser el depredador, no la presa, y esta vez no sería la excepción. No importaba si Zaid tenía una ventaja, Reinhardt jamás se rebajaría a reconocérselo.—Zaid —pronunció él—. Parece que olvidaste la advertencia que te di la última vez. Te dije que este campesino es mío, que me pertenece. Entonces, ¿por qué sigues persiguiéndolo? ¿Es que acaso estás buscando que te mate? En la última ocasión, tuviste suerte de que te haya dejado con vida, pero estoy cansado y harto de tu existencia, deja de provocar
Zaid, no obstante, procuró no dejarse intimidar. Darse vuelta y solo irse dejándolos allí sería aceptar la derrota ante Reinhardt, una más de tantas. Además, no era propio de su personalidad solo retirarse sin dar batalla. Estaba harto de sentirse inferior, de siempre perder contra él. Zaid fue el primero en haber encontrado a Jordan -es decir, a Isabella-, y con esa lógica, creía que el chico debía ser suyo, pues quien lo encuentra primero se lo queda. Sin embargo, para Reinhardt no funcionaban esas tontas reglas.De pronto, en su rostro apareció una sonrisa.—Este... chico y yo estamos más unidos que nunca, Reinhardt. Aunque tú te creas que esta cercanía que compartes con él es inquebrantable, te aseguro que no es así. Lo que nosotros tenemos, lo que nos une, es mucho más profundo. Un secreto que compartimos... y del cual tú no tienes idea.La mirada de Jordan se endureció y una chispa de comprensión cruzó sus ojos. Él no se estaba refiriendo a la muerte de su familia, al sufrimient
Zaid, sin amedrentarse, lo desafió con una sonrisa burlona.—Entonces pelea. Si quieres quedarte con él, pelea, Reinhardt.Reinhardt no dudó ni un segundo antes de responder.—En todas las batallas que hemos tenido, tú siempre has perdido. ¿Acaso me estás rogando que te mate? ¿Es eso lo que quieres? Incluso fuiste a mi territorio, desafiando mi autoridad y tratando de quitarme lo que me pertenece, de adueñarte de lo que es mío. ¿Quién te has creído?La sonrisa de Zaid se amplió, pero sus ojos brillaron con cierta rabia.—No voy a permitir que me mires por encima del hombro —declaró.—Yo estoy muy por encima de ti en muchos sentidos, no hace falta decirlo —señaló.—En la jerarquía de la mafia tal vez, pero soy igual de peligroso que tú, o tal vez más.—No me pongas al mismo nivel que tú, ¿cómo te atreves? Qué descarado eres —siseó.Zaid frunció los labios, incapaz de mantener su sonrisa.—Deja de subestimarme, Reinhardt. Y saca tu arma.—¿Me estás pidiendo a gritos que te asesine? —pre
Al llegar nuevamente al salón, Jordan se fijó en la escena frente a él, viendo que Reinhardt seguía en una confrontación directa con Zaid. De pronto, Reinhardt golpeó a Zaid con un puñetazo certero, enviándolo al suelo. Zaid, respirando pesadamente, estaba en el piso, pero su rabia no había desaparecido. Con un movimiento ágil y rápido, sostuvo su arma y apuntó hacia Reinhardt.Zaid estaba a punto de disparar, pero entonces, el instinto de Jordan tomó el control. Con la escopeta en sus manos, no lo pensó ni un segundo. Levantó el cañón del arma, apuntó hacia Zaid y apretó el gatillo. El disparo resonó como un trueno dentro de aquel lugar y el sonido se amplificó en las paredes como si toda la casa temiera lo que acababa de suceder. La bala voló con una precisión mortal y alcanzó la mano de Zaid.El impacto fue devastador. La mano de Zaid, que antes sujetaba el arma con furia, fue literalmente destrozada. Los fragmentos de hueso, carne y sangre volaron por todos lados. La visión de su
Jordan y Reinhardt cabalgaban a toda velocidad, en lo que el caballo volaba sobre el terreno sin detenerse, sin mostrar ni una pizca de cansancio. Jordan, con la mirada al frente -pues era quien tenía las riendas del animal-, sentía la vibración del movimiento a través de su cuerpo. Estaba completamente concentrado en mantener el ritmo, en seguir cabalgando más rápido, tratando de ganar distancia entre ellos y los hombres de Zaid que habían empezado a perseguirlos.El coche que transportaba a Zaid y a sus hombres no se detenía, parecían no tener ninguna intención de rendirse. Cada vez que Jordan miraba hacia atrás, veía al vehículo acercándose, pero los pastizales, altos y espesos, ofrecían una ventaja. Aunque el coche podía verlos brevemente cuando cruzaban de un lado a otro, los terrenos difíciles hacían que la persecución fuera más difícil. El coche luchaba por mantenerse en el camino estrecho mientras Jordan y Reinhardt se adentraban con audacia en la maleza, alejándose de las rut
La caída había sido brutal. Jordan, luchando por recobrar el control de su cuerpo adolorido, se arrastró hacia Reinhardt, que yacía medio inconsciente sobre la tierra. Cada movimiento era un dolor agudo y cada respiración un recordatorio de la fuerza con la que habían golpeado el suelo. Con manos temblorosas, Jordan sacudió a Reinhardt, casi como si lo estuviera implorando,—¡Reinhardt, por favor, despierta! ¡No podemos quedarnos aquí! —articuló.Reinhardt, con los ojos entreabiertos, apenas pudo articular una palabra, pero la mirada de comprensión se reflejó en sus ojos cuando sintió la presión de las manos de Jordan. Sin perder más tiempo, se incorporó con dificultad.Por otro lado, el coche de Zaid frenó violentamente en dirección a ellos. El peligro estaba cerca, mucho más cerca de lo que Jordan había imaginado. El sudor frío le recorrió la frente y la pesadez en su pecho era casi insoportable, pero la necesidad de huir era más fuerte.—¡Vamos, vamos! —soltó Jordan, agachándose pa
Jordan, al escuchar su verdadero nombre salir de los labios de Zaid, se quedó paralizado, completamente congelado. El sonido de su nombre real, Isabella, se estrelló contra su pecho con la fuerza de un golpe. No era algo que temiera por sí mismo, pero el hecho de que Zaid lo hubiera pronunciado en frente de Reinhardt, el único que no sabía nada, era lo que lo aterraba. Esa revelación ponía en peligro todo lo que había construido, todo lo que había hecho para ocultar su verdadera identidad.Había sido consciente de que tarde o temprano Zaid lo diría. Era un hombre que disfrutaba de los juegos mentales, y nunca había tenido la intención de guardar el secreto por mucho tiempo. Sabía que, en algún momento, las piezas caerían en su lugar. Pero saberlo no hacía que el impacto fuera menos grave. A pesar de todo, ese nombre, esa parte de su vida que quería enterrar, había vuelto con una fuerza devastadora.Zaid, por su parte, temblaba de rabia con su pistola en la mano izquierda.—¡Ya no me i
Reinhardt emergió del río tambaleándose, con el cuerpo de Jordan aferrado contra su pecho. El agua goteaba de su ropa, de su cabello, de sus pestañas, pero él no lo sentía. Nada de eso importaba. Lo único que importaba era el cuerpo flácido en sus brazos, ese cuerpo tan ligero, tan helado, que parecía ya no pertenecer a este mundo.Reinhardt cayó de rodillas junto al chico, sin aliento, observando su rostro. Sus manos se posaron sobre su cuerpo, buscando signos de vida, asegurándose de que su respiración seguía. Necesitaba saber que no había sido demasiado tarde, que no había perdido la oportunidad de salvarlo.Sin embargo, notó que no respiraba. Su piel estaba fría, más fría de lo que podría soportar, y el pulso de Jordan, si es que alguna vez estuvo presente, había desaparecido.Reinhardt lo revisó rápido. No respiraba. No se movía.Buscó el pulso en su cuello. Nada. Se lo buscó en la muñeca. Nada.—¡Mierda! —siseó, negando con la cabeza, sin darse cuenta de que hablaba.Había visto