Uno más antes de final
Las lágrimas se confunden con las gotas de lluvia que salpican sobre mi rostro. Me quedo parada allí, con la mirada perdida y el alma destrozada, mientras el temporal empapa todo mi cuerpo. No puedo creer que él me haya dado la espalda cuando más lo necesitaba. ―Por favor, Lud ―susurro para mí misma, al borde de la desesperación y el colapso―, te necesito ―cuando me convenzo de que Lud no vendrá y que poco le importa lo que me suceda, me abalanzo sobre la puerta y comienzo a golpearla con los puños―. ¡Lud, ayúdame, por favor, no tengo a nadie más a quién acudir! ―grito y lloro con angustia e impotencia―, no me abandones… te lo suplico. La puerta se abre, repentinamente, obligándome a dar un par de pasos hacia atrás, pero no es Lud el que aparece, sino el mismo hombre que me trajo hasta este lugar. ―¿Qué parte no entendiste de que el jefe no quiere saber nada de ti, puta? Cuando menos me lo espero me da una cachetada que me envía directo al suelo. Llevo una de las manos hasta mi mej
―Niña estúpida e ingenua, no tienes ni idea ―sisea Lud con desprecio. Retrocedo un par de paso en el instante en que sus ojos se tornan completamente negros, como si algo oscuro y perverso se hubiera adueñado de ellos―. Creíste que un hombre como yo podía fijarse en una mujer tan simple y aburrida como tú ―una sonrisa siniestra tira de las esquinas de sus labios―. Te hiciste la difícil y, cuando eso sucedió, te convertiste en un atractivo, tentador y delicioso reto ―camina en mi dirección, tratando de acorralarme―. Solo tuve que hacer uso de algunos de mis métodos más eficaces para hacerte caer ―chasquea con su lengua―, lo demás fue un acto reflejo. Niego con la cabeza. No puedo creer que todo esto se haya tratado de un juego, uno muy macabro y perverso. En cambio, yo ―trago grueso―, le di todo lo que tenía y puse en sus manos mi alma y mi corazón. ―Yo me enamoré de ti, Lud ―confieso con la voz atragantada―, eres el único hombre al que ha amado en toda mi vida… Una carcajada espelu
Una vez que ingresa al quirófano, hablo con Antonio.―¿Te hiciste cargo del asunto que dejamos atrás?Asiente en respuesta.―El equipo se está encargando de todo, señor ―me quito la corbata y la chaqueta que están completamente empapadas por la lluvia y los lanzo en una de las sillas de la sala de espera―. Estoy en comunicación constante con jeremías, me estará informando sobre cualquier novedad.Al desprender los dos primeros botones de mi camisa de lino, noto la mancha de sangre que se extiende sobre mi pecho. ¿Qué habría pasado si no hubiera aparecido justo en ese momento? No pude evitar que le disparara, pero de no haber intervenido a tiempo, el muy hijo de puta la habría acribillado. Quería asesinarla, de eso no me cabe la menor duda.―¿Alguien se dio cuenta de lo que sucedió?No tuvo tiempo para pensar en lo que estaba haciendo. Fui a ese club con un propósito en mente, pero tuve que posponerlo cuando escuché los gritos de la chica y fui a investigar. Lo que menos me esperaba era
Una semana despuésUna ruina de escombros y polvo de ceniza ocupa el lugar en el que antes había una humilde vivienda. El intenso olor a humo que todavía desprende la madera calcinada, envía un aguijonazo de dolor a mi corazón y provoca un enorme vacío en el fondo de mi estómago. Me niego a aceptar que la mujer que amo esté muerta.―Señor, aquí no hay nada que buscar, será mejor que nos vayamos.Ignoro la advertencia de Jacob. Rompo la cinta de seguridad policial y me introduzco hasta donde las ruinas me lo permiten. Los bomberos apenas pudieron controlar el fuego infernal que se desató hace pocos días en la pequeña casa. Observo con dolor la escala del verdadero horror que se esconde debajo de los restos. Tiemblo de impotencia y me maldigo una y otra vez porque me siento culpable por lo que aquí sucedió. El paisaje es desalentador y sombrío. Cierro los ojos y respiro profundo para intentar controlar las ganas que tengo de llorar y gritar como lo haría un ser humano común y corriente.
Estoy adolorida y sedienta. No hay ninguna parte de mi cuerpo que no palpite de dolor. La garganta me arde y mis labios están tan resecos que tengo la sensación de que se caerán a pedazos en cualquier momento. Necesito tomar un poco de agua o moriré deshidratada.―Tengo mucha sed ―indico con la voz ronca y áspera―, quiero un poco de agua, por favor ―al abrir los ojos solo alcanzo a ver sombras oscuras y borrosas moviéndose a mi alrededor, así que parpadeo algunas veces para enfocar la visión. Por un instante me siento confundida. Intento recordar, sin embargo, un repentino dolor de cabeza evita que lo haga―. Mami, ¿eres tú?Muevo la mano con un movimiento brusco hasta mi sien derecha para frotarla con los dedos, pero solo consigo llevarme un gran susto cuando escucho objetos cayendo y golpeado contra el piso con gran estruendo. Seguido, el pitido ensordecedor de una alarma se desata en medio de la habitación, causándome gran sobresalto y un dolor agudo en distintas partes de mi cuerpo.
Quince días despuésDoy un par de toques a la puerta, pero no me responde. Inhalo profundo, antes de empujarla e ingresar a la habitación. Ella ni siquiera voltea cuando me escucha entrar. La observo sentada a orilla de la cama, mirando hacia la ventana con la mirada perdida. Ha estado sumida en sus pensamientos desde que se enteró de la pérdida de su bebé. Fue un momento muy difícil y doloroso para ella. Recordarlo, me parte el alma en pedazos…―¡No, eso no es cierto! ―su grito me toma por sorpresa. Giro la cabeza y miro por encima de mi hombro― ¡Ustedes están mintiendo!Salgo corriendo al verla incorporarse sobre la cama y arrancarse las vías del cuerpo. Me siento al borde de la cama y la estrecho contra mi cuerpo para evitar que se haga daño.―Lo siento mucho, principessa.Suelta un lamento desgarrador e intenta desprenderse del abrazo, pero la aferro con fuerzas. De un momento a otro deja de luchar. Se apoya en mi pecho, tira con sus dedos de mi camisa y sigue llorando sin parar.
Nunca pedí venir al mundo, llegué siendo un alma ingenua e inocente en medio de un mundo corrupto, lleno de caos y perversión. Un pequeño ser al que la vida todo se lo negó y no tuvo más opciones que luchar con sus uñas para sobrevivir. He escuchado a diversos teóricos decir que, por ley universal, todo ser humano al nacer debe ser amado y protegido por sus padres, tener una familia que se supone, debe estar a nuestro lado, nos debe guiar, brindar su apoyo y darnos su amor incondicional. Sin embargo, todo fue una sarta de asquerosas mentiras ideadas por un grupo de psicópatas fanáticos que se hacen llamar especialistas familiares y que no tienen ni una maldita idea de lo que dicen.Mi madre, una puta adicta a la heroína, cuyo único error fue estar drogada hasta la inconsciencia la noche en que fue abusada por sus compañeros de adicción. Mi padre, uno de los tantos sujetos que depositaron su esperma en la desgastada vagina de la mujer que se hizo llamar mi madre, pero a la que nunca tu
―No seas tan aguafiestas, Rachel, te aseguro que esta noche nos divertiremos como nunca.Muerdo mi labio inferior con nerviosismo. No creo que haya sido una buena idea engañar a mis padres diciéndoles que esta noche me quedaría a dormir en casa de Vicky. Bueno, a decir verdad, no es del todo mentira. Voy a quedarme con ella, pero la principal razón por la que lo hago es porque vamos a celebrar mi cumpleaños en un club nocturno de la ciudad. Se le ha metido en la cabeza que tal celebración debe ser un hecho trascendental y apoteósico. En lo particular, preferiría quedarme en casa con ella, ver alguna película romántica, preparar palomitas y beber jugo de arándanos hasta reventar. Me sentiría más segura y tranquila. Pensar en ese lugar, me tiene con el estómago revuelto y con ganas de vomitar.―¿Qué te parece si mejor nos quedamos aquí y tenemos una noche de chicas? ―le propongo, animada―. Podríamos ir a la tienda por algunos bocadillos, rentar películas y cuando nuestros párpados se ca