El día había sido agotador. Valeska sentía la tensión acumulada en cada fibra de su cuerpo, pero la satisfacción de haber defendido su visión con firmeza la mantenía en pie. Con el bolso colgado del brazo, cruzó el vestíbulo de la empresa con la intención de dirigirse a su auto. Sin embargo, al alzar la vista, su paso se detuvo de golpe.Lisandro estaba allí.Apoyado contra una de las columnas de mármol, con el rostro más demacrado de lo que recordaba, parecía haber perdido el brillo imponente que siempre lo había caracterizado. Sus hombros caídos y la sombra bajo sus ojos eran prueba suficiente de que el paso del tiempo no lo había favorecido. Valeska sintió una punzada de dolor en el pecho al verlo así, pero se obligó a mantener su expresión neutral. No podía permitirse dudar ahora.Lisandro se enderezó al verla y avanzó un par de pasos hacia ella. Aunque su andar aún conservaba esa elegancia innata, había una fragilidad en su mirada que antes no estaba allí.—Valeska —pronunció su
Desde el momento en que Mikhail había visto el lado más vulnerable de Valeska y se había enterado de los problemas que atravesaba en su matrimonio, algo en él cambió drásticamente. Ya no la miraba con la misma actitud arrogante y distante de siempre, ni lanzaba comentarios mordaces cada vez que cruzaban caminos. En su lugar, había un extraño intento de acercamiento, torpe y mal ejecutado, como si no estuviera acostumbrado a preocuparse realmente por alguien más que por sí mismo.Al día siguiente, cuando la vio entrar en la empresa con el rostro tenso y los hombros rígidos de agotamiento, no pudo evitar acercarse con cautela, sin estar seguro de cómo abordar la situación. Su instinto lo llevó a decir lo primero que se le ocurrió, aunque no sonó tan bien como había esperado.—Tal vez deberías quedarte en casa y descansar unos días más.Valeska, que estaba en plena revisión de unos documentos, alzó la vista con el ceño fruncido. No entendía de dónde venía ese comentario ni por qué Mikhai
El bar al que Mikhail la llevó no era como los que Valeska solía frecuentar. No tenía la elegancia de un bar de alta categoría ni la música suave de un lugar exclusivo, sino que era más bien un sitio discreto, donde las luces eran lo suficientemente tenues como para disimular las miradas inquisitivas y donde el aire se sentía cargado de historias sin contar.Parecía el tipo de lugar en el que la gente venía a escapar de sus propios pensamientos, donde el alcohol servía como un refugio silencioso para las almas atormentadas que preferían ahogar sus problemas en vasos de licor en vez de enfrentarlos.Mikhail caminó con naturalidad hacia una mesa apartada en una esquina, como si conociera bien el sitio y supiera exactamente dónde debían sentarse para evitar interrupciones. Se dejó caer en el asiento con la misma actitud despreocupada que lo caracterizaba y luego dirigió su mirada inquisitiva a Valeska, quien aún parecía debatirse entre sentarse o cambiar de opinión y salir de ahí de inme
El silencio dentro del hotel era sofocante. Apenas cruzó la puerta de su habitación, Lisandro sintió como si todo el aire a su alrededor se volviera pesado, denso, cargado de una quietud insoportable que solo servía para recordarle lo que había ocurrido horas atrás.Cada pared, cada mueble, incluso la tenue iluminación del lugar, le parecía ajena, como si estuviera atrapado en un espacio que no le pertenecía, en una vida que ya no reconocía. A pasos lentos, avanzó hasta dejarse caer en el sofá, con la mirada fija en un punto inexistente del techo.El sonido seco de una notificación resonó en la habitación, sacándolo por un momento de su ensimismamiento.Desbloqueó su teléfono y vio que era un correo de Oliver, probablemente un informe de trabajo que necesitaba su revisión. Pero, por primera vez en mucho tiempo, no sintió el más mínimo interés en leerlo.El trabajo, su responsabilidad, su rutina… nada de eso tenía sentido en ese instante. No cuando su mente seguía atrapada en el mismo
El ambiente en la oficina de Valeska era tenso. Aunque la jornada laboral seguía su curso y los empleados se desplazaban de un lado a otro con documentos en mano, atendiendo llamadas y cumpliendo con sus tareas diarias, dentro de su despacho, la atmósfera era completamente distinta. Había una quietud espesa, incómoda, llena de palabras no dichas y pensamientos reprimidos.Mikhail estaba sentado en una de las sillas frente al escritorio de Valeska, con los codos apoyados sobre sus rodillas y la cabeza ligeramente inclinada hacia delante, mientras ella, en completo silencio, desinfectaba con cuidado los cortes en su rostro con un algodón impregnado de antiséptico. La presión de sus dedos era delicada pero firme, sin un ápice de ternura, como si simplemente estuviera cumpliendo con una obligación y no con un acto de verdadero interés.—Dime la verdad —susurró ella de repente, sin levantar la mirada.Mikhail tardó en responder. Sus ojos se desviaron hacia la ventana, como si esperara enco
El celular de Valeska sonó en medio de la noche, cuando finalmente estaba logrando descansar. Era Theo, para ser exactos, era el hombre con el que firmó un contrato que declaraba su estado civil de casados, pero que, de ninguna manera, llegó a ser un hombre amoroso, no más que el primer año de matrimonio.Deseaba seguir descansando, pues todo el día había estado en el hospital cuidando de su madre, quien estaba terminando su recuperación y, de paso, terminaba de hacerse unos chequeos prenatales. Hace tres meses, un impulso de Theo bajo los efectos del alcohol la dejó embarazada, pero aún no decidía si decírselo o no. El médico le había aconsejado que, desde el aborto espontáneo anterior, quedar embarazada de nuevo ya era un milagro, por lo que debía prestar aún más atención al descanso.Con un poco de lentitud y aturdimiento contestó, su voz apenas podía distinguirse en medio del ruido y música que se escuchaban de fondo. El ajetreo de la gente en el fondo de la llamada, era testigo d
Mientras Valeska repetía sus mantras para mantener la calma y resistir un poco más, sentía las miradas de todos alrededor. Algunos la observaban con lástima y otros, con desprecio.¿Quién esperaría que le aplaudieran por ser una mujer que se dejaba pisotear por la amante de su marido en público? Solo ella conocía la razón detrás de su tolerancia, de su resiliencia: su madre era lo más importante en ese momento. Y siempre.—Gracias por la ropa. Estaba bebiendo y, sin querer, derramé algo en la mía. Te prometo que la lavaré y te la devolveré —dijo la mujer con una voz tan dulce y falsa que le daba náuseas.En ese momento, Valeska estaba mordiendo la parte interior de sus mejillas, intentando refrenar las palabras que luchaban por salir finalmente. Pero, ¿valdría realmente la pena? Tomó aire y decidió hacerle caso a sus impulsos.—No hace falta, quédate con ella. Al fin y al cabo, siempre se te ha dado bien apropiarte de cosas que no te pertenecen, ¿no? —replicó con frialdad, disfrutando
Valeska condujo de regreso a casa mientras el cielo comenzaba a aclararse. Su mente seguía trabajando a toda velocidad, pensando en cada cosa que estaba sucediendo en su vida.No tenía ánimo para volver a dormir, así que sacó la maleta que había guardado en un rincón. Dentro de ella ya había algo de ropa doblada, la cual había ido guardando poco a poco en los últimos días.Su armario estaba quedando casi vacío; sin embargo, Theo no se había percatado de ello. Al final de cuentas, él pasaba más tiempo en casa de Celine que en la suya propia.Celine había aparecido en el momento más feliz de la relación entre Theo y Valeska, en su primer aniversario de bodas. Theo acababa de superar el dolor de perder a su exesposa, Celeste, y ver una sonrisa en su rostro alegraba más a Valeska que a nadie. Entonces, le pidió con insistencia que fueran a cenar a un restaurante para conmemorar el nuevo comienzo de sus vidas juntos.En ese momento, Valeska realmente imaginaba su futuro. Tal vez tendrían t