Capítulo 35 - Entereza

Vi partir a David y lo que me dijo, no le iba a dar mente, no ahora. Ingresé a la habitación, el doctor ya no se encontraba. Deacon permanecía inclinado; ni acostado, ni sentado sobre esa cama. Nuestras miradas se entrelazaron… David dijo que no llorara, que fuera fuerte, pero una cosa era decirlo otra hacerlo, el labio me tembló y comencé a balbucear.

—Amor…

—Deaacooon…

Y como si fuera una niña corrí a su lado, me subí a la cama para aferrarme a su cuerpo, sus brazos me envolvieron, comenzó a besar mi cabello, mi frente, y mis ojos hinchados.

—Te amo Blanca.

Yo no podía hablar, todo el cuerpo me dolía sin haber recibido un solo golpe, solo lo abrazaba tan fuerte como si con ese acto podría evitar que la muerte me lo arrebatara.

» Lamento habértelo ocultado, —se le quebró la voz—, pero el mismo día en que me dijeron que tenía cáncer, un Torbellino latino apareció en mi vida, —me aferré más a su bata de enfermo—. Tú, todo lo que ha significado tu presencia en mi vida ha sido mi medicin
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