¡Ya comienzan las clases!

Desde hace una semana comenzaron las clases, se me había olvidado lo estresante que podía llegar a ser el regreso a la escuela y más para mí que tengo años que no tomo un libro para estudiar. 

Debo admitir que todo esto es más difícil de lo que me imaginé y no es para nada parecido a la preparatoria, me siento agotada y ni siquiera he tenido tiempo de ir a conocer los alrededores de mi nuevo hogar. Es un poco abrumador volver a acostumbrarme a un ritmo de vida que hace tiempo ya había dejado atrás, a pesar que en el mundo de la fama se trabajan largas jornadas y a los artista casi no nos queda tiempo para nosotros mismos, siento que es más llevadero.

Tomo el libro de matemáticas aplicada y me siento en el pequeño mueble, de color rosa que hay adaptado en el alféizar de la ventana, debo repasar lo que hemos dado en clases si no quiero reprobar en el futuro y se me hace necesario aprovechar todo el tiempo libre que tengo disponible para estudiar el doble. Tantos años de inactividad escolar me están pasando factura, nunca algo me había costado tanto como leer unas simples páginas de un libro.

Centro mis ojos en los ejercicios que a mi parecer están escritos en mandarín y me siento frustrada al no poder entender nada. No sé en qué momento todo lo he comenzado a ver complicado, después de ser una de las mejores estudiantes de mi generación, ahora no soy capaz ni de despejar una simple ecuación.

Cierro el libro con algo de fastidio y me hago una nota mental de que tengo que ir a las oficinas de atención académica, para solicitar una tutoría, me enerva que tenga que perder el poco tiempo que me queda en ir a reuniones en la biblioteca después de largas horas de clases, pero no tengo otra alternativa, no si quiero tener un buen promedio.

Miro a través de la ventana para aclarar un poco mis pensamientos y noto que en la casa de al lado, hay un grupo de chicos jugando con un balón de básquet en el pequeño espacio pavimentado de la cochera.

Deben ser los de la fraternidad de al lado, nunca me he puesto a reparar a nadie y dudo mucho que con los enormes lentes que uso, junto con la ropa desaliñada que acompaña mi nuevo look, pueda llamar la atención de alguno de ellos, en general soy la viva imagen del personaje de la chica nerd que llega a la universidad, de esas historias que se cuentan en los libros, pero con la gran diferencia de que nunca cambiaré de imagen para agradarle a los demás, debo mantener mi perfil bajo y es mejor así. He notado como algunas de las chicas de aquí, son acosadas por esos imbeciles y prefiero mil veces a que me digan fea, que ver como me comen con la mirada y me gritan cumplidos vulgares.

Espabilo varias veces para centrarme de nuevo en lo que verdaderamente importa, pero todo ese intento se va a la m****a cuando uno de los chicos se quita la camisa y riega sobre su cuerpo toda el agua de una de las botellas que mantienen en una pequeña hielera. Los abdominales del chico junto a su cabello rubio quedan empapados y sigo con mi mirada cada movimiento sexy que hace al momento de sacudir las gotas de su cuerpo.

Trago duro al observar como pasa sus enormes manos por sus pectorales definidos e inevitablemente me imagino a su lado siendo yo la que los toco. Tengo tiempo que no abrazo a ningún chico y a pesar que en el pasado solo tuve noviazgos por conveniencia, no puedo negar que se sentía bien cuando me abrazaban.

—¿Alimentando la vista? —inquiere Brenda a mi lado y yo me sobresalto.

Juro que si ella no hubiese hablado, ni me hubiera dado por enterada de que ella estaba al lado mío, ¿quién carajo entra y no se siente? 

—No, yo solo estaba...solo...—trato de articular mientras me llevo una de mis manos al pecho por el susto que me he llevado, pero las palabras no me salen.

—Pierde cuidado cariño —dice encogiéndose de hombros mientras se sienta en el espacio vacío del mueble—. Pecado sería no mirarlos —agrega girandose hacia la ventana para ella también observar—. Tienes buen gusto Lluvia —pronuncia enarcando una de sus cejas con picardía—. Mira que echarle el ojo al líder de esa fraternidad es tener las espectativas bien altas —me mira a los ojos y yo coloco los míos en blanco.

¡Ja, ya quisiera ese tipo que yo colocara mis ojos en él!

No hago ningún comentario respecto al tema, yo vine aquí a forjarme un futuro, no a buscar cosas innecesarias. Me levanto del mueble y recojo mis libros, para luego sentarme en mi cama, no debo tener distracciones y estar observando a chicos descamisados no me va a ayudar a entender los ejercicios matemáticos que debo tener listos para la próxima semana.

Brenda también se sienta en mi cama y trato de ignorarla para que me deje en paz, pero creo que esta chica nunca se dará por vencida.

—¿Por qué no salimos esta noche? —me pregunta y yo levanto mi vista para mirarla—. Para que conozcas un poco más los alrededores del lugar, te prometo que no te arrepentirás —agrega y yo la miro dudosa—. Iremos a la playa de noche, créeme cuando te digo que te fascinará —dice con una sonrisa muy amplia en sus labios y debo admitir que hay veces que me da un poco de miedo. 

Sí quiero salir y conocer más a fondo el sitio, pero primero están mis responsabilidades. Abro mi boca para negarme, pero antes de que pueda decir algo ella se me adelanta.

—Y no acepto un no como respuesta —me advierte.

—Está bien —murmuro dandome por vencida.

—Ya verás que hoy nos divertiremos mucho —agrega mientras me abraza con una alegría que se me antoja exagerada, pero supongo que ella es así.

           

(***)

Ya casi es hora de salir con Brenda y la verdad no estoy tan emocionada, pero debo admitir que si quiero conocer un poco más los alrededores y no puedo negar que me encanta la playa. 

Miro el montón de ropa acumulada en el clóset y honestamente no sé que colocarme, no es que vaya para alguna alfombra roja pero me quiero ver bien, recuerdo que debo mantener mi perfil bajo así que opto por colocarme unos jeans rotos, una sudadera de color negro y mis zapatillas Converse que hacen juego con la tonalidad de mi ropa. No tengo muchos ánimos de llevar mi cabellos rubio suelto, así que me decido a  elevarlo en una coleta alta y por último coloco sobre mi rostro los lentes gruesos de nerd para cambiar un poco mi apariencia.

Me miro al espejo y ni en mil años yo misma me podría reconocer, quien diría que unos simples lentes pueden ocultar tanto.

Brenda aparece por la puerta de nuestra habitación con esa típica sonrisa que la caracteriza.

—¿Estás list..? —trata de pronunciar, pero después de hacer un escaneo por mi atuendo se queda en silencio.

—¿Qué? —pregunto volviendo a mirarme en el espejo.

Su mirada me hace sentir tan incómoda que me hace replantearme la idea de ir vestida así.

—¿Vas a ir asi? —inquiere sin ocultar su desagrado por mi ropa y no puedo evitar sentirme algo molesta.

—Si —respondo seria—. ¿hay algún problema con eso? —le digo más tajante de lo que quería sonar.

—No... —arrastra la palabra un poco—. Pero creo que si te colocas algo de maquillaje, te verías mejor. 

—No —me niego y ella parece entender porque deja de insistir.

Se quita del medio de la entrada para darme paso y después me sigue cuando salgo, hasta yo misma sé que me veo como un muerto viviente con esta ropa, pero debo mantener mi perfil bajo y no llamar ni un poco la atención. 

Nos despedimos de las chicas que nos encontramos en el camino y nos desplazamos hasta la parada del autobús, hace un poco de frío así que meto mis manos en los bolsillos de mi sudadera mientras comienzo a recordar cuando fue la última vez que tomé un autobús. Ni recuerdo, pero cierta emoción infantil me invade cuando veo como el vehículo se acerca hasta el lugar en donde estamos ubicadas.

—¿Nunca te has subido a un autobús? —inquiere mi compañera de habitación y yo la miro como queriendome decir "¿Enserio me acabas de preguntar eso?"

—No vivo debajo de las piedras —le respondo y ella suelta una rodilla traviesa que me hace sonreír también.

Su presencia me coloca de buen humor.

—Lo siento —chilla entre risas—. Es que tus ojos irradia ese brillo que solo lo desprenden aquellas personas que están por vivir algo nuevo en sus vidas.

Y prácticamente así me siento.

El autobús frena frente a nosotras y cuando Brenda saca su tarjeta para pasarla por el escáner de pago, caigo en cuenta que to no poseo ninguna, es más, hace años no uso ninguna.

—¿Qué sucede? —me pregunta mientras escanea mi rostro Colorado por la vergüenza.

—Es que yo...es...que —siento que las palabras se me atoran y cuando deslizo mi mirada hacia la tarjeta que aún tiene en sus manos ella logra comprenderme.

—Sube —me dice encogiéndose de hombros, pero yo niego con mi cabeza.

Ella le dice al conductor que la espera un momento mientras baja y me toma de la mano para obligarme a subir.

—Yo lo pagaré —dice y yo sigo negandome—. Te dije que sería la mejor guía del mundo y por esta vez todo corre por cuenta mía.

Brenda vuelve a pasar su tarjeta y las dos tomamos asiento en las últimas sillar del vehículo.

—Gracias —pronuncio aún abochornada.

—No hay de que —dice encogiéndose de hombros—. Yo sé más que nadie lo que es llegar a una parte y no tener nada —agrega algo nostálgica.

—¿A qué te refieres? —pregunto curiosa y ella enfoca sus ojos marrones en mi.

—A que sé perfectamente, que es llegar a un lugar y no tener dinero ni para una simple tarjeta de autobús —murmura y yo no pierdo cuidado de cada palabra que sale de su boca—. Ojalá hubiese tenido a alguien que me tendiera la mano cuando yo era nueva aquí mira por la ventana—. Fueron días muy difíciles —agrega pesarosa y mi vergüenza aumenta más.

Cómo yo teniendo dinero iba a permitir que una pobre chica que no tenía nada me pagara todo, eso es egoísta y me corroe el alma.

—Me prometí a mi misma, que si alguien necesitaba ayuda de esa clase, no se la iba a negar, no tengo mucho para ofrecer pero lo que cuenta es la intención de las personas —me siento fatal por hacer que ella gaste lo poco que tiene en mí que lo tengo todo—. Pero eso ya pasó —vuelve a adoptar su típico tono de voz enérgico—. Ahora cuéntame tú, tu historia —me anima a hablar, pero este no es un tem de conversación que me agrade.

—No hay mucho que contar —pronuncio encerrandome en la coraza imaginaria que yo misma me he formado para evadir este tipo de temas—. Soy una simple chica que vino desde New York, para cumplir sus sueños de ser alguien en la vida.

Alguien que y soy...y que tiene tanto reconocimiento que tiene que estar oculta.

—Está bien —murmura sonriendome mientras coloca una de sus manos sobre la mia—. Ya me contaras todo a su tiempo —agrega dando un leve apretón a mi mano y una extraña sensación de calidez llena mi pecho.

El resto del camino lo pasamos en silencio y de verdad lo agradezco, no suelo ser así de esquiva con las personas, pero tener siempre que mantener el perfil bajo me hace parecer un repelente humano.

Despues de tres paradas que hace el autobús llegamos a nuestro destino, el primer lugar al que Brenda me ha traído es un sitio de juegos muy parecido a un arcade, el ambiente es colorido y lleno de alegría, hay muchos chicos de la universidad dispersos por todos lados y sé que son de ahí porque a algunos de ellos me los he topado por los pasillos de la escuela, todos estan con sus respectivos grupos de amigos y eso me hace sentir un poco fuera de lugar, pero la presencia de Brenda indicandome muchas cosas y haciéndome saber que siempre estaría ahí para mi, me reconforta un poco.

El lugar se llamado "Happy sun", un nombre muy raro para mi gusto y está que revienta de lo lleno que está.

al atravesar la entrada tengo una extraña sensación de estar siendo observada, es algo difícil de explicar, pero siento como los ojos de alguien se posan encima de nosotras, recorro con mi mirada el lugar buscando al causante de dicha sensación, hasta que mis ojos se topan con un chico que viste una sudadera roja, su capucha le cubre la cabeza y parte de su rostro, no alcanzo a detallarlo muy bien porque Brenda me arrastra por todo el lugar, pero por la mirada de Brenda y lo apretada que tenía su mandíbula, creo que ella sabe quien es a la perfección.

—¿Quién es ese? ¿Acaso es amigo tuyo? —le cuestiono para romper la tención que que recorre todo su cuerpo. Es la primera vez desde que la conozco que la veo seria y es extraño mirarla y que no sonría.

—Él es el hermano de Angie, se llama Collins y digamos que me incomoda que nos vea de esa forma —me informa y yo volteo de nuevo para mirar al tipo que aún nos observaba—. No me da buena espina, nunca me la ha dado —susurra mientras ella también lo mira—. Él es uno de los chico malo de la universidad, nada se sabe sin que pase primero por él —pronuncia con cautela y esa última frase me no me gusta para nada—. Aunque debo admitir que me sigue pareciendo guapo —agrega en tono picaron y no es difícil adivinar que a Brenda le gustan los chicos problemas.

A mí no, no necesito a un chico husmeando en mis asunto, eso no es posible cuando se guarda un secreto como el mío.

—Bueno, pero ya olvídate de él —pronuncio alejándonos de la mirada del desconocido—. Vinimos a divertirnos. ¿Acaso no era así? —acto seguido la tomo de la mano y la llevo a un juego de baile que se encuentra cerca de nosotras.

No puedo negar que me encanta bailar y la verdad lo echo de menos.

Aprovecho que lo acaban de desocupar y deposito en el juego varias de las monedas que la misma brenda me obsequió cuando las adquirió en la entrada.

Mi compañera se coloca en frente mío y la ronda comienza, los movimientos sensuales y específicos de Brenda me sorprenden, nunca pensé que bailarina así de bien, pero ella no sabía en lo que se estaba metiendo

Curvo una sonrisa en mi boca cuando su turno termina y con su mano me hace una señal retadora, camino segura como lo hago en el escenario y comienzo a moverme con destreza, muevo mi cuerpo al ritmo de Just Dance de Lady Gaga que retumbaba por casi todo el lugar y la gente al verme bailar se empieza a amontonar al rededor de nosotra.

La competencia cada vez es interesante y por la manera que las dos nos debatimos en duelo cada vez más se torna reñida. No puedo negar lo sorprendida que estoy de Brenda, pero soy una persona a la que le gusta ganar y sobretodo me gusta lucirme cuando hay bastante público.

Creo que esto está llegando demasiado lejos y ya es hora de darle punto final, me impulso un poco hacia atrás y utilizo como estocada final un paso que siempre uso en mis presentaciones, es el que simplemente me identifica y como yo lo he llamado en varias ocasiones es mi sello personal.

tomo un poco más de impulso y me lanzo para dar una voltereta, en vez de caer de pie caígo en un split perfecto y por la euforia de todos los espectadores junto a sus aplausos soy consiente de que le he ganado. Siempre lo hago.

Brenda me hace una venia exagerada y también comienza a aplaudir junto a los demás, he hecho todo lo contrario de lo que debía hacer, pero ya no hay vuelta atrás.

Mis ojos viajan por todo el lugar y noto en el público al mismo chico que nos ha observado a mi compañera y a mi desde que entramos, sus ojos verdes profundo me taladran inquisitivos y por más que trato de ignorarlo mientras paso entre el gentío que aún sigue alagandome no puedo dejar de mirarlo a él también. Tanto mi amiga como yo le pasamos por al lado y así tengo más oportunidad de detallarlo mejor, ya no lleva la capucha que ocultaba su rostro y debo admitir que Brenda no mentía al decir que el tipo es condenadamente guapo.

Su cabello castaño le cae hacía un lado y sus rasgos finos son muy parecido a los de Angie, sus ojos verde parecen que te quieren desnudar el alma en cuanto te mira, pero yo soy inmune a ese tipo de encantos. Mirarlo es como observar a la versión masculina de su hermana, solo que a diferencia del cabello rojizo de su ella, el de él es más oscuro.

Su mirada no transmite sorpresa, ni ningún sentimiento si me lo preguntan, es como si me conociera de mucho, es como si supiera quien soy verdaderamente.

El miedo a ser descubierta me eriza la piel y no soy capaz de soportar más su mirada encima de mi, bajo mi vista al suelo de inmediato y le pido a Brenda que salganos de inmediato de ese lugar.

No quiero que ella se de cuenta de lo nerviosa que estoy, así que lo trato de disimular diciéndole que mejor nos vayamos a la playa, la tomo de la mano y la saco de entre el tumulto de gente casi a rastras.

Caminamos hasta la playa que en realidad no queda muy lejos y cuando llegamos compruebo que es verdad lo que Brenda ha dicho sobre que el lugar se ve mejor de noche, las estrellas iluminan el cielo y la luna se refleja en el mar dándole una imagen encantadora e hipnótica al sitio, el océano está tranquilo y solo observarlo me transmite una inmensa paz, pero también unas ganas gigantes de sumergirme en él. 

Sin perder el tiempo me comienzo a quitar la ropa hasta quedar solo en mi diminuta ropa interior, Brenda me mira un poco desconcertada y al ver mis intenciones ella también decide unirse a mi locura.

Las dos corremos como locas y nos sumergimos en el mar como solo dos niñas lo harían, el agua está un poco fría pero después de estar un rato en ella se torna tibia, me relajo por completo olvidando toda la tención que había vivido hace algunos momentos.

—Creo que es hora de irnos —murmura Brenda y me jala del brazo para salir—. No quiero pescar un resfriado—. Se queja y tiene toda la razón, la temperatura a bajado un poco y el frío me hace tiritar.

Al casi salir del agua, ambas nos damos cuenta que hay un grupo de chicos reunidos haciendo una especie de iniciación, Brenda maldice por lo bajo mientras se agacha un poco y por me obliga a agacharme junto a ella.

—¿Quienes son? —inquieto algo curiosa y Brenda coloca su dedonindice en sus labios en señal de que no hable tan alto.

—Son los chicos de la fraternidad de al lado de la nuestra —me informa—. Hoy es el ritual para los iniciados, que a mi parecer es muy tonto y arriesgado —mira fijamente hacia el frente—, hacen que primero los chicos se embriaguen hasta casi no poder caminar y luego los tiran a nadar veinte metros, el que lo logre ir y después volver a la orilla sin ser salvado está dentro —agrega y en realidad si es muy peligroso.

Me quedo en silencio observando el ritual y a lo contrario de Brenda que se ve muy preocupada a mi me parece muy entretenido, en varias ocaciones debo taparme la boca para no soltar carcajadas, muy a pesar de que siento que se me está congelando el trasero no quiero salir y perderme nada. 

De un momento a otro me comienza a invadir una sensación muy similar a la que había sentido en el arcade de juegos cuando Collins nos observaba, giro mi cabeza para cerciorarme de que no haya nadie en el mismo sitio a parte de nosotras husmeando, pero mi sorpresa es grande cuando veo a un chico cruzado de brazos, parado en la orilla de la playa observando a nuestra dirección.

El chico está descamisado, dejando ver toda su musculatura a plenitud, su abdomen marcado junto a toda su fisionomía angelical me dejan perpleja, mi cuerpo tiembla por unos breves momentos y no sé si es por el frío glacial que hace o por la gélida mirada que el chico rubio nos dedica.

Llama la atención del grupo de chicos que intentan embriagarse y Brenda se pega a mi cuerpo tomándome como de una especie de escudo protector.

—¡Carajo...! —maldice bajo y no me gusta para nada la actitud que ella está tomando—. Digan lo que digan, tú  solo ignoralos —me aconseja mientras las dos comenzamos a salir del agua.

Se escuchan murmullos y comentarios morbosos, pero hago caso omiso así como hace pocos minutos mi amiga me lo recomendó.

—Vaya, vaya. Mira lo que el mar dejó salir —pronuncia con seguridad y el sonido áspero de su voz hace que mi piel se erice—. A una hermosa sirena y a un monstruo marino. —agrega el sin quitarme la vista de encima y al ver la manera tan cínica como me mira puedo notar que eso último fue dirigido hacia mi.

Todo el frío que antes había en mi cuerpo desaparece y en su lugar ahora es invadido por la cálida sensación que deja la ira al hacer hervir mi sangre.

— ¿Y tú quién putas te estás creyendo para llamarme monstruo? —le cuestiono furibunda mientras mi amiga me jala del brazo para que no diga nada más, pero todo eso es inútil—. Ni que tu fueras la última coca-cola del desierto. —espeto con dureza y todos a los chicos que lo acompañan comienzan a burlarse.

Él chico de rostro angelical, pero con mirada de demonio frunce sus cejas y levanta la comisura de sus labios en una sonrisa divertida.

—¿Creo que tú no estás en posición para ofender? —me mira de arriba a bajo, haciéndome recordar mi desnudez.

Rápidamente con mi mirada busco la ropa que dejamos aquí y maldigo mentalmente al caer en cuenta en el significado de las palabras del chico troglodita.

—Si no me equivoco esta ropa que tengo en mis manos. ¿Es suya, no? —dice este con una sonrisa victoriosa.

—Nada bueno se puede esperar de un tipo tan hijo de puta como tú .—gruño llena de ira, miro a Brenda para que me respalde, pero ella está tan intimidada por verse expuesta ante tantos chicos, que opta mejor por quedarse callada para no resaltar tanto.

—Pero que boca tan sucia tienes —dice con diversión mientras sonríe ampliamente y tengo que darme varias cachetadas mentales para no sucumbir ante sus encantos.

El maldito es guapo, pero no lo suficiente para hacerme caer.

—Ya deja de ser tan hijo de perra y devuelve nos lo que nos pertenece —chillo indignada al notar como disfruta humillarnos a Brenda y a mi delante de sus amigos.

Camino hacia él zafando mi brazo del agarre de mi amiga que intenta impedir que cometa una locura, pero ya es demaciado tarde, acorto la poca distancia que nos separa y en cuestión de segundos, mi mano sale disparada a su rostro acertandole en una bofetada haciendo que se gire.

Expresiones de asombros se escuchan después del sonido de mi mano impactando su cara y a pesar de estar a oscura puedo ver su expresión furiosa.

—Pues ahora si comprobarás cuán hijo de puta puedo ser. —acto seguido comienza a caminar en dirección contraria a la mía y todos los chicos que se encuentran en la escena lo siguen, pero antes de alejarse más de nosotras, se da la vuelta y se dirige a Brenda—. Para que veas que soy compasivo te dejo tu ropa, tu si sabes cuando es mejor cerrar la boca. —le lanza la ropa de Brenda y esta se comienza a vestir de inmediato.

—¿Y la mía qué?— le reclamo —. No creo que te sirva de  nada, creo que no es de tu talla. —le digo en un tono burlón.

Él solo se limita a sonreír y se retira del lugar llevándose mi ropa entre sus manos.

Menudo hijo de perra...

—Ten —me tiende Brenda el suéter ancho que traía puesto por encima de su ropa.

Ella se queda con un short y su blusa de tirantes, mientras que yo me coloco el suéter que es lo suficientemente largo para hacerlo pasar por un vestido.

—De verdad tienes instintos suicidas. —me dice mientras me dedicaba una mirada de lástima.

Brenda estuvo ahí y no fue capaz de respaldarme, solo se quedó petrificada mientras yo daba la cara por defendernos a las dos, debería estar furiosa con ella, pero de cierta manera todo este tiempo, ella ha sido buena conmigo.

—¿Porque dices eso? —le respondí alzando mis cejas con algo de molestia—. ¿Por tratar de defenderme de un imbecil que de seguro se le diluyó el cerebro de tanto alcohol que ha ingerido? —agrego con sarcasmo y ella se ríe.

—De verdad sigues teniendo las espectativas bien —murmura con socarronería mientras comenzamos a caminar y recuerdo que dijo esas mías palabras cuando me comía con la mirada al chico que espiaba por la ventana.

Lástima que resultó ser todo un patán.

—Resulta que acabas de tirarte de enemigo nada más y nada menos que a Leiner Baxton, el líder de la fraternidad K-PA  

Z Nu, el chico más popular de la universidad —enarco una ceja como diciendo "y a mi que", pero ella sigue hablando—, si alguien quiere la aprobación de algo, ¿por donde crees que primero todo tiene que pasar? —agrega y yo coloco mis ojos en blanco—. Por él, Lluvia, digamos que él es como un jodido Dios griego y la universidad es su olimpo —compara y me parece chistoso como le dan tanta importancia a un idiota como lo es él.

—¡Ja...! Ahora si que le vamos a hacer con mismísimo zeus reencarnado. —bufo levantando las manos y ella vuelve a reir.

—Lo mejor sería mantenerte alejada de él —puntualiza aún creyendo que el tipo me interesa—. Toda la que pasa por sus manos, termina lastimada, pues eso es lo que se dice —agrega.

—Créeme, no tengo ni el más mínimo interés —digo hastiada.

—Tal vez tú no, pero él sí en ti —pronuncia, dejándome desconcertada—. ¿No has escuchado del código de elección que utilizan los de esa fraternidad para elegir a su próxima víctima? —inquiere, pero yo quedo más perdida que antes—. Te falta aprender mucho cariño y si no lo haces pronto te comerán viva —agrega mientras llegamos a la parada del autobús, menos mal y al estupido troglodita subdesarrollado se le ocurrió regresarle la ropa a mi amiga.

—¡Habla ya de una mantita vez! —digo algo exasperada y ella ni se inmuta por mi actitud.

—El código consiste en que cuando alguno de ellos dice que eres fea, es porque en realidad está interesado en tí —me explica, pero quedo peor que antes.

Brenda coloca sus ojos en blanco y ahora la que está a punto de perder la paciencia es ella.

—Eso es una forma secreta de hacerle saber a los demás que tu ya estás apartada para él.

—¡¿Qué?! —chillo indignada—. Yo no soy el trofeo de nadie —agrego sumamente molesta y Brenda sonríe.

—Pues ahora si lo eres —agrega y las dos subimos al autobús cuando este se detiene frente de nosotras.

Cuando llegamos a la fraternidad en el jardín delantero se encuentra Angie con un grupo de chicas charlando, al ver todas el aspecto que traemos, de inmediato van a nuestro encuentro.

—¿Pero que les pasó? ¿Acaso las robaron? —inquiere burlona, pero lo disimula con su fingida expresión de pesar—. Pero al parecer solo fue a ti Lluvia, en realidad te hicieron un favor al llevarse esa ropa tan horrible que tenías puesta. —agrega sin ocultar lo feliz que está por lo sucedido.

Es evidente que está disfrutando de mi desgracia.

—Creo que en vez de burlarte deberías ayudar más Angie —escucho como Amber la regaña—. Ese es un valor que compartimos todos los miembros de esta fraternidad. —agrega no solo refiriéndose a ella.

Angie asiente y me tiende de mala gana, la manta que mantenía sobre sus hombros, se acerca para posarla sobre mis hombros y aprovecha su cercanía para decirme:

—Ya estas empezando ha agotar mi paciencia novata, mejor hazte a un lado y no me estorbes. —se retira con cuidado mientras finge una sonrisa y no cabe duda que el lugar en donde me he metido, es un nido de víboras y de gente loca. 

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