Una esposa para un feo millonario.
Una esposa para un feo millonario.
Por: Joha Hc
Capitulo 1, "Es un bebé horrible"

—¡¡Este no es mi hijo!!, es un bebé horrible, ¡Es imposible!, esto es una aberración que sobrepasa mis límites, ¿acaso me has engañado Betty?, es inverosímil que este adefesio sea sangre de mi sangre.— Repetía el señor Henry Fuller enojado e irritado, su cara pasaba de rosa a roja en un instante, y con razón ese bebé no se parecía en nada a él.

—Pero es tuyo Henry, jamás te engañaría, por quien me tomas, toda la vida te he sido leal, jamás he mirado a otro hombre que no seas tú, ni con la esquinita de mi ojo.— Exclama la señora Betty de Fuller, triste y acongojada al escuchar las acusaciones de su esposo, ella solo agacha su cabeza y respira profundo, parece que quisiera explotar de desolación.

—¡No!, no lo es.— Refunfuña gritando por toda la habitación, no puede evitar sentirse airado. Si este, no sé ni como llamarlo, si esto fuera mi hijo seria demasiado guapo, pero es el bebé más feo que mis ojos han mirado, es que la palabra feo le queda corta, es monstruoso, no quiero verlo, ¡¡mis ojos!!, ¡¡mis ojos!!.— Él huye pronto de la habitación agarrándose la cabeza a dos manos sin rumbo.

—¡¡Henry vuelve acá!!, te comportas como un niño chiquito. No seas inmaduro. —¡No quiero escucharte, Betty!.— Mientras huye le grita a su esposa.

El señor Henry está verdaderamente sorprendido o la palabra debería ser angustiado, confundido, no puede creer que ese niño es su hijo, él no comprende por qué esa cara tan fea es la de su primogénito que espero por tanto tiempo. Lo niega, hace berrinches, para el su hijo debería verse superatractivo hasta recién nacido, por esa razón fue directo a su casa y dejo a su esposa Betty en el hospital sin explicación alguna.

Años después nacieron sus mellizos, dos niños bastante guapos, nada que ver con su primogénito, para él es el niño más horrendo del mundo y así lo bautizo y como no, si sus mellizos son dos niños rosaditos con ojos grises, unas tremendas divinuras como él les dice Él nunca ha aprendido aceptar a Edward, el primogénito creció sin el cariño de su padre, ya tiene doce años y para el señor Henry nunca existió y mucho más ahora que habían nacido los divinos mellizos, nada comparados con Edward, que había sido su desgracia, su momento más humilde. Alardea de sus nuevos pequeños bebés como si fuera un semental, un hombre capaz de hacer niños guapos y seguía pensando que la señora Betty lo había engañado.

—Estos son mis pequeños guapos, dignos hijos de su padre, no como Edward, que aun en su adolescencia no ha cambiado nada, aún está muy feo. Siempre que puede los compara y se burla de su hijo mayor, nunca muestra aunque un granito de amor para con él.

—Cállate Henry, ya estoy cansada de que hagas menos a nuestro hijo solo por su apariencia, ni siquiera es feo, es normal, solo que tú quieres la perfección y eso no existe.

—Como que no mujer, mira a Felipe y a Lorenzo, son los bebés más bellos del mundo, ellos sacarán la cara por esta familia, ya lo verás, su presencia se notará en dónde quiera que estén.

—Es posible, pero no debes desmeritar a Edward, su inteligencia sobrepasa lo superficial, le ha ido muy bien en la escuela, es casi un genio, debes resaltar las bondades de tu hijo mayor.

—Menos mal, después de verse tan mal, algo bueno debería tener, porque con esa cara no podrá lograr mucho, ni llegaría lejos, mejor presta yo cargo a mis mellizos.—Él se los arrebata a Betty y los consiente en su regazo mirándolos con profundo amor, admirando su belleza.

Lo que a Edward nunca quiso llevar en sus brazos. Solo ha sobrevivido con el amor de su madre.

A pesar de todo lo que le ha tocado vivir con el señor Henry, él es un niño muy inteligente y obediente. Incapaz de llevarle la contraria a su padre, ha pasado muchas noches pensando como hacer que su padre lo quiera aún que sea un poquito, al menos.

Por eso ha dedicado su tiempo a aprender, Leyendo libros de cultura, historia, matemáticas, en definitiva quiere que su inteligencia sobrepase su fealdad, la que su padre le ha recalcado que ha llevado todos estos años. Su madre, Betty, lo sabe y está bastante orgullosa de él, tanto que hace lo que esté a su alcance para verlo sonreír.

Ya sin crecer con el cariño de su padre, él es muy bondadoso con su madre, respetuoso y un poco gracioso.

—Nunca voy a dejar de pensar en porque este Edward nació así, ya hicimos prueba de paternidad y es mi hijo, no entiendo qué paso, porque salió así, que castigo me dio Dios. Míralo, tan difícil de ver, crece y parece que se pondrá peor, no es como sus hermanos Felipe y Lorenzo, y por supuesto como su guapo padre.—Habla bastante enfadado y malhumorado.

—No digas eso Henry, quizás hay que esperar un poco más para qué se vea más su atractivo físico, igual para mí sigue siendo guapo, solo que tú no lo ves. —Ella ya no sabe qué decir para convencer a Henry de que su hijo es normal y que lo trate con amor y respeto.

—Ya tiene dieciocho años, ¿cuántos más se debe esperar?, ¿¡cuánto más para que se note que va a ser un hombre guapo!?, imposible Betty nunca se verá mejor, los dos lo sabemos, no nos hagamos tontos y ciegos.

—Como un padre puede despreciar tanto a su hijo, solo por qué no es guapo, en que cabeza cabe tanta discriminación, nunca imaginé que me case con el hombre equivocado.

Nunca pensé que diría esto, pero ya estoy cansada de ti y de como has tratado a Edward todos estos años.

Solo ha sido un niño indefenso y lo has hecho pensar que no vale nada, es un chico con muchas virtudes y solo le has recalcado lo malo.

¡¡¡Quiero el divorcio ahora mismo!!! No te aguanto un día más, estoy cansada, me llevo a los gemelos y a Edward conmigo, te quedarás solo con tu soberbia, arrogancia y frialdad.

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