Capítulo 3: La idea de un matrimonio

Kate se encuentra en su despacho, absorta en sus pensamientos mientras observa la ciudad desde la imponente ventana. Las luces parpadeantes y el ajetreo de la vida urbana contrastan con la calma aparente de su oficina. De vez en cuando la nostalgia la embarga y tener las responsabilidades que tiene, además de aquel pasado que le pesa, muchas veces la hacen pensar más de lo que debería.

—Hay secretos que nadie puede conocer… y aun así me encantaría gritarlos al viento, para ser libre de una vez.

Se asoma a su escritorio una vez más, ya pasan de las siete de la tarde, Ethan se ha ido hace un rato con el agotamiento retratado en su rostro, pero eso a ella no le importa, hay muchas cosas que hacer y si a Ethan no le gusta su ritmo, la puerta es ancha en la empresa, puede renunciar cuando quiera.

Abre la carpeta de los nuevos clientes, muchos de ellos ejércitos de los países más poderosos del mundo, y otros pocas empresas privadas de seguridad.

De pronto, uno de los expedientes le llama la atención, al abrirlo se encuentra con la descripción de la empresa y al ver la fotografía de su junta directiva, lanza el expediente lejos, salta de la silla y se apoya en el alfeizar de la ventana.

—No puede ser… no… —siente que el aire le falta, mira a todos lados sintiendo que la oficina se le hace pequeña.

Kate toma su bolso y sale de la oficina como si aquellos papeles la estuvieran siguiendo. Al salir del edificio, Kate mira a todos lados, asegurándose de que nadie la sigue, se sube a su auto y sale de allí con rumbo a su departamento.

—No puede ser… —lo repite como un mantra, mientras trata de controlar el temblor de todo su cuerpo.

Kate Sullivan es una de las mejores ejecutivas de la compañía, a pesar de sus veintiocho años, su metodología de trabajo ha logrado posicionar la empresa en un puesto privilegiado dentro del rubro. Todos conocen esa versión arrogante y siniestra, pero esta que se ve ahora frente al volante es más bien la mujer de hace siete años atrás.

A sus veintiún años, Kate tuvo que dejar todo lo que tenía en Londres escapando de aquel monstruo, el mismo que acaba de ver en esa fotografía.

Al llegar a su departamento corre al cuarto que visita primero cada día luego de la oficina y abraza a su pequeña Emily, su hija de seis años y por quien lucha cada día por abrirse camino en un mundo mayormente de hombres.

—¡Mami! —Emily salta a su cuello y Kate huele sus cabellos para tranquilizarse.

Kate siempre supo que la posibilidad de encontrarse con su ex novio era latente, pero pensó que al menos ella estaría más estable, tal vez con su propia empresa, para tener suficiente poder y enfrentar a Anthony DeMarco.

—¿Cómo has estado, mi pequeña? —le dice Kate metiéndose a la cama con ella y acariciando sus cabellos.

Emily comienza a contarle todo lo que hizo durante el día, los momentos más emocionantes y cómo la siesta la ayudó a descansar de sus juegos.

Samira, la chica que cuida de Emily, se asoma con la leche de la pequeña y Kate la recibe.

—¿Algo importante? —pregunta Kate y la chica niega.

—No, señorita.

—Bien… te pido que me esperes unos minutos, necesito hablar contigo algo urgente.

—Lo que usted diga, señorita Sullivan.

Madre e hija se quedan en un momento íntimo, en donde un cuento y la leche tibia son los protagonistas, luego un beso de buenas noches y la puerta cerrada, para que Emily no tenga oportunidad de oír la conversación.

—Señorita, la veo preocupada, ¿sucede algo?

—Sí, Samira. Algo muy grave… Anthony está libre.

—¡No puede ser! —dice la chica llevándose las manos a la boca, ella escapó con Kate a Estados Unidos, así que conoce la verdadera historia de Kate Sullivan—. ¿Qué piensa hacer? ¿Buscará otro lugar para vivir?

—No. Ya una vez tuve que dejar todo atrás por su culpa, pero ahora es diferente. Tengo una carrera importante, de cierta manera tengo poder y me valdré de eso para proteger a mi hija.

—Pero… pero él es su padre.

—Lo sé —Kate se pasa las manos por el cabello y se deja caer en un taburete, mientras que Samira le sirve un vaso de jugo de fresas—. Sin embargo, tú y yo sabemos que Anthony no es el mejor ejemplo, además, mi pequeña sabe que su padre está muerto y prefiero que siga creyendo eso.

«A partir de ahora no saldrán más a la calle solas, buscaré alguien que las proteja, aunque no es algo que me pueda permitir para todos los días, sabes que estoy reuniendo el dinero para crear mi propia compañía.

—Entiendo… no se preocupe, el parque no es del total agrado de Emily, así que buscaré actividades que le gusten para hacer en casa.

—Debo buscar una escuela para mi hija, creo que tendré que pensar en la opción más segura, ¿no crees?

—Sí… pero hay algo más, señorita… su nombre, aunque ha cambiado su apariencia, se sigue llamando de la misma manera.

—Contra eso es muy poco lo que puedo hacer —Kate se pone de pie y camina a la ventana.

—¿No ha pensado en… en casarse? —Kate se gira hacia ella y la chica baja la mirada—. Puede buscar un hombre sumiso, que le siga la corriente, tal vez ofrecerle una compensación, pero eso le ayudaría a cambiar su apellido y bien podría protegerlas a usted y Emily.

—No necesito un hombre, es por uno que estoy así ahora.

—Sí, pero es por un tiempo. Tal vez eso ayudaría a Anthony a que crea que Emily no es suya, después de todo la pequeña se parece a usted y se ve más pequeña.

Kate mira por la ventana, la posibilidad de casarse alguna vez se murió luego de la decepción que sufrió con Anthony, quien parecía ser un príncipe y terminó siendo el peor de los monstruos.

—Piénselo, no sería nada sentimental, pero eso le daría protección, un padre a Emily para que ese hombre se aleje si llega a encontrarla, porque le puedo asegurar de que la está buscando.

Kate asiente y mira a Samira, quien parece haber visto muchas películas y series, pero tal vez su idea no sea tan descabellada después de todo, sin embargo… ¿quién podría ser ese hombre que se case con ella y la aleje de Anthony?

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