Alan se separó de los labios de Olivia, agitado, apoyó su frente contra la de ella. Con la voz entrecortada, susurró:—Nunca me cansaré de besar tus labios, mi niña. Serás mi perdición. Mejor me voy, o no podré contener las ganas de hacerte mía. Y luego vendrán los reclamos de Dexter.Olivia, bajo la cabeza avergonzada por lo que iba a decir.—No te vayas, quiero que seas mi primera vez con un hombre.Alan levanto su barbilla para buscar su mirada y le preguntó.—¿Estás segura de que quieres hacerlo conmigo?—¡Sí! Sí, quiero estar contigo —confesó, dejando ver el rubor en sus mejillas.—Por lo que paso hay, no te sientas obligada a entregarte a mí, todo tiene su tiempo.—No es por eso, es que haces que me sentir deseada. Si no quieres, puedes irte. Y si es porque temes sentirte responsable, no te preocupes. No te estoy exigiendo nada más. Si prefieres, mañana puedes hacer como si nada hubiera pasado.A Alan no le gustó para nada ese comentario, frunció el ceño y rápidamente la tomó de
—Entonces, ¿piensas que mi hombría no es normal? —sonrió con diversión al verla sonrojarse intensamente. Sabía que esa mujer pondría su mundo patas arriba y cambiaría su estilo de vida, pero no se arrepentía de estar con ella—. Está bien que le tengas miedo.—Deja de burlarte. —refunfuñó avergonzada.Olivia tomó varias bocadas de aire para tomar valor y agarro su hombría en sus manos y empezó a frotarla con delicadeza. Sintió cómo la excitación crecía dentro de ella, mientras se le hacía agua la boca. Luego, con cuidado, acercó sus labios y comenzó a introducirlo en su boca, explorando una sensación extraña pero placentera.Alan inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos cuando sintió esa boca caliente y húmeda rodear su hombría. Un escalofrío exquisito recorrió todo su cuerpo y los gemidos empezaron a salir de su boca.Olivia, concentrada en darle placer a Alan, tenía la cabeza inclinada y la movía de arriba a abajo, haciendo que sus movimientos fueran cada vez más rápidos, mient
Los días pasaban, y Ava no podía contener su emoción. Su embarazo avanzaba sin contratiempos, y cada día dedicaba tiempo a preparar la habitación de los trillizos, quienes nacerían en un mes. Ella y Dante decidieron mantener en secreto el género de los bebés hasta su nacimiento, por lo que optó por una decoración en tonos unisex.Mientras tanto, Olivia y Alan disfrutaban de su amor apasionado. Cada noche, él se aseguraba de estar a su lado. Esa mañana, Alan se ajustaba el saco frente al espejo mientras le lanzaba un guiño a Olivia.—Esta semana tendré reuniones con clientes de la empresa de seguridad. Intentaré llegar temprano —dijo con una sonrisa ladeada—. Aunque me encanta encontrarte dormida y despertarte a besos.—¡Qué egoísta! Llegas tarde y, además, perturbas mi sueño —bromeó Olivia, haciendo un mohín y desplomándose en la cama.Alan arqueó una ceja y, con una rapidez inesperada, se abalanzó sobre ella, atrapándola bajo su cuerpo.—Ah, ¿sí? —murmuró con un tono provocador—. Per
Mientras tanto, Dante fue avisado de lo ocurrido, sostenía el teléfono en su mano con un gesto tenso. Se pasó una mano por el cabello, soltando un suspiro amargo. Más problemas. Ahora tenía que encontrar la manera de contarle a su esposa sin alterarla demasiado.Veinte minutos después, estacionó frente a su mansión. Subió rápidamente las escaleras y, antes de entrar en la habitación, tomó aire profundamente. Giró la manija y empujó la puerta.Ava estaba acostada de lado, con su respiración tranquila. Dante la observó durante unos segundos, debatiéndose entre contarle o no la verdad de la desaparición de Olivia. Pero era su hermana y si algo le ocurría, Ava jamás le perdonaría que se lo hubiera ocultado. Justo en ese momento, ella abrió los ojos y, al notar la preocupación reflejada en el rostro de su esposo, preguntó con voz alerta.—¿Le pasó algo a la abuela?—No, Ava, la abuela sigue igual.—Entonces, ¿qué pasó? —inquirió con un tono de alarma creciente.Dante se acercó y le tomó la
El ambiente tenso fue interrumpido cuando Hermes llegó con su laptop en mano. Saludó rápidamente y, sin perder tiempo, compartió la valiosa información que había obtenido de las cámaras de seguridad de la ciudad.—Una de las cámaras, a dos cuadras de aquí, logró captar el rostro de Rogelio —anunció con urgencia—. Iba en una camioneta negra, pero lo perdí en la salida de un túnel que conduce a las afueras de la ciudad. Tengo la placa del vehículo.Dexter no dudó ni un segundo. Tomó los datos que Hermes le proporcionó y, con el teléfono en mano, llamó a su equipo.—Quiero a todos mis hombres buscando esa camioneta y revisando cada salida de la ciudad. No podemos perder tiempo.Dante asintió con decisión.—Vamos a la casa. La familia necesita estar al tanto.Cada uno de los hombres abordó su vehículo y se dirigieron a la mansión. Minutos después, los autos se estacionaron en la entrada. Ava fue la primera en asomarse, su rostro reflejaba una mezcla de esperanza y temor.—¿La encontraron?
Rogelio abrió la puerta, al ver a Olivia despierta, se formó una sonrisa macabra en sus labios.—Pequeña, despertaste —su voz se deslizó como un veneno espeso mientras avanzaba hacia Olivia con paso lento y calculado.—¿Rogelio? —su voz tembló, traicionando su intento de mantenerse tranquila.—Oh, sí, ya sabes soy tu primo —musitó con burla, ladeando la cabeza—. ¿Qué te parece? Somos familia.Olivia tragó saliva, su mente trabajaba frenéticamente en busca de una salida.—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Cómo llegué aquí? —preguntó, tratando de controlar el temblor en su voz.—Fue fácil, pequeña. Solo necesitaba a alguien que se me acercara a ti, y encontré una pobre anciana en el supermercado. Me gané su confianza, fui un buen samaritano. Un día me invitó a su casa a comer y bueno, ahí terminó su historia. Un poco de relleno, una peluca, un buen disfraz y magia —chasqueó los dedos con teatralidad—. Siempre me mantuve cerca, vigilándote, esperando el momento perfecto. Y hoy llegó cuando
Benjamín hizo señas con la mano y los hombres de Dante irrumpieron en la cabaña con sus armas en las manos. Recorrieron la pequeña casa, pero para su sorpresa, no encontraron a nadie en su interior.—¿Dónde demonios están? —vociferó Dante, mirando a su alrededor con frustración. La casa mostraba signos de haber sido ocupada recientemente; en la cocina, la comida aún estaba caliente.Hermes salió de una habitación con el ceño fruncido, sosteniendo un objeto entre sus manos.—Alan, mi prima estuvo aquí —dijo con voz tensa, mostrando la cartera de Olivia.Alan se la arrebató y la revisó con desesperación. Su corazón latió con furia al encontrar su identificación. La apretó entre sus dedos mientras su mandíbula se tensaba.—No lo entiendo. ¿Dónde la tiene?Dante miró a los hombres y ordenó con voz firme:—Registren los alrededores. No deben de estar muy lejos.—¡Revisen el bosque! —gritó Dexter a sus hombres—. ¡Muévanse, busquen a mi prima!En el bosque, Rogelio, apretada la mandíbula, mo
Los enfermeros, al verlo cargar a la mujer inconsciente, corrieron hacia él con una camilla. Alan la depositó con cuidado sobre ella, su mirada fija en su rostro pálido. En ese instante, Olivia abrió lentamente los ojos. Lo primero que encontró fue la mirada triste y preocupada de Alan.—Me salvaste... —susurró con voz débil.—Mi niña... Perdóname. No llegué a tiempo para evitar que Rogelio te hiciera daño. —Alan sintió un nudo en la garganta.Los recuerdos golpearon la mente de Olivia como una avalancha.—¿Dónde está Rogelio? —preguntó, su voz temblorosa—. Él... él quería abusar de mí. Huí, pero me atrapó en el bosque. Recuerdo que me defendí, que me golpeó en la cara... pero después... no recuerdo nada más.Alan la miró con dulzura, aunque su rabia seguía ardiendo por dentro.—No pienses en eso ahora, mi amor. No te muevas, podrías lastimarte más —susurró, tomando su rostro con delicadeza. Depositó un beso suave en su frente—. Rogelio no te hará daño nunca más. Está muerto.Olivia s