Capítulo 61
Irene se recuperó de sus pensamientos, se secó el cuerpo y regresó a la habitación.

El teléfono de Robin estaba sonando.

Con un tintineo persistente, alguien le estaba enviando mensajes.

Robin miró el teléfono con impaciencia.

Luego hizo una llamada.

—Solo llévala de vuelta a casa.

Del otro lado, Antonio habló con un tono incierto:

—Robin, Lolita está borracha y no para de mencionar tu nombre. Dice que ya no te gusta, ¿ustedes discutieron?

Robin encendió un cigarrillo y dio una calada.

—No.

Lolita era caprichosa y a menudo actuaba de forma mimada.

Le gustaba que la consintieran, por eso a veces hacía berrinches a propósito.

Como hoy.

Hoy, cuando regresó, Lolita no parecía muy dispuesta.

Pero él insistió en regresar.

—Entonces, ven rápido a recogerla.

Robin frunció el ceño.

—Si no la vas a llevar, llama a su familia para que envíen a un chofer.

Antonio insistió:

—Robin, ¿estás ocupado con algo? ¿Hasta estás descuidando a Lolita?

Tras una pausa, añadió:

—¿No estarás con Irene? Robin, ¿es
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