06. CAPÍTULO

—Entonces podrás ver a tu hermano.

—Es lo que me alegra de todo esto, lo echo de menos.

—Ahora estoy sola en casa, no he querido acompañarlos en la salida, menos con esa brujita de Regina —giró los ojos recordando a esa destructiva niña.

Al otro lado de la línea, Carrie se partió de la risa. A Ariadna no le hizo ni una pizca de gracia.

—Vale, es tu hermanastra, debes de tenerle amor, mucho amor.

—Siquiera paciencia le tengo, voy a colgar, el timbre no deja de sonar —añadió escuchando la impertinencia con la que el aparato estaba siendo tocado.

—¡De acuerdo! —canturreó.

Terminó la llamada. Con recelo se encaminó a la entrada. Se olvidó de mirar por la mirilla; ya había girado el pomo. Entonces se encontró de frente con un mismísimo Adonis.

Sus ojos…

Sus labios…

Esa cautivadora sonrisa…

Volver a verle la dejó congelada, agitada, vulnerable ante esa mirada llena de lujuria.

—*Cattivo Ari, eccomi qui, ho volato qui solo per una ragione, tu.

Y por si fuera poco, ahora estaba él hablando en
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