REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 96. Para siempreEl reflejo en el espejo me muestra a una mujer que apenas reconozco. Mi piel luce radiante, mis labios pintados de rojo oscuro resaltan sobre la palidez de mi rostro, y mis ojos, delineados con precisión, parecen más grandes, más profundos, más… expectantes.Respiro hondo, intentando calmarme. Todo esto es ridículo. No debería estar tan nerviosa. He enfrentado a asesinos, he derramado sangre, he sobrevivido a cosas que habrían destruido a cualquier otra persona, y, sin embargo, aquí estoy, con las manos temblorosas, preguntándome si Christian estará tan ansioso como yo.Mi giro hacia mis amigas con la mayor compostura posible y de repente me encuentro apretando los puños y saltando como si fuera una condenada porrista de dieciséis años.¡Me voy a casaaaar! ¡Me voy a casaaaaaaar! escandalizo y Regina se carcajea emocionada. ¡Ay por Dios, me voy a casar…! ¡¿Por qué estoy sudando…?! ¡Se me va a correr el maquillaje, estoy sudando! No quiero llora
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 97. Una mujer muy irritableUn año después. No soporto estar quieta. Desde que Christian se fue a ese maldito viaje de negocios, mi paciencia ha estado pendiendo de un hilo. Siempre he sido una persona activa, pero esto es otra cosa. Me encuentro moviéndome por la oficina de Ruby, reorganizando papeles que no necesitan ser reorganizados, revisando documentos que ya he leído tres veces.—Se supone que deberías estar acostumbrada a esto —me digo en voz alta—. ¡No es la primera vez que viaja!Y en efecto, Christian ha hecho viajes antes, en algunos he podido acompañarlo y en otros no. En este, por ejemplo, no pudo ir porque Ruby me dejó el trabajo de manejar su empresa mientras disfruta de su luna de miel, así que me tocó dejarlo ir dos semanas completas. No es que no pueda con la responsabilidad —por supuesto que puedo—, pero mi cabeza está en otro lado.¡¿Cómo estoy sobreviviendo dos semanas completas sin Christian, sin que me haga la cucharita por la noche o
REINA DEL ODIO. EpílogoSiete meses después.El dolor comienza como un murmullo en mi vientre, una molestia insistente que se vuelve cada vez más intensa. Me doblo ligeramente sobre la cama, respirando hondo para intentar controlarlo, pero una punzada aguda me hace jadear. Christian, que está organizando algunos papeles en su maleta ejecutiva, se gira de inmediato.—¿Qué pasa? —pregunta con los ojos muy abiertos—. ¿Ya?Hago una mueca y asiento.—Creo que sí. O es eso, o el bebé me está pateando como si estuviera aprendiendo kung fu de su tío favorito… ¡Aaaaaaah! —grito ante la primera contracción y sí, eso es exactamente lo que pasa: este bebé ha decidido que ya es hora de salir.Christian toma su teléfono y hace una llamada rápida. Luego comienza a caminar de un lado a otro, llevándose las manos al cabello hasta que veo a Alma y a Mildred asomarse apuradas a la puerta.Él palmea al aire entonces, como si estuviera dirigiendo una orquesta.—De acuerdo, de acuerdo, tenemos que mantener
REINA DEL MAR. Ruby nunca había sido una princesa esperando ser rescatada. En un mundo de crímenes y traidores, le había tocado ser la más feroz, la más capaz. Para ella, los hombres no son más que obstáculos o enemigos, piezas en un tablero donde solo hay una regla: jamás dejar que te dominen.Y esa es precisamente la regla que está dispuesta a aplicar con Toshiro Ren. Frío, calculador y letal, el “maestro de espadas” tampoco está precisamente acostumbrado a que lo desafíen. ¿El encuentro?: Un choque de trenes, una batalla de voluntades… y una atracción que amenaza con consumirlos a ambos.¿El problema? Viejos pactos, nuevas peleas, inesperados obstáculos que surgirán para levantar un muro entre ellos.Ren puede ser el rey de Wall Street, pero Ruby tiene el mar como su reino y está lista para hundir a cualquiera que intente encadenarla. En una guerra donde la traición es la moneda de cambio y el amor puede ser la debilidad más peligrosa, Ruby y Ren descubrirán que, a veces, la única
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 2. Un peldaño para escalarNelson está tembloroso, azorado, se levanta como puede y yo me siento sobre su escritorio mientras lo veo teclear asustado en su computadora y finalmente transfiere la cuota. Lo miro con esa expresión que podría derretir el acero, y le sonrío.—Una cosa más. Voy a llevarme Babe como garantía de que no te vas a equivocar otra vez ¿entendido? ¿Quieres que venga el mes que viene o haces la transferencia tú solito? —le pregunto y aprieta los labios apenas porque el dolor no lo deja hacer más.—Yo… yo solo…Lo miro fijo, y aunque me parece que está a punto de protestar, el tipo no dice nada. Se limita a darme un gesto de aceptación, como si supiera que soy solo el principio de una cadena de problemas.Alargo la mano para tomar el recibo impreso de la transferencia y salgo con mi nuevo bat3 al hombro. Me gusta, es como un recordatorio constante: el poder está bajo mi control, y nada va a cambiar eso.Salgo de la oficina y ahí está Brad, esp
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 3. Un cambio drásticoEl golpe de la bofetada de mi padre todavía arde en mi cara, pero eso no es lo que más duele. Lo peor es darme cuenta de que no soy nada para nadie. Nada. Y esa verdad me golpea más fuerte que cualquier bofetada.Me doy la vuelta y me dirijo a mi habitación, sin decir una palabra más. Cierro la puerta y empiezo a echar ropa en una maleta. No sé a dónde voy, ni qué voy a hacer, pero lo que sé es que tengo que irme de aquí. Estoy lista para salir de este maldito nido de ratas cuando la puerta se abre de golpe y Brad aparece, con su sonrisa tonta y ese aire suave que de repente me pone los pelos de punta.—Ruby, nena, no hay que hacer una tormenta de esto —dice, acercándose como si no hubiera pasado nada. No tiene ni idea de lo que siento, de lo que me está haciendo. Su mirada es de esas que intentan decirte todo sin palabras, pero a mí ya no me engaña—. Ven, déjame hablar.—¿Qué vas a decirme ahora? —digo sin levantar la vista de mi maleta.
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 4. Sin trono fijo.Dos años después. Mismo puerto, misma rutina. Pero nada es igual.Llego al muelle como cada noche, con el viento lleno de sal despeinándome y ese olor a aceite de barco mezclado con la humedad. Camino rápido, con el corazón golpeándome el pecho, y cuando llego a la dársena cinco, ahí están: Vero apoyada en un poste, como si fuera parte del paisaje, y Regina sentada sobre una maleta, concentrada en su tablet como si estuviera hackeando el Pentágono.—¿Todo listo? —pregunto, ajustándome la chaqueta de cuero porque el frío de esta noche es pegajoso.—Todo listo, capitana —responde Regina mientras me enseña sus pequeñas maletas: tres en total. Una suya, una de Vero y la otra mía. Por suerte recogieron mis cosas a tiempo.—¿Ya revisaste las bitácoras del puerto? —le pregunto y me mira con esa sonrisa de suficiencia tan suya.—Por supuesto. El Magnolia estará sin tripulación por los próximos tres meses. Confirmado por bitácora y monitoreo satelital
REINA DE REYES. CAPÍTULO 5. El heredero.Doce años después.Me acomodo frente al monitor y trazo con el dedo el recorrido sobre el mapa digital. El nuevo carguero tiene que salir en exactamente un mes, y la ruta que quiero usar se ve clara, directa, sin rodeos. Pero también es una zona roja. Me vibra el teléfono y ni tengo que ver el nombre para saber quién es.“La nueva licencia para los cargueros está lista” me dice Vero con su voz tan calma que hace que cualquiera respire en paz. “Pero, Ruby… ¿de verdad quieres meterte en esto?”—¿Por qué no? —pregunto y ya imagino lo que me va a decir.“Porque el carguero pasará por zona de piratas. Podrías elegir cualquier otra ruta…” Sé que intenta convencerme de que no haga nada peligroso, pero el peligro es parte de mi naturaleza y cuando no estoy sintiendo el choque de adrenalina todo se siente un poco más… irreal. —La ruta alternativa demoraría una semana más, y el tiempo es dinero, cariño. Además, a estas alturas ya deberías saber que yo