118. Siempre te amé.

Ciro, con manos temblorosas pero decididas, colocó su mano sobre la herida de Marguerite, tratando de contener el flujo de sangre que se escapaba con cada latido de su corazón. Julia se mantuvo unos pasos atrás abrazando a su hija, sus ojos estaban llenos de terror y tristeza mientras observaba la expresión de sufrimiento en el rostro de Marguerite.

La habitación estaba sumida en un silencio ensordecedor, roto solo por los sollozos de Hanna y la respiración entrecortada de Marguerite. Ciro, a pesar de su vasta experiencia en situaciones peligrosas, se sintió impotente al darse cuenta de que la bala había causado un daño irrevocable en su prima.

—Mantén la presión, Ciro —murmuró Julia, intentando infundirle ánimo, aunque sabía que el esfuerzo era en vano.

Marguerite, con los ojos vidriosos y la voz débil, trató de hablar. —Hanna... cuida de ella —dijo, su voz apenas un susurro.

—Lo prometo —respondió Ciro, apretando suavemente la mano de Marguerite.

Marguerite estaba sumida en una extr
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