Obligada a casarse con el CEO moribundo.
Obligada a casarse con el CEO moribundo.
Por: Sunflowerfield
1. Tiene la obligación de casarse con mi hijo.

El estruendo del motor de un automóvil, rugiendo a toda velocidad, rompía la tranquilidad de la noche en aquella carretera normalmente poco transitada.

Otro conductor avanzaba en dirección contraria, ajeno al peligro que acechaba, hasta que los dos vehículos colisionaron en un instante fatídico.

La visión fue tan repentina que resultó imposible tomar alguna medida, no hubo tiempo para reaccionar, esquivar la colisión no era una opción.

Si los ocupantes de aquellos automóviles hubieran sido otras personas, tal vez el accidente no habría sido descubierto hasta el día siguiente debido al escaso tráfico en esa carretera.

Sin embargo, se trataba de dos familias prominentes en la ciudad, una mucho más influyente que la otra.

Ambas contaban con dispositivos de localización GPS y sistemas de envío de señales instantáneas a la policía en caso de accidente.

Poco tiempo después, las ambulancias llegaron velozmente al hospital donde la familia aguardaba ansiosa.

— Su padre falleció en el acto — informó el médico de urgencias al recibir a la familia del difunto y responder a sus preguntas sobre su estado.

— Noooo…

Julia y su madre se abrazaron en un abismo de dolor, llorando desconsoladamente por la trágica noticia.

Unos pasos atrás, el esposo de Julia, Víctor Johnson, pareció esbozar una sutil sonrisa, aunque esta desapareció en cuestión de segundos.

Al médico le recorrió un escalofrío al ver esa expresión en el rostro de alguien tras la pérdida de un ser querido.

¿Cómo podía alguien mostrar tal gesto en momentos tan lúgubres?

Víctor se acercó a su esposa y a su suegra, envolviéndolas en un abrazo.

Ahora, finalmente, obtendría lo que siempre anheló: el control absoluto sobre la empresa de su suegro.

Ya no tendría que humillarse ni lamer botas para mantener su posición.

Ahora él era el que mandaba.

Mientras Víctor se preparaba para pronunciar algunas palabras de consuelo a las dos mujeres, una señora mayor, se acercó a ellos, haciéndolo callar justo antes de abrir la boca.

Víctor supo de inmediato quién era. Después de todo, la familia Costello prácticamente gobernaba la ciudad, e incluso sus negocios se extendían mucho más allá de sus límites.

— ¡Por su culpa, por culpa de su padre mi nieto está al borde de la muerte! — exclamó la señora entre lágrimas. El mayor anhelo de Alicia Costello era convertirse en bisabuela, y ahora no solo se vería privada de ese sueño, sino que también perdería a su nieto antes de tiempo.

Víctor sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

Aquella situación se estaba volviendo más complicada de lo que esperaba.

Ciro Costello, uno de los hombres más conocidos y temidos del país.

No podía permitirse una enemistad con los poderosos Costello, y mucho menos ignorar las demandas de aquella mujer desesperada.

Trató de calmar a la señora.

— No pienso calmarme — dijo la mujer con determinación, señalando a Julia con rabia. — Usted debe compensarme. Tiene la obligación de casarse con mi hijo y darme un nieto antes de que él muera. Es su deber asumir la responsabilidad de los actos de su padre y cumplir con mis deseos antes de que mi hijo nos abandone.

La cara de Julia reflejaba incredulidad y dolor.

Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras lloraba la pérdida de su padre, y ahora se encontraba confrontada con las exigencias de esta mujer.

No podía creer que alguien pudiera ser tan insensible en medio de su sufrimiento.

— Eso no es posible, señora, yo... — intentó decir Julia, pero la mujer no le permitió continuar hablando.

— No me importa qué excusa vaya a utilizar. Su padre mató a mi nieto, por lo tanto, usted me dará un hijo de él. Y, por supuesto, no será un bastardo.

Unas horas más tarde

Víctor se encontraba inmerso en una tormenta de pensamientos mientras caminaba junto a Julia y su suegra.

Sabía que no podía permitir que aquella situación se prolongara indefinidamente, y tenía que encontrar una solución que satisficiera las demandas de la señora Costello aunque significara sacrificar por completo la vida de Julia.

Era consciente de que el deseo de la señora Costello de tener un heredero y convertirse en bisabuela se desvanecería si Ciro fallecía o quedaba en estado vegetativo, él no podía permitirlo sería el padrastro de ese niño y se quedaría con la fortuna de los Costello.

Decidido a tomar cartas en el asunto, Víctor preparó los papeles del divorcio.

— ¿Qué es esto, Víctor? — preguntó Julia, sin entender por qué él decidía abandonarla justo en ese momento, apenas unos días después de la muerte de su padre.

— ¿No te das cuenta de que este es el negocio más grande que haremos nunca? — preguntó el hombre mientras le entregaba un bolígrafo a su esposa.

— ¿Divorciarnos es un negocio?

— Sí, porque te vas a casar con Ciro Costello.

Julia sabía perfectamente quién era Ciro Costello y conocía su estado de salud desde el accidente que involucró a su difunto padre.

La visita de aquella señora había dejado una profunda impresión en ella, haciéndola sentir culpable por lo sucedido.

Pero ¿casarse con el moribundo? ¿Realmente era eso lo que debía hacer?

— ¿De verdad quieres divorciarte de mí para que me case con otro? — al pronunciar esas palabras, Julia sintió cómo su corazón se rompía en pedazos.

— Hazlo — insistió Víctor —. El tipo está medio muerto. Pronto serás viuda y cuando le des un hijo, el bebé heredará todo. Tú y yo podremos volver a casarnos y aumentar nuestra fortuna. ¿No querías tener un hijo? Mejor uno que sea inmensamente rico.

— ¿A costa de nuestro matrimonio? — preguntó ella, confusa, mientras tomaba el bolígrafo que su esposo le ofrecía para firmar los papeles del divorcio.

— A costa de lo que sea.

— ¿Harías cualquier cosa por dinero, verdad? ¿Cómo no me di cuenta antes del tipo de hombre que eras?

Julia no necesitó nada más para estampar su firma y luego se dio la vuelta para marcharse.

Necesitaba llorar, pero no pensaba hacerlo frente al hombre que le había destrozado el corazón.

Sin embargo, él no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente.

— Le diré a la señora Costello que aceptas casarte con su nieto.

Julia se giró y enfrentó a su exmarido con lágrimas en los ojos, su voz temblaba de indignación.

— Acepté divorciarme de ti.¿Para estar con alguien que comercia con su propia esposa? — dio un par de pasos, acercándose a él — Pero no pienso casarme con nadie, y tú te vas largando de mi casa y de la de mi madre.

Víctor negó con la cabeza y colocó dos dedos en el mentón de la mujer que hasta hacía unos minutos todavía era su esposa.

— No pienso marcharme a ningún lugar, esta es mi casa — aseguró con determinación, sin aceptar ninguna réplica.

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