¡Bryan!

•Sara•

Lo que sucedió hace un momento quedó olvidado y es algo que hacemos muy bien, siento que una cuerda me jala a su lado, Sam es tan atractivo que así sea mi hermano mayor, es inevitable no sentir todo esto que ha crecido poco a poco dentro de mí.

Vamos caminando hacia el estacionamiento cuando un silbido que conocería donde sea, llega a mis oídos.

 ¿¡Será…, será!? Me giro y sí, es él. Tres años sin verlo y no puedo más que gritar su nombre.

 —¡Bryan!—suelto a Sam de la mano y corro hacia él.

 Dios…, como se puede extrañar tanto a una persona. Bueno a dos, Bryan y Maikol Cruz son nuestros primos gemelos, tres años menores que Sam. Se fueron a España con sus padres, por un millonario contrató que le ofrecieron a Bryan, que es arquitecto mientras. Maikol, es psicólogo.

 Bryan, está superguapo. Hasta con muchos más músculos de los que recordaba, con esa sexy sonrisa baja bragas, como diría Patricia y sus ojos azules como los de Tía Greta, es fácil distinguirlos, por eso, ya qué, él los tiene azules y Maikol de color miel como los de Sam, pero un poco más oscuros.

 Terminó saltando a su cuello dándole un fuerte abrazo, mis pies quedan en el aire. Por qué los hombres de la familia Cruz son muy altos.

 —Mi niña… Estás hermosa, toda una mujercita —musitó dejándome en suelo otra vez, y me detallo con sus ojos.

 Giro para ver dónde está Sam, y está detrás de mí, y de un movimiento rápido sujeta mi muñeca y me coloca a su lado, todos los músculos de su cuerpo están contraídos y las venas de su frente van a reventar.

 —Bryan… —tronó Sam, con su voz gruesa.

¿Qué le pasa? Es Bryan nuestro primo.

—Tío, pero que amargado estás. Ven aquí —Bryan exclama alegre, pasando por alto el saludo poco amigable de Sam. Y, le da un fuerte abrazo que, por cierto, el nombrado no devolvió.

Aún me mantiene a su lado, y me suelto de su agarré, sus ojos me ven con severidad. Lo ignoro y sonriendo le preguntó a Bryan:

—¿Cuándo llegaste? ¿Dónde está Maikol? ¿Por qué no llamaron para decirnos? —Sé que estoy haciendo miles de preguntas a la vez. Pero muero por saber.

Bryan suelta una sonora carcajada, mostrando sus dientes blancos y alineados.

Debe ser un pecado que en esta familia los hombres Cruz, sean tan hermosos y perfectos.

—Calma, Sara. Podrías disimular que te morías porque fuese Maikol y no, yo —me reprocha y hace una mueca con sus labios —. No, claro que no.

Me apresuró a decir.

Aunque no lo niego, hubiese preferido que fuese Maikol, eso me lo guardo para mí. Hace mucho no lo veo y la verdad lo extraño un mundo.

Sam se mantiene en silencio.

Lo entiendo, ya que muchas veces me contó todo lo que nuestros tíos quisieron alejarme de él. Y, todo lo que pasó por años, aun así, después de haber ganado mi patria potestad, seguían dándole problemas.

—Llegamos altas horas de la madrugada y no queríamos molestarlos. Maikol, está reunido con unos colegas de la clínica Diamante y mis padres en la casa de la playa. Preparando un almuerzo para todos —responde mirando a Sam, en todo ese tiempo. Como si tratará que él entendiera otra cosa—, No vinimos solos tampoco, mamá les manda a decir que los espera allá.

 —¿Con quiénes vinieron? —pregunto queriendo entrar en la convención que de un momento a otro me han dejado fuera.

—En el almuerzo lo sabrás — suelta y me guiña un ojo.

Eso me intriga.

—Vamos, Sara. Que ya es tarde — bramó Sam con su voz pesada, me agarra de la mano de nuevo, pero esta vez con suavidad —, dile a Greta y a tío Manuel, que ahí estaremos.

Bryan me deja un beso en la mejilla y lo observó caminar hacia un convertible negro.

Dirijo mi vista hacia Sam y su mirada está llena de rabia, no aparta la mirada del coche de Bryan hasta que se va, llevo su mano a mis labios y dejo un beso en sus nudillos.

 —Estaremos bien, Sam.—murmuró, y todo su cuerpo se relajó en segundos.

Me observa detenidamente dando un largo suspiro y me toma desprevenida en un fuerte abrazo. Mi cara pega en su pecho, y levanto la mirada hacia él.

 — Sí…, estaremos bien, cariño.

 Quince minutos después ya estamos en el liceo. Sam detiene el coche, miro por la ventanilla y distingo a Patricia con las demás chicas, con su cabello escandaloso lleno de mechones azules y rosa.

Samuel la observa… Nunca le ha caído del todo bien Patri. Alega que no es lo que aparenta, pero nunca la he visto siendo de otra manera. Es mi mejor amiga.

 —Sara, te vendré a buscar antes. Así nos da tiempo de alistarse para el gran almuerzo — mascullo y paso las manos por su cabello, esto lo puso de mal humor. Sus ojos miel me ven fijamente y estira su mano me toma mi mentón —, Pequeña, si antiguamente no te perdí. Tampoco lo haré ahora.

Sus palabras forman una revolución dentro de mí.

Se acerca y me deja un beso en la mejilla.

 —Eso no pasará Sam, yo puedo decidir ya — le aclaro y me quitó el cinturón, me acerco a él, rápidamente y dejó un pico en sus labios; no me lo devuelve, ni tampoco se molesta, pero sus ojos me miran de otra manera, que no logro descifrar.

 Hace años que deje de hacerlo, ya que después de una larga charla me explicó que no podía hacer eso.

 —Anda, Sara. Baja, te recojo a las diez —ordena algo tenso.

 Bajo tranco la puerta y lo veo irse a toda velocidad en su Ferrari.

Camino hasta donde está Patri, la escuchó más de una hora babear por Samuel. Ruedo los ojos cada vez que me pregunta, si lo he visto.

Estará loca, como piensa que le he visto “el amigo” a mi hermana, aunque para ser sincera de vez en cuando, al estar dormido su amigo está muy, pero muy alegre y él, lo toma entre su mano por encima del bóxer y se voltea. No creo que sepa que lo observó, debe ser algo de hombres.

 Pasamos la mañana de clase en clase. Hasta que llega la hora de la salida, me despido de Patri y me siento a esperar a Samuel en el lugar de siempre.

•Samuel•

 La mañana se hace eterna y Sara no sale de mi jodida cabezota, ese pequeño pico, se repite miles de veces en mi cabeza.

Hace tanto que no sentía sus suaves labios, aunque allá ha sido tan efímero, sin embargo, esta vez es diferente.

Terminó la reunión con unos editores y me dirijo a mi coche para buscar a Sara. Todo esto me da mala espina, joder… Nada bueno se debe traer entre manos las escorias de Manuel y Greta, al llegar la veo sentada en una banqueta meciendo sus pies, su cabello oscuro está suelto y revoloteando por la brisa.

 Al ver mi coche estacionar, se levanta alegre y sube dejándome un dulce beso en la mejilla.

—Estoy feliz, y muero por ver a Maikol —menciona con una sonrisa.

 —Yo, igual.

 —Pero si no estabas para nada contento de ver a Bryan, menos lo estarás de ver su copia —ironiza y en eso está equivocada.

 Coloca los pies en la guantera, su falda se sube un poco, dejando ver sus gruesas piernas y no puedo evitar mirarla.

 ¿¡Qué maldición me pasa!? Joder… Es mi hermana, soy un enfermo. Acerco mi mano se la bajo de manera brusca y ella sonríe con picardía.

¡Ay, Sara!

 —Ver a Bryan, no me molestó, solo fue…, que me tomó por sorpresa y no me gustó como te miraba —gruñí, y agarré el volante con fuerza.

—¡Oh, vamos, Sam! — Sara bufa entre carcajadas—, ves cosas donde no las hay. Bryan es nuestro primo.

Eso lo sé muy bien.

Y, yo, soy tu hermano mayor y ando como un puto pervertido mirándote las piernas...

•••

—Vamos cariño, apúrate—alzó la voz desde la sala. Terminó de colocarme mi reloj y aliso mi traje azul marino.

Cuando la escuchó bajar las escaleras.

 Joder… No puedo evitar que mi boca se abriera por completo y detallarla de pies a cabeza—Gira al llegar frente a mí, sonríe inocente, su vestido es pegado al cuerpo hasta la mitad de los muslos, de color rojo y de tirantes finos, cerrado adelante con la parte de atrás abierta dejando ver la hermosa curva de su espalda. Lleva el cabello recogido sutilmente y un poco maquillaje que resalta sus ojos.

 —Estás hermosa, pequeña —La apegó más a mí, su olor me nubla todos los sentidos, mis dedos dejan caricias en su espalda descubierta.

Acerco mi rostro a su cuello y aspiró profundo, dejando unos pequeños besos húmedos en él. Suelta un pequeño jadeo, que me nubla toda la cordura y ya no sé lo que hago, busco sus hermosos ojos café dorados y mi cordura se va a la m****a al fijarme en sus gruesos labios rosados.

Sé que me arrepentiré después y, en este momento, me importa un carajo.

Y, sin pensarlo más, la beso de una manera que jamás imaginé.

Estoy completamente jodido...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo